/ lunes 24 de mayo de 2021

Reaparece el espectro del fraude electoral

Frente a los socios de la Confederación Patronal Mexicana en Mazatlán ayer, sin que ser casualidad, Rubén Rocha Moya aplastó el botón de alerta para abonar que el Instituto Nacional Electoral apoya a los del PRI-PAN-PRD, cuya alianza, acostumbra a comprar los votos y a orquestar fraudes electorales. Le echó más elementos al coctel altamente explosivo en que se convierte el proceso al acercarse más el día de las votaciones.

O se adelantó a “ponerse el huarache antes de espinarse” al conocer las costumbres de sus opositores.

En los últimos días el abanderado a la gubernatura por Morena y Partido Sinaloense, centró sus discursos en ese tenor y con mayor frecuencia. Casi al ritmo en los que pregona los resultados de las encuestas del momento sobre las preferencias electorales que supuestamente lo colocan arriba, volvió a acusar. A levantar el escudo.

Sin embargo, el lugar en que reencendió los focos rojos sobre la probable fraudulencia no se limitaron a una simple coincidencia. Lo expuso, ante los dueños de empresas organizadas, a los que les retobó cuando lo invitaron al primer debate de ideas con el resto de los aspirantes a gobernador.

A esas mismas que forman una línea de resistencia en contra del gobierno que encabeza Andrés Manuel López Obrador. Cierto que el encuentro con quienes integran el sector patronal mexicano en el puerto se desarrolló en medio de la tranquilidad y el respeto, obvio que le sirvió para enmarcar políticamente el señalamiento.

En el sentido, de que el INE, le anuló candidaturas a pretensos al poder estatal de morenistas y les puso trabas a otros tantos, entre quienes buscan alcaldías o diputaciones federales y locales.

Lo entreverado de las expresiones del candidato de Movimiento de Regeneración Nacional en la entidad, lo vieron algunos como fortaleza y otros como una profunda debilidad.

Consistencia, en lo que se refiere a la emoción con que canta los números, que arguye, lo remontan entre el resto de los competidores.

Y fragilidad, cuando se anticipa que las elecciones se viciarán por la corrupción que demanda a sus simpatizantes y seguidores cuidar el seis de junio en las urnas.

Se estiló mucho en sucesos electorales pasados, que quienes se volcaban a denunciar suciedad, se daban por vencidos muy temprano. Casi siempre operaran asi las cosas.

La seguridad era de quien no recurría al espaviento para anunciar lo negativo. El Partido Revolucionario Institucional era el dominante y no se quejaba.

Actualmente el panorama es distinto. La dominación geográfica electoral es de Morena, pero Rubén Rocha Moya y su dirigente nacional Mario Delgado, consideran que dentro del INE, están al contra ataque lo que son los últimos reductos del viejo régimen que tantas trampas armaron.

A la velocidad que gira ese ruedo, siguen las sospechas de porque Mario Zamora Gastélum, priista que pretende la silla sinaloense, viajó especialmente a Monterrey, Nuevo León, cuna financiera del enemigo del morenismo y de sus figuras más visibles.

Y en el mismo remolino, quien más festeja lo que sucede al avanzar firmemente en lo que queda de la campaña, es Sergio Torres Félix, abanderado de Movimiento Ciudadano a suceder a Quirino Ordaz Coppel.

Dá golpes demoledores a los adversarios y asume entre los pobladores, que se eleva como una de las opciones más viables del instante.

Frente a los socios de la Confederación Patronal Mexicana en Mazatlán ayer, sin que ser casualidad, Rubén Rocha Moya aplastó el botón de alerta para abonar que el Instituto Nacional Electoral apoya a los del PRI-PAN-PRD, cuya alianza, acostumbra a comprar los votos y a orquestar fraudes electorales. Le echó más elementos al coctel altamente explosivo en que se convierte el proceso al acercarse más el día de las votaciones.

O se adelantó a “ponerse el huarache antes de espinarse” al conocer las costumbres de sus opositores.

En los últimos días el abanderado a la gubernatura por Morena y Partido Sinaloense, centró sus discursos en ese tenor y con mayor frecuencia. Casi al ritmo en los que pregona los resultados de las encuestas del momento sobre las preferencias electorales que supuestamente lo colocan arriba, volvió a acusar. A levantar el escudo.

Sin embargo, el lugar en que reencendió los focos rojos sobre la probable fraudulencia no se limitaron a una simple coincidencia. Lo expuso, ante los dueños de empresas organizadas, a los que les retobó cuando lo invitaron al primer debate de ideas con el resto de los aspirantes a gobernador.

A esas mismas que forman una línea de resistencia en contra del gobierno que encabeza Andrés Manuel López Obrador. Cierto que el encuentro con quienes integran el sector patronal mexicano en el puerto se desarrolló en medio de la tranquilidad y el respeto, obvio que le sirvió para enmarcar políticamente el señalamiento.

En el sentido, de que el INE, le anuló candidaturas a pretensos al poder estatal de morenistas y les puso trabas a otros tantos, entre quienes buscan alcaldías o diputaciones federales y locales.

Lo entreverado de las expresiones del candidato de Movimiento de Regeneración Nacional en la entidad, lo vieron algunos como fortaleza y otros como una profunda debilidad.

Consistencia, en lo que se refiere a la emoción con que canta los números, que arguye, lo remontan entre el resto de los competidores.

Y fragilidad, cuando se anticipa que las elecciones se viciarán por la corrupción que demanda a sus simpatizantes y seguidores cuidar el seis de junio en las urnas.

Se estiló mucho en sucesos electorales pasados, que quienes se volcaban a denunciar suciedad, se daban por vencidos muy temprano. Casi siempre operaran asi las cosas.

La seguridad era de quien no recurría al espaviento para anunciar lo negativo. El Partido Revolucionario Institucional era el dominante y no se quejaba.

Actualmente el panorama es distinto. La dominación geográfica electoral es de Morena, pero Rubén Rocha Moya y su dirigente nacional Mario Delgado, consideran que dentro del INE, están al contra ataque lo que son los últimos reductos del viejo régimen que tantas trampas armaron.

A la velocidad que gira ese ruedo, siguen las sospechas de porque Mario Zamora Gastélum, priista que pretende la silla sinaloense, viajó especialmente a Monterrey, Nuevo León, cuna financiera del enemigo del morenismo y de sus figuras más visibles.

Y en el mismo remolino, quien más festeja lo que sucede al avanzar firmemente en lo que queda de la campaña, es Sergio Torres Félix, abanderado de Movimiento Ciudadano a suceder a Quirino Ordaz Coppel.

Dá golpes demoledores a los adversarios y asume entre los pobladores, que se eleva como una de las opciones más viables del instante.