A Jesús Estrada Ferreiro “nada le han enseñado los años”. Realiza una campaña contradictoria como candidato en Sinaloa del Partido del Trabajo al Senado de la República y confirma que no tiene lado al llamar a que voten por su proyecto -y en el mismo paquete-, a que lo hagan en contra de todos los hombres y mujeres que se postularon por Morena a algún cargo de elección popular.
Con suma rapidez olvidó como lo llevaron sus negativos comportamientos a las rejillas de prácticas de los jueces penales y cómo lo pusieron de rodillas los diputados locales, e incluso, aquellos que creyó en momentos, que eran sus amigos. Finalmente lo obligaron a dejar la silla del ayuntamiento de Culiacán.
No logró aprender las lecciones dramáticas, como la de aquel episodio en que prácticamente pidió perdón al gobernador Rubén Rocha Moya, porque no sabían que hacer el y su familia, frente al proceso judicial que lo sometieron, después de que se activó un juicio de procedencia en su contra.
Y del linchamiento social de que fue objeto, tras darse a conocer las supuestas irregularidades y groserías en perjuicio de sectores de la sociedad, como las viudas de policías y los trabajadores municipales jubilados, que se levantaron en armas.
Después del viacrucis penal que sufrió en carne propia, el ex edil de la capital del Estado, merodeó en las orillas de Movimiento de Regeneración Nacional para convencer a sus dirigentes locales y nacionales de que lo tomaran en cuenta para una candidatura y recibió reveses sistemáticos.
Buscó en varias ocasiones llamar la atención del Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador en sus visitas al territorio de los once ríos y nunca lo dejaron acercarse.
Pidió públicamente al mandatario estatal que lo escuchara y no obtuvo respuesta. Nunca ocultó que su plan de ser Ejecutivo de la entidad lo tiene entre ceja y ceja y ello obviamente que no le ayudó en su propósito.
Tras conseguir que el PT lo ungiera como abanderado en cuya fórmula lo acompaña Yolanda de la Cruz, le bastaron las primeras horas para declarar la guerra a quienes considera que son sus enemigos.
A diario se lanza contra las autoridades gubernamentales de Movimiento de Regeneración Nacional en una abierta contra campaña de escoria y desprestigio. No se entiende como al ser aliado el petismo del morenismo, mantenga una ofensiva de odio.
Ya el operador principal del Partido del Trabajo y segundo de Alberto Anaya, se dio cuenta y creo que pronto habrá consecuencias. A Gerardo Fernández Noroña, el vínculo de nivel con el círculo todopoderoso en la Ciudad de México, no le comienza a gustar esa postura que raya en la traición y en la ignominia.
Algo podría pasar antes del día en que se registren las votaciones y Jesús Estrada Ferreiro, caería como edificio viejo que se desploma al vaivén de la fuerza de un sismo que aparece sin avisar.
Porque en los recorridos por colonias y rancherías, los cruceros viales, las reuniones, los encuentros y otros actos, despotrica contra el morenismo que está en proselitismo electoral.
Con la misma osadía y falta de habilidad política se maneja el ex munícipe de Mazatlán, Guillermo Benitez Torres. En la calle la gente dice que “los cortaron con la misma tijera”.
Hace días se atrevió a amenazar que será legislador y que “va por el gobernador”. No conforme con ello también advirtió que se las pagará muy pronto, el traidor de Edgar González Zatarain, que lo sucedió en la Alcaldía mazatleca. Y que ajustará cuentas con quien sabe cuántos personajes más, que expresa, se convirtieron en sus Judas, porque lo vendieron al verdugo.
Los dos, no tienen aún la seguridad de que ocuparán un espacio en algún congreso y se adelantaron a lo que podría no ser. Exhibieron su prepotencia y rencor cuando debieron ser más tácticos.
De plano, no saben cómo entrar al campo de batalla.
Flojera del edil mazatleco ante conflicto músicos-empresarios.
Lento se vio el alcalde de Mazatlán, Edgar González Zatarain para resolver el conflicto que se desató entre los miembros del Sindicato Único de Trabajadores de la Música a quienes los empresarios hoteleros y de condominios cercanos a la playa objetaron para que no laboren en las playas porque causan ruido a los huéspedes.
Los integrantes del gremio de casa y los foráneos bloquearon calles y se manifestaron para que les permitan trabajar. A ellos se unieron sus familias y turistas que simpatizaron con el movimiento.
El alcalde se negó a dar la cara por largo tiempo y su actitud se observó más a favor de los ricos y en contra de los pobres, pasándose por el arco del triunfo el principio que ejerce el presidente Andrés Manuel López Obrador de que son “primero los pobres”.