En la contienda constitucional por el Senado de la República que a 11 días de su arranque no prende en Sinaloa, el experimento político al que se sometieron Jesús Estrada Ferreiro y Jesús Valdez Palazuelos, al colarse como candidatos petista y verde ecologista, respectivamente, simboliza el apocamiento de la dignidad que se sobrepuso a sus codicias personales. Ya saben “a que le tiran” y también de dónde vienen.
A su paso por la alcaldía de Culiacán, dejaron saqueo y desvergüenza, en diferentes periodos.
Al segundo no le alcanzan sus principios ni valores para comportarse como caballero de altura.
Tanto que maldijo a los morenistas y a sus aliados como los del Partido Verde Ecologista de México al calificar como los peores del país y contra los que jugó para reelegirse por la Presidencia Municipal capitalina, y luego de que lo noquearon en la lona electoral en 2018, tras pasar a lamerse sus heridas, se unió a ellos en este proceso electoral para contra atacar a quienes lo colocaron en el poder y la fortuna.
¿Habrase visto algo semejante?
A juicio de muchos, a Jesús Valdez Palazuelos le pegó el síndrome de Estocolmo, dado que se enamoró de sus verdugos y aceptó un amasiato con ellos. Hoy convive y “duerme con sus ex enemigos”.
Ya no se acuerda que fue tanto el dolor que le causó la derrota cuando el mismo Jesús Estrada Ferreiro lo hizo morder el polvo, que renunció a la dirigencia del Comité Directivo Estatal del Partido Revolucionario Institucional en la entidad, para ya no salir a cuadro en los espacios de opinión pública.
Perdió porque era parte de los grupos tradicionales que por décadas practicaron el bandidaje en las instituciones de gobierno.
Todavía se comenta entre la gente la ocasión en que Sergio Torres Félix, lo sentó en el banquillo de los acusados, por echarse a la bolsa millones de pesos con la compra irregular de un aparato software, cuyo precio no estaba en el mercado, más allá de los miles de pesos.
Eso, que le sacó pruebas de lo que significó en su momento, solamente lo que pudiera ser “la punta del iceberg” de toda la suciedad que se dedicó a dejar con sus fechorías.
El primero, quien se asumió como fundador de Morena en el estado y quien busca un escaño senatorial por el Partido del Trabajo, no hace mucha diferencia.
En la campaña que emprendió, llena de mentiras y en la que intenta ser simpático, se capta que nadie le cree.
Alega que cuenta con muchos seguidores pero no admite que la gente no es ingenua. Lo acompaña “una bolita” de ex colaboradores que son los de siempre y que como probaron las delicias del poder en el ayuntamiento, hoy pretenden regresar por sus fueros.
¿No se acuerda acaso, los decenas de miles de pesos que despojó solamente a los jubilados de la Policía Municipal, en un acto de arbitrariedad, que utilizó para condicionar el trámite final de aprobación de su pensión?
Es decir, se las robó, por lo que expresaron los afectados.
No le vienen a la mente o trata de hacer que ya llegó el olvido, cuando a los integrantes del Sindicato de Trabajadores al Servicio del Ayuntamiento de Culiacán, en colusión con dirigentes corruptos como Julio Duarte Apán, les canceló varias prestaciones que se firmaron con antelación y les redujo los alcances de sus conquistas laborales.
Y todavía se atreve a manifestar que hay quienes creen en él. No hay remedio.
Es muy remoto, que cualquiera de los dos personajes perversos, obtenga un triunfo electoral.
Más no se aventaron al ruedo por ocurrencia.
Jesús Valdez Palazuelos es un comparsa de Movimiento de Regeneración Nacional y en las operaciones electorales, de una manera u otra, lo impulsarán para ocupar un escaño en la Cámara Alta.
Y si no se puede, quedará inserto en un cargo en el gabinete del estado.
Mientras que Jesús Estrada Ferreiro, quiere regresar a hacer buenas migas con quienes compartía en el morenismo.
Le envió ya un mensaje al gobernador Rubén Rocha Moya para volver a estar como antes.
Algo que se torna complicado, casi imposible.
Ricardo Madrid, otro sin pundonor y con deslealtades.
El diputado local Ricardo Madrid, quien llegó por el Partido Revolucionario Institucional al Congreso es otro más. Sin pundonor alguno, hizo como que pertenecía al tricolor, más mantuvo un maridaje con el morenismo sinaloense. Actualmente se convirtió en el principal defensor de todo lo que hace u omiten los legisladores y demás autoridades de esta afiliación.
Es uno de los traidores más sobresalientes y de los que hay que tener un cuidado especial. Meticuloso porque entraña a la deslealtad andante.
Todo lo hace por dinero y porque incrustar a sus familiares en puestos de instituciones públicas.
A Rodolfo Valenzuela, ¿lo alcanzará el hilo de su madeja?
Rodolfo Valenzuela Sánchez, candidato a diputado local por Morena, por el Distrito Electoral XIII con cabecera en Culiacán, no tiene mucho que ofrecer a los potenciales electores.
Casi no lo conocen en esa demarcación y resuena que como Subgerente de Unidad Operativa Culiacán de Liconsa, alineó rastros por los que le podrían seguir anomalías que se cometieron en el encargo.
Los primeros que lograron que trascendiera lo anterior, son precisamente empleados que lo acompañaron en lo cerca.
Tal vez no estuvieron de acuerdo en las maniobras que hacía o en las que aparentemente quería o finalmente involucró a terceros.
Lo cierto, es que empezaron a soltar datos a los adversarios para que pronto le perpetren puñaladas traperas, en virtud de que provienen de las trincheras donde se cree que hay “fuego amigo”.
En breve, tanto Luis Javier de la Rocha Zazueta, del Revolucionario Institucional como Ana Gabriela Salazar Torres, de Movimiento Ciudadano, quienes aparecen como los contendientes duros de roer, en este orden, tendrán elementos de sobra para restregar lo que se supone malamente hizo.
Independientemente del arrastre que éstos últimos ejercen entre los ciudadanos con los que tienen simpatías y están en la pelea.
Al morenista se le “pudiera aparecer Juan Diego”.