Es imposible que los secuestros de familias del viernes que impusieron el miedo colectivo, puedan minimizarse. E intriga sobre manera que con rapidez no vista 600 elementos, precisamente de la Fuerzas Especiales del Ejército Mexicano aterrizaran en Culiacán, equipados con helicópteros artillados, ¿para contener lo que sería un tercer Culiacanazo?
Es la percepción que el imaginario de pobladores, expuso a través de su voz o subió a las redes sociales, que en minutos se saturaron y le dieron la vuelta al mundo.
¿Hay algo que detectó el aparato de inteligencia del gobierno federal que en lo local los informantes o los mandos de las policías, no captaron?
¿U obtuvieron datos que mejor guardaron y no transmitieron a sus superiores, por una u otra causa?
Por colusión o por miedo.
Entre agentes federales trascendió que supieron de concentraciones de individuos a los que llamaron sus jefes para estar listos e ir al campo de batalla, como sucedió el 5 de enero del 2023 en que soldados y policías chocaron en balaceras con delincuentes, por el operativo que se aplicó para capturar a un cabecilla.
La cadena de sucesos violentos, no fue para menos. Se contabilizaron “levantones” de 66 personas, entre hombres, mujeres e infantes. Las condiciones que se dieron los plagios en diversos puntos de la ciudad y de algunas rancherías, plantean que los llevaron a cabo grupos que poseen una estructura organizada.
Que se requirió de mucha fuerza. Y que simultáneamente se verificaron en múltiples partes.
Si desde la Ciudad de México, las autoridades se percataron que tanta movilización y actos en contra de núcleos familiares, que se manifestó con el terror y la violencia que acostumbran utilizar algunos sectores armados, las obligó a “parar oreja” y a la toma de decisiones.
Aunque es probable, no es creíble del todo que la llegada de miembros del cuerpo de Élite de la Secretaría de la Defensa Nacional, se manejó como un mensaje o advertencia a los autores de las privaciones ilegales de las libertades de vecinos culiacanenses, para presionarlos.
El riesgo de que se desbordara la violencia a grados espantosos, siempre estuvo presente.
Desde octubre del 2019, el Ejército Mexicano y la Presidencia de la República, saben que los integrantes de los segmentos delictivos, desatan el desorden el día y hora que quieren.
Es decir, cuando se lo proponen, porque midieron con antelación los alcances que tienen, y ocasionalmente, también la capacidad que no se extiende de los responsables de encuadrar el orden para que la población no sufra los efectos directos o colaterales.
La mayoría de la gente, consideró que le caería encima la furia de un “Viernes Negro”. En las cercanías del Aeropuerto Internacional como en todo el municipio, la psicosis privó y algunos patrones mandaron a sus empleados a sus casas y cerraron las puertas de sus empresas.
En el cuadro citadino, las cosas parecieron normales con el movimiento de personas, aunque casi todos, hablaban del peligro que corrían si no resolvían recogerse en sus viviendas o donde estuvieran seguros.
La información del Gobierno del Estado y la de la Secretaría de Seguridad Pública de Sinaloa, eran contrastantes y confusas. Al gobernador Rubén Rocha Moya le fallaron sus informantes.
Y los candidatos al Senado de la República y a las diputaciones federales, se escondieron bajo tierra. Salieron después de que aparentemente pasó la tormenta.
¿Qué se podría esperar de quienes aspiran a un cargo de elección popular, si la Fiscal General Sara Bruna Quiñónez, aunque es su deber tratar el tema, no se asomó para nada?
Pronto, si se investiga y si la permanencia de las Fuerzas Especiales es real, se sacará en limpio, que hay detrás de todo el conflicto que mantuvo en vilo a los culiacanenses y que a las víctimas, liberaron sus captores, por decisión propia.
La Iglesia Católica, lamenta secuestros y pide acciones.
En domingo de Ramos, en que todavía agentes de la Guardia Nacional sufrieron un ataque a balazos por hombres armados, como consecuencia de los “levantones” de familias, quien prácticamente hizo temblar el púlpito, que el Obispo de la Diócesis de Mazatlán, Mario Espinosa Contreras. Con sutileza religiosa convocó a las autoridades federales, estatales y municipales a realizar estrategias de seguridad acertada, inteligente y decidida para cambiar la seguridad. Que estos casos, no se den por ausencia de acción.
Y el Obispo de la Diócesis en Culiacán, Jesús José Herrera lamentó que el secuestro de familias, deja un precedente doloroso en la historia. Pidió a los presentes al oficiar misa y a orar para que haya paz y tranquilidad.
Las vacaciones de SS, el ciclo de lo mismo de siempre.
Las ciudades empezarán a quedar semivacías a partir de hoy al declararse las vacaciones de Semana Santa en las escuelas y en algunos centros laborales desde el viernes. Los comerciantes, restauranteros y hoteleros culiacanenses, emitieron sus lamentaciones porque bajarán las ventas de productos y de servicios, en virtud de que las playas son las que reciben más visitantes.
Las autoridades por su parte, implementaron un dispositivo de seguridad y vigilancia, que estará una vez más a prueba. Repitieron lo mismo de siempre: que lograrán un saldo blanco en carreteras y balnearios.
Y seguramente, dirán lo que todos los años: que el operativo salió bien, aunque las cifras muestren lo contrario.