/ lunes 5 de agosto de 2019

En Interjet, pasajeros en picada

Por la crisis de Interjet que el pasado fin de semana no estalló en el aire sino en tierra firme, evidentemente que la preferencia entre los pasajeros hacia esta empresa empezó a caer en picada. Veintisiete vuelos se cancelaron y once más se demoraron.

Y en las estaciones áreas como la de Ciudad de México que tuvo una especie de efecto de dominó en el aire, los millares de usuarios se arremolinaron en las turbulencias de la desorganización premeditada de los directivos y operadores.No es la primera vez que esta aerolínea se levanta con el récord de la que más interrupciones de rutas ordenan. A su vez, instruye a los responsables de los módulos para que ignoren o no resuelvan las demandas a los reclamantes.

La Procuraduría Federal del Consumidor, sabe que la pesada sobre venta de los boletos a la que se acostumbraron, es una atadura para que las aeronaves no puedan despegar con su bitácora segura. Cambios al por mayor y resoluciones de último momento que protegen a su flota a y la compañía desde el punto de vista financiero, afectan a la comunidad usuaria.

No hay quien los mande. Se atienen a una visible complicidad entre autoridades y empresarios. O las ominosas lagunas de las leyes en la materia.

Mientras en la CDMX desde el 27 de julio, se resintieron las primeras cancelaciones, pero que se desencadenaron hasta los aeropuertos de las distintas ciudades del país, entre los que se encuentran Culiacán y Mazatlán, en este escenario, salió a la luz el trato despótico e irónico contra los viajeros varados.

Una mezcla de sarcasmo y cinismo que se asemejan mucho. Cuentan afectados que las supuestas compensaciones, previstas en la Ley de Aviación Civil, que les leyeron de mala gana, no se ajustan a la realidad. Son simplemente un recurso distractor.

Prácticamente todo lo tenían planeado. Nadie quiso informar a que se debieron las anulaciones de las salidas. Los empleados que debían escucharlos, desaparecieron como por arte de magia.

Ante las largas filas de usuarios en espera, que rebasaron el millar en la capital de la República, solamente distribuyeron entre ellos 100 ó 200 cupones para comida. Y el resto de los demandantes, entre los que hubo familias enteras sin dinero, se tuvieron que aguantar.

Lo mismo sucedió cuando asignaron cuartos de hotel. Había pero no para todos. La mayoría perdió dinero, porque escogió otras interconexiones o medios de transporte para ir a sus destinos. Otros pagaron sus alimentos y su hospedaje sin que nadie se hiciera responsable.

Muchos se regresaron porque, ya no se podía llegar a tiempo a dónde iban en plan de negocios o de fiestas. Y también se presentaron los casos infames de personas que se trasladaban a funerales de amigos o familiares.

Un amplio segmento de pasajeros, ni siquiera reclamó su indemnización aunque sea por falla imputable a la empresa, porque perderá días, semanas o meses y recursos financieros en idas y vueltas.

De última hora, uno de los ejecutivos de la línea aérea les reveló que las cancelaciones se dieron por falta de tripulantes a los que no se les renovó el contrato. Y que tenían sus horas de vuelos agotadas.

Era una cosa que los empresarios y los directivos de la aerolínea ya conocían desde hacía un mes y de todos modos sobre vendieron los lugares.

Es como un fraude, en el que dolosamente colocó a Interjet en medio de sus propios vientos perturbadores, cuando para llevar hacia arriba sus utilidades millonarias, el prestigio de los clientes los lleva en picada.

De última hora, uno de los ejecutivos de la línea aérea les reveló que las cancelaciones se dieron por falta de tripulantes a los que no se les renovó el contrato. Y que tenían sus horas de vuelos agotadas. Era una cosa que los empresarios y los directivos de la aerolínea ya conocían desde hacía un mes y de todos modos sobre vendieron los lugares.

Por la crisis de Interjet que el pasado fin de semana no estalló en el aire sino en tierra firme, evidentemente que la preferencia entre los pasajeros hacia esta empresa empezó a caer en picada. Veintisiete vuelos se cancelaron y once más se demoraron.

Y en las estaciones áreas como la de Ciudad de México que tuvo una especie de efecto de dominó en el aire, los millares de usuarios se arremolinaron en las turbulencias de la desorganización premeditada de los directivos y operadores.No es la primera vez que esta aerolínea se levanta con el récord de la que más interrupciones de rutas ordenan. A su vez, instruye a los responsables de los módulos para que ignoren o no resuelvan las demandas a los reclamantes.

La Procuraduría Federal del Consumidor, sabe que la pesada sobre venta de los boletos a la que se acostumbraron, es una atadura para que las aeronaves no puedan despegar con su bitácora segura. Cambios al por mayor y resoluciones de último momento que protegen a su flota a y la compañía desde el punto de vista financiero, afectan a la comunidad usuaria.

No hay quien los mande. Se atienen a una visible complicidad entre autoridades y empresarios. O las ominosas lagunas de las leyes en la materia.

Mientras en la CDMX desde el 27 de julio, se resintieron las primeras cancelaciones, pero que se desencadenaron hasta los aeropuertos de las distintas ciudades del país, entre los que se encuentran Culiacán y Mazatlán, en este escenario, salió a la luz el trato despótico e irónico contra los viajeros varados.

Una mezcla de sarcasmo y cinismo que se asemejan mucho. Cuentan afectados que las supuestas compensaciones, previstas en la Ley de Aviación Civil, que les leyeron de mala gana, no se ajustan a la realidad. Son simplemente un recurso distractor.

Prácticamente todo lo tenían planeado. Nadie quiso informar a que se debieron las anulaciones de las salidas. Los empleados que debían escucharlos, desaparecieron como por arte de magia.

Ante las largas filas de usuarios en espera, que rebasaron el millar en la capital de la República, solamente distribuyeron entre ellos 100 ó 200 cupones para comida. Y el resto de los demandantes, entre los que hubo familias enteras sin dinero, se tuvieron que aguantar.

Lo mismo sucedió cuando asignaron cuartos de hotel. Había pero no para todos. La mayoría perdió dinero, porque escogió otras interconexiones o medios de transporte para ir a sus destinos. Otros pagaron sus alimentos y su hospedaje sin que nadie se hiciera responsable.

Muchos se regresaron porque, ya no se podía llegar a tiempo a dónde iban en plan de negocios o de fiestas. Y también se presentaron los casos infames de personas que se trasladaban a funerales de amigos o familiares.

Un amplio segmento de pasajeros, ni siquiera reclamó su indemnización aunque sea por falla imputable a la empresa, porque perderá días, semanas o meses y recursos financieros en idas y vueltas.

De última hora, uno de los ejecutivos de la línea aérea les reveló que las cancelaciones se dieron por falta de tripulantes a los que no se les renovó el contrato. Y que tenían sus horas de vuelos agotadas.

Era una cosa que los empresarios y los directivos de la aerolínea ya conocían desde hacía un mes y de todos modos sobre vendieron los lugares.

Es como un fraude, en el que dolosamente colocó a Interjet en medio de sus propios vientos perturbadores, cuando para llevar hacia arriba sus utilidades millonarias, el prestigio de los clientes los lleva en picada.

De última hora, uno de los ejecutivos de la línea aérea les reveló que las cancelaciones se dieron por falta de tripulantes a los que no se les renovó el contrato. Y que tenían sus horas de vuelos agotadas. Era una cosa que los empresarios y los directivos de la aerolínea ya conocían desde hacía un mes y de todos modos sobre vendieron los lugares.