/ jueves 11 de marzo de 2021

Desde la penumbra, Quirino quiere acabar a Sergio

Por los sombríos entresijos del proceso electoral en marcha, movido por posibles temores, el gobernador Quirino Ordaz Coppel mantiene en pie, una lucha para aniquilar a todo lo huela a lo que fue el denominado “Grupo Culiacán”, una de las corrientes más recientes del Partido Revolucionario Institucional que se anunció para servir como contrapeso a las decisiones verticales que se acostumbraron desde la cúspide partidista durante años.

Desde la estrechez de esos espacios oscuros, el mandatario que tiene un pleito casado, pareciera que carga con la consigna de acabar a Sergio Torres Félix, quien ayer recibió la constancia oficial como candidato a la gubernatura por Movimiento Ciudadano, ante el que interfirió para que le cerrara las puertas, infructuosamente.

La estrategia gubernamental que no se observa al utilizar un cristal común y corriente, se aprecia cuando la lupa se enfoca hacia ciertos elementos que se reacomodan o se mueven para desaparecer o para reinsertarse en otras partes.

El último caso concreto, lo representó Manuel Osuna Lizárraga, quien a unas horas de comprometer su palabra para que lo presentaran ante los medios de comunicación como abanderado a la alcaldía de Culiacán, por MC, y cumplir uno de sus máximos sueños como político, se hizo el perdedizo.

Sin avisar y a pesar de jurar que asumiría ese papel, se rajó como calabaza que cayó en piso de concreto y desde más de 15 metros de altura.

Llamó la atención que primero se ilusionó al grado de fascinación y de un golpe, prácticamente se fue y “ni por la feria volvió”.

No obstante, algunos de sus amigos, revelaron que desde Palacio de Gobierno le giraron una invitación, después le dieron instrucciones para que desistiera de ese propósito. Luego lo convencieron y se esfumó.

Otros dicen que fue el propio titular del Ejecutivo, quien le envió mensajes en código político de advertencia.

Curiosamente, luego de que este muchacho renunciara a la Coordinación de Servicios Regionales de la Secretaría de Educación Pública y Cultura, donde se enfadó porque no lo dejaron crecer políticamente y le limitaron los recursos económicos para que no figurara, juró que no regresaría a la administración estatal sinaloense.

Un caso similar se dio con Francisco Antonio Castañeda, a quien relegaron en la dirección del Instituto de Desarrollo Social y lo bloquearon por todos lados. Su pecado, fue conservar una cercanía con Sergio Torres Félix.

También dimitió a los meses porque le impusieron una “camisa de fuerza”. Para que no se moviera.

Los puestos de estos dos colaboradores del Gobierno del Estado, tuvieron las mismas características. Sin capacidad de maniobra política y financiera. Y sin labores notables.

La función de ambas oficinas, se redujo a ser un mecanismo de simple servicio postal: de recibir y entregar documentos. De mera tramitología.

El ex alcalde de la capital de Sinaloa, igual abandonó su lugar y por lo que expresó, resolvió no volver nunca jamás a una institución de ese tipo.

Como le propusieron una candidatura por Movimiento Ciudadano, el titular del Ejecutivo lo reimplantó en la sede de Vialidad y Transportes, y lo neutralizó como a otros para que no la lograra.

En la cadena de derrocamiento de piezas que se echó a andar, un operador del Gobierno del Estado, alejó a Gabriel Ballardo Valdez que sería abanderado a diputado federal o local emecista por uno de los distritos culiacanenses, pero lo paralizaron como con pistola eléctrica.

Estiloso en el engaño y en faltar a su palabra, se fue de pretenso a legislador local por el Distrito 12 a propuesta del PRI en la alianza Va por Sinaloa que complementan PAN y PRD. Le tirará “pedradas a la luna”.

Uno de ellos, asegura que en la Dirección de Gobierno les señalaron que tienen en sus manos sus expedientes negros.

Lo cierto, es que además de la disputa pública, hay una oculta que Quirino Ordaz Coppel despliega en las penumbras del poder, no solo por coraje contra Sergio Torres Félix, sino por diversos recelos de que crezca como candidato a la silla que todavía ocupa.


Por los sombríos entresijos del proceso electoral en marcha, movido por posibles temores, el gobernador Quirino Ordaz Coppel mantiene en pie, una lucha para aniquilar a todo lo huela a lo que fue el denominado “Grupo Culiacán”, una de las corrientes más recientes del Partido Revolucionario Institucional que se anunció para servir como contrapeso a las decisiones verticales que se acostumbraron desde la cúspide partidista durante años.

Desde la estrechez de esos espacios oscuros, el mandatario que tiene un pleito casado, pareciera que carga con la consigna de acabar a Sergio Torres Félix, quien ayer recibió la constancia oficial como candidato a la gubernatura por Movimiento Ciudadano, ante el que interfirió para que le cerrara las puertas, infructuosamente.

La estrategia gubernamental que no se observa al utilizar un cristal común y corriente, se aprecia cuando la lupa se enfoca hacia ciertos elementos que se reacomodan o se mueven para desaparecer o para reinsertarse en otras partes.

El último caso concreto, lo representó Manuel Osuna Lizárraga, quien a unas horas de comprometer su palabra para que lo presentaran ante los medios de comunicación como abanderado a la alcaldía de Culiacán, por MC, y cumplir uno de sus máximos sueños como político, se hizo el perdedizo.

Sin avisar y a pesar de jurar que asumiría ese papel, se rajó como calabaza que cayó en piso de concreto y desde más de 15 metros de altura.

Llamó la atención que primero se ilusionó al grado de fascinación y de un golpe, prácticamente se fue y “ni por la feria volvió”.

No obstante, algunos de sus amigos, revelaron que desde Palacio de Gobierno le giraron una invitación, después le dieron instrucciones para que desistiera de ese propósito. Luego lo convencieron y se esfumó.

Otros dicen que fue el propio titular del Ejecutivo, quien le envió mensajes en código político de advertencia.

Curiosamente, luego de que este muchacho renunciara a la Coordinación de Servicios Regionales de la Secretaría de Educación Pública y Cultura, donde se enfadó porque no lo dejaron crecer políticamente y le limitaron los recursos económicos para que no figurara, juró que no regresaría a la administración estatal sinaloense.

Un caso similar se dio con Francisco Antonio Castañeda, a quien relegaron en la dirección del Instituto de Desarrollo Social y lo bloquearon por todos lados. Su pecado, fue conservar una cercanía con Sergio Torres Félix.

También dimitió a los meses porque le impusieron una “camisa de fuerza”. Para que no se moviera.

Los puestos de estos dos colaboradores del Gobierno del Estado, tuvieron las mismas características. Sin capacidad de maniobra política y financiera. Y sin labores notables.

La función de ambas oficinas, se redujo a ser un mecanismo de simple servicio postal: de recibir y entregar documentos. De mera tramitología.

El ex alcalde de la capital de Sinaloa, igual abandonó su lugar y por lo que expresó, resolvió no volver nunca jamás a una institución de ese tipo.

Como le propusieron una candidatura por Movimiento Ciudadano, el titular del Ejecutivo lo reimplantó en la sede de Vialidad y Transportes, y lo neutralizó como a otros para que no la lograra.

En la cadena de derrocamiento de piezas que se echó a andar, un operador del Gobierno del Estado, alejó a Gabriel Ballardo Valdez que sería abanderado a diputado federal o local emecista por uno de los distritos culiacanenses, pero lo paralizaron como con pistola eléctrica.

Estiloso en el engaño y en faltar a su palabra, se fue de pretenso a legislador local por el Distrito 12 a propuesta del PRI en la alianza Va por Sinaloa que complementan PAN y PRD. Le tirará “pedradas a la luna”.

Uno de ellos, asegura que en la Dirección de Gobierno les señalaron que tienen en sus manos sus expedientes negros.

Lo cierto, es que además de la disputa pública, hay una oculta que Quirino Ordaz Coppel despliega en las penumbras del poder, no solo por coraje contra Sergio Torres Félix, sino por diversos recelos de que crezca como candidato a la silla que todavía ocupa.