/ martes 3 de septiembre de 2019

A los panistas les mandarán candidato

Sin una figura de peso específico político y sin tiempo suficiente para moldearla, desde la capital de la República, la cúpula del Partido Acción Nacional maquina la posibilidad de imponer como candidato a la gubernatura para el 2021, a Juan Carlos Castañón, presidente del Consejo Coordinador Empresarial, en algún tiempo, principal crítico del gobierno de Andrés Manuel López Obrador.

La idea se empieza a moldear para que les alcancen los plazos que marca un calendario electoral que abrirá el proceso electoral desde el 2020.

El panismo en Sinaloa se enfrenta a dos conflictos. La urgencia de adquirir una imagen de cuerpo entero que reconstruya los escombros en que lo dejó la elección del primero de julio del 2018, y que aplastó a los grupos en una contienda interna por administrar el despojo, que elevó a la dirigencia a Juan Carlos Estrada.

Y también, a la desconfianza de que los pocos militantes que quedan, renuncien o huyan hacia otros partidos, porque no les permitan elegir libremente a su abanderado.

En la Ciudad de México, Marko Cortés, aparentemente es el promotor número u o de ello. Así cobra sus primeras formas el rumor de que el empresario, que nació en Los Mochis y se desarrolló en lo que era el Distrito Federal, vaya directo a representar los intereses de los panistas del estado en la elección próxima.

Falta que el titular del CCE, quiera y acepte. Y que la precaria estructura humana que se quedó en las filas, igualmente lo admita.

Sin embargo, las bases no tienen de dónde echar mano.

Esa es la grave disyuntiva.

El Partido de la Revolución Democrática es un cero a la izquierda. Sus precarios remanentes humanos buscarán ser cola. Y de ratón, aparte.

En el PRI no hay mucha esperanza. Un cuadro de derrotados luce ante los electores, particularmente con su directivo estatal, Jesús Valdez Palazuelos a quien le esperan momentos aciagos por su comportamiento como alcalde de Culiacán.

Mientras que los que pudieran dar la batalla como Sergio Torres Félix o Francisco Antonio Castañeda Verduzco, con cargos en el gabinete Quirinista, les sobra el trabajo los buscan acotar.

Es más probable que los senadores morenistas, Imelda Castro y Rubén Rocha, tengan un destino electoralmente más cierto.

O Héctor Melesio Cuén Ojeda y Gerardo Vargas Landeros, del Partido Sinaloense y de Redes Sociales Progresistas, respectivamente. Por el momento.

Dependerá de las alianzas que se logren, para las que ya se “coquetean” unos a otros.

Vuelve la lucha al Congreso.

En unos días más, el Congreso de Estado regresará a ser la arena de lucha entre los diputados morenistas y priistas. Las cuentas públicas que todavía están pendientes y que harán “morder el suelo” a por lo menos dos ediles, arrojarán sus primeras consecuencias.

De acuerdo a lo que se dice, se actuará como nunca antes se hizo y ese remolino de observaciones arrastrará a un par de munícipes a los que se les acabó el plazo legal subsanar lo que ignoraron. No habrá marcha atrás porque las pruebas documentales los harán caer en desgracia y se tratará de dar un ejemplo de que las cosas ya no son igual que antes.

Hay quienes sostienen que todo concluirá en un circo “Romano” mientras reina la expectativa previa de los encontronazos que son costumbre, se concreten en realidades que sirvan a la gente.

Sin una figura de peso específico político y sin tiempo suficiente para moldearla, desde la capital de la República, la cúpula del Partido Acción Nacional maquina la posibilidad de imponer como candidato a la gubernatura para el 2021, a Juan Carlos Castañón, presidente del Consejo Coordinador Empresarial, en algún tiempo, principal crítico del gobierno de Andrés Manuel López Obrador.

La idea se empieza a moldear para que les alcancen los plazos que marca un calendario electoral que abrirá el proceso electoral desde el 2020.

El panismo en Sinaloa se enfrenta a dos conflictos. La urgencia de adquirir una imagen de cuerpo entero que reconstruya los escombros en que lo dejó la elección del primero de julio del 2018, y que aplastó a los grupos en una contienda interna por administrar el despojo, que elevó a la dirigencia a Juan Carlos Estrada.

Y también, a la desconfianza de que los pocos militantes que quedan, renuncien o huyan hacia otros partidos, porque no les permitan elegir libremente a su abanderado.

En la Ciudad de México, Marko Cortés, aparentemente es el promotor número u o de ello. Así cobra sus primeras formas el rumor de que el empresario, que nació en Los Mochis y se desarrolló en lo que era el Distrito Federal, vaya directo a representar los intereses de los panistas del estado en la elección próxima.

Falta que el titular del CCE, quiera y acepte. Y que la precaria estructura humana que se quedó en las filas, igualmente lo admita.

Sin embargo, las bases no tienen de dónde echar mano.

Esa es la grave disyuntiva.

El Partido de la Revolución Democrática es un cero a la izquierda. Sus precarios remanentes humanos buscarán ser cola. Y de ratón, aparte.

En el PRI no hay mucha esperanza. Un cuadro de derrotados luce ante los electores, particularmente con su directivo estatal, Jesús Valdez Palazuelos a quien le esperan momentos aciagos por su comportamiento como alcalde de Culiacán.

Mientras que los que pudieran dar la batalla como Sergio Torres Félix o Francisco Antonio Castañeda Verduzco, con cargos en el gabinete Quirinista, les sobra el trabajo los buscan acotar.

Es más probable que los senadores morenistas, Imelda Castro y Rubén Rocha, tengan un destino electoralmente más cierto.

O Héctor Melesio Cuén Ojeda y Gerardo Vargas Landeros, del Partido Sinaloense y de Redes Sociales Progresistas, respectivamente. Por el momento.

Dependerá de las alianzas que se logren, para las que ya se “coquetean” unos a otros.

Vuelve la lucha al Congreso.

En unos días más, el Congreso de Estado regresará a ser la arena de lucha entre los diputados morenistas y priistas. Las cuentas públicas que todavía están pendientes y que harán “morder el suelo” a por lo menos dos ediles, arrojarán sus primeras consecuencias.

De acuerdo a lo que se dice, se actuará como nunca antes se hizo y ese remolino de observaciones arrastrará a un par de munícipes a los que se les acabó el plazo legal subsanar lo que ignoraron. No habrá marcha atrás porque las pruebas documentales los harán caer en desgracia y se tratará de dar un ejemplo de que las cosas ya no son igual que antes.

Hay quienes sostienen que todo concluirá en un circo “Romano” mientras reina la expectativa previa de los encontronazos que son costumbre, se concreten en realidades que sirvan a la gente.