/ lunes 13 de julio de 2020

Las señas de Quirino y los nuevos escenarios

Tras cumplirse dos años de la gigantesca ola electoral que expulsó finalmente al PRI de Los Pinos, el gobernador Quirino Ordaz Coppel con una expresión poco usual a las que estila, envió señales sobre los caminos probables que tomará su equipo y que los conducirán hacia los nuevos escenarios del 2021. El objeto es quedar bajo la protección del poder federal en turno y del que seguro llegará al estado, con un color distinto al que lo llevó a Palacio.

Y evitar en corto la posibilidad de que se reedite la persecución que acostumbran a practicar los que arriban sobre los que se van al destapar supuestas irregularidades de corrupción o para cubrir la falta de experiencia para administrar una entidad con carencias que se le acumularon a través de los años.

Claramente la afirmación de que cualquier frente o freno contra el presidente de la República Andrés Manuel López Obrador, es una “tontera”, sirvió para ubicar el punto del tramo hacia donde tira su carreta.

Esa postura que se hizo pública el pasado dos de julio, es evidente que lo puso en contra de los principales personajes de su línea. Les echó un balde de agua fría a los empresarios, que en algunas partes del país financian y manejan los ataques contra la figura presidencial y que lo empezaron a ver como uno de los traidores a su origen.

E igual eso lo separó de los verdaderos militantes del Partido Revolucionario Institucional, con los que nunca tuvo mucha cercanía, pero que todavía creen que con trabajo y lucha, pueden resucitar a su instituto.

El término que usó se complementó con aquel de la primera vez que recibió a AMLO en Sinaloa y en lo que dijo a los presentes, que el tabasqueño “es a toda madre”.

Fue como un cierre de círculo para confirmar lo que muchos priistas e integrantes de su gabinete comentan: que el mandatario desde hace tiempo que se las juega con Morena y hacia allá prepara su partida en cuanto se libere la convocatoria para el proceso electoral del año entrante.

Pero este último partido está atrapado en una escena muy dantesca. El oleaje que causaron los votantes el 2018 pareciera que también los hizo naufragar y los tiró en una isla desconocida. No saben preparar el terreno electoral.

Desaprovecharon dos años y cuando los actores se encuentran en la antesala de las elecciones para renovar la gubernatura, el Congreso del Estado y los 18 ayuntamientos, carecen de estructura. Que no alcanzarán a construir en lo que falta para que se convoque y se desarrolle el suceso. Prácticamente se les acabó el tiempo.

El priismo, es un cascaron que sigue con sus mismas prácticas nocivas e ignora a los pocos militantes que los trata como de tercera clase. Los partidos de Acción Nacional y el de la Revolución Democrática están en su peor circunstancia. Huecos y con directivos como Juan Cargos Estrada y Audómar Ahumada Quintero, que no les queda otra opción más que la de gritar para ver que sacan.

A esa escena, solamente el Partido Sinaloense que encabeza Héctor Melesio Cuén Ojeda participará con una columna vertebral consistente. Le sobra la labor social y política. Sus filas las engrosan todos los días más ciudadanos. Cargan con una artillería asombrosa.

En este paisaje escénico electoral, hay algo que no se ha visto con detenimiento. Es la Confederación Autónoma de Trabajadores y Empleados de México que dirige Armando Heraldez Machado. La CATEM en silencio, reclutó a miles de obreros, empleados, amas de casa, profesionistas, campesinos, pescadores y muchos miembros de segmentos hacen de ésta, una especie de mega fuerza.

Y en el plan de desmantelamiento del Gobierno Federal, le arrebató a casi todos los sindicatos y organizaciones que explotó por muchos años la vetusta Confederación de Trabajadores de México.

Ya cuenta con la mitad de los gremios de los ayuntamientos que hay en la entidad y con millares de socios del Sindicato de Trabajadores al Servicio del Estado de Sinaloa que emigraron. Todo indica que dejó sin sectores obrero y popular al Revolucionario Institucional que yace en ruinas.

Es obvio, que en este nuevo marco se moverán las cosas.

Tras cumplirse dos años de la gigantesca ola electoral que expulsó finalmente al PRI de Los Pinos, el gobernador Quirino Ordaz Coppel con una expresión poco usual a las que estila, envió señales sobre los caminos probables que tomará su equipo y que los conducirán hacia los nuevos escenarios del 2021. El objeto es quedar bajo la protección del poder federal en turno y del que seguro llegará al estado, con un color distinto al que lo llevó a Palacio.

Y evitar en corto la posibilidad de que se reedite la persecución que acostumbran a practicar los que arriban sobre los que se van al destapar supuestas irregularidades de corrupción o para cubrir la falta de experiencia para administrar una entidad con carencias que se le acumularon a través de los años.

Claramente la afirmación de que cualquier frente o freno contra el presidente de la República Andrés Manuel López Obrador, es una “tontera”, sirvió para ubicar el punto del tramo hacia donde tira su carreta.

Esa postura que se hizo pública el pasado dos de julio, es evidente que lo puso en contra de los principales personajes de su línea. Les echó un balde de agua fría a los empresarios, que en algunas partes del país financian y manejan los ataques contra la figura presidencial y que lo empezaron a ver como uno de los traidores a su origen.

E igual eso lo separó de los verdaderos militantes del Partido Revolucionario Institucional, con los que nunca tuvo mucha cercanía, pero que todavía creen que con trabajo y lucha, pueden resucitar a su instituto.

El término que usó se complementó con aquel de la primera vez que recibió a AMLO en Sinaloa y en lo que dijo a los presentes, que el tabasqueño “es a toda madre”.

Fue como un cierre de círculo para confirmar lo que muchos priistas e integrantes de su gabinete comentan: que el mandatario desde hace tiempo que se las juega con Morena y hacia allá prepara su partida en cuanto se libere la convocatoria para el proceso electoral del año entrante.

Pero este último partido está atrapado en una escena muy dantesca. El oleaje que causaron los votantes el 2018 pareciera que también los hizo naufragar y los tiró en una isla desconocida. No saben preparar el terreno electoral.

Desaprovecharon dos años y cuando los actores se encuentran en la antesala de las elecciones para renovar la gubernatura, el Congreso del Estado y los 18 ayuntamientos, carecen de estructura. Que no alcanzarán a construir en lo que falta para que se convoque y se desarrolle el suceso. Prácticamente se les acabó el tiempo.

El priismo, es un cascaron que sigue con sus mismas prácticas nocivas e ignora a los pocos militantes que los trata como de tercera clase. Los partidos de Acción Nacional y el de la Revolución Democrática están en su peor circunstancia. Huecos y con directivos como Juan Cargos Estrada y Audómar Ahumada Quintero, que no les queda otra opción más que la de gritar para ver que sacan.

A esa escena, solamente el Partido Sinaloense que encabeza Héctor Melesio Cuén Ojeda participará con una columna vertebral consistente. Le sobra la labor social y política. Sus filas las engrosan todos los días más ciudadanos. Cargan con una artillería asombrosa.

En este paisaje escénico electoral, hay algo que no se ha visto con detenimiento. Es la Confederación Autónoma de Trabajadores y Empleados de México que dirige Armando Heraldez Machado. La CATEM en silencio, reclutó a miles de obreros, empleados, amas de casa, profesionistas, campesinos, pescadores y muchos miembros de segmentos hacen de ésta, una especie de mega fuerza.

Y en el plan de desmantelamiento del Gobierno Federal, le arrebató a casi todos los sindicatos y organizaciones que explotó por muchos años la vetusta Confederación de Trabajadores de México.

Ya cuenta con la mitad de los gremios de los ayuntamientos que hay en la entidad y con millares de socios del Sindicato de Trabajadores al Servicio del Estado de Sinaloa que emigraron. Todo indica que dejó sin sectores obrero y popular al Revolucionario Institucional que yace en ruinas.

Es obvio, que en este nuevo marco se moverán las cosas.