/ lunes 29 de noviembre de 2021

La salud, base del desarrollo social

No se puede concebir el desarrollo de una nación si no se tiene como base el funcionamiento de un sistema de salud integral que garantice la sanidad y la atención hospitalaria digna y profesional de la totalidad de los ciudadanos, sin distingos de clase, región, estatus o nivel socioeconómico.

Tener salud es el punto de partida para hacer realidad el ejercicio del resto de los derechos consagrados en las constituciones modernas, por cierto con mucho orgullo los mexicanos podemos presumir que la nuestra ha sido considerada la primer constitucional social del mundo por su identidad garantista desde que fue promulgada un 05 de febrero de 1917.

Los mexicanos tenemos estipulado el derecho a la salud en el artículo cuarto constitucional, que textualmente dice lo siguiente: ”Toda Persona tiene derecho a la protección de la salud. La Ley definirá las bases y modalidades para el acceso a los servicios de salud y establecerá la concurrencia de la Federación y las entidades federativas en materia de salubridad general, conforme a lo que dispone la fracción XVI del artículo 73 de esta Constitución. La Ley definirá un sistema de salud para el bienestar, con el fin de garantizar la extensión progresiva, cuantitativa y cualitativa de los servicios de salud para la atención integral y gratuita de las personas que no cuenten con seguridad social.”

Hago este preámbulo sobre la garantía a la salud para comentar algunos datos muy recientes y preocupantes sobre el valor opuesto o la antípoda de la salud, que es la muerte o letalidad. Las dolorosas cifras de muertes extraordinarias que lamentablemente hemos registrado en el país el año pasado, dadas a conocer hace unos días por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) y que tienen su explicación en los extragos que nos causó la pandemia del Covid 19 -que extinguió circunstancialmente la vida de muchísimas personas-, nos deben mover a la reflexión, el análisis y la acción.

De acuerdo a este órgano constitucional autónomo “durante el 2020 en México se contabilizaron, mediante los registros administrativos generados a partir de los certificados de defunción suministrados por las oficialías del Registro Civil, los Servicios Médicos Forenses y los cuadernos estadísticos proporcionados por las Agencias del Ministerio Público, un total de 1 086 743 muertes.”

Para dimensionar el impacto, hay que tomar en cuenta que las defunciones totales el año previo (2019) fueron en general 747,784. Estamos hablando de 338,959 fallecimientos extras a los niveles tradicionales que veníamos teniendo en los últimos cinco años. Además, la tasa de defunciones registradas por cada 10,000 habitantes fue de 86, superior en 27 unidades respecto a la información definitiva del año anterior.

Otros dos datos muy importantes que contiene el informe del INEGI, son los siguientes: 1) Del total de defunciones, el 92.4% se debieron a enfermedades y problemas relacionados con la salud, mientras que 7.6% fueron por causas externas, principalmente accidentes, homicidios y suicidios. 2) Las tres principales causas de muerte a nivel nacional fueron las enfermedades del corazón, la COVID-19 y la diabetes mellitus. Los homicidios representaron la sexta causa de muerte en hombres.

Como podemos apreciar, las complicaciones en la salud (con o sin Covid) son la causa fundamental de la muerte en México y desde luego también en el resto del mundo. Por ello debemos aplicarnos todos desde nuestros hogares a ser promotores de estilos de vida saludables que nos ayuden evitar los padecimientos más vinculados a la letalidad. Sin salud, el resto de los derechos tienen poco sentido, pues estamos atentando contra el principal bien jurídico tutelado por el Estado que es la vida. Si queremos un robusto estado de bienestar, la prioridad siempre será la salud. La responsabilidad, la previsión y el trabajo en equipo son la clave.

No se puede concebir el desarrollo de una nación si no se tiene como base el funcionamiento de un sistema de salud integral que garantice la sanidad y la atención hospitalaria digna y profesional de la totalidad de los ciudadanos, sin distingos de clase, región, estatus o nivel socioeconómico.

Tener salud es el punto de partida para hacer realidad el ejercicio del resto de los derechos consagrados en las constituciones modernas, por cierto con mucho orgullo los mexicanos podemos presumir que la nuestra ha sido considerada la primer constitucional social del mundo por su identidad garantista desde que fue promulgada un 05 de febrero de 1917.

Los mexicanos tenemos estipulado el derecho a la salud en el artículo cuarto constitucional, que textualmente dice lo siguiente: ”Toda Persona tiene derecho a la protección de la salud. La Ley definirá las bases y modalidades para el acceso a los servicios de salud y establecerá la concurrencia de la Federación y las entidades federativas en materia de salubridad general, conforme a lo que dispone la fracción XVI del artículo 73 de esta Constitución. La Ley definirá un sistema de salud para el bienestar, con el fin de garantizar la extensión progresiva, cuantitativa y cualitativa de los servicios de salud para la atención integral y gratuita de las personas que no cuenten con seguridad social.”

Hago este preámbulo sobre la garantía a la salud para comentar algunos datos muy recientes y preocupantes sobre el valor opuesto o la antípoda de la salud, que es la muerte o letalidad. Las dolorosas cifras de muertes extraordinarias que lamentablemente hemos registrado en el país el año pasado, dadas a conocer hace unos días por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) y que tienen su explicación en los extragos que nos causó la pandemia del Covid 19 -que extinguió circunstancialmente la vida de muchísimas personas-, nos deben mover a la reflexión, el análisis y la acción.

De acuerdo a este órgano constitucional autónomo “durante el 2020 en México se contabilizaron, mediante los registros administrativos generados a partir de los certificados de defunción suministrados por las oficialías del Registro Civil, los Servicios Médicos Forenses y los cuadernos estadísticos proporcionados por las Agencias del Ministerio Público, un total de 1 086 743 muertes.”

Para dimensionar el impacto, hay que tomar en cuenta que las defunciones totales el año previo (2019) fueron en general 747,784. Estamos hablando de 338,959 fallecimientos extras a los niveles tradicionales que veníamos teniendo en los últimos cinco años. Además, la tasa de defunciones registradas por cada 10,000 habitantes fue de 86, superior en 27 unidades respecto a la información definitiva del año anterior.

Otros dos datos muy importantes que contiene el informe del INEGI, son los siguientes: 1) Del total de defunciones, el 92.4% se debieron a enfermedades y problemas relacionados con la salud, mientras que 7.6% fueron por causas externas, principalmente accidentes, homicidios y suicidios. 2) Las tres principales causas de muerte a nivel nacional fueron las enfermedades del corazón, la COVID-19 y la diabetes mellitus. Los homicidios representaron la sexta causa de muerte en hombres.

Como podemos apreciar, las complicaciones en la salud (con o sin Covid) son la causa fundamental de la muerte en México y desde luego también en el resto del mundo. Por ello debemos aplicarnos todos desde nuestros hogares a ser promotores de estilos de vida saludables que nos ayuden evitar los padecimientos más vinculados a la letalidad. Sin salud, el resto de los derechos tienen poco sentido, pues estamos atentando contra el principal bien jurídico tutelado por el Estado que es la vida. Si queremos un robusto estado de bienestar, la prioridad siempre será la salud. La responsabilidad, la previsión y el trabajo en equipo son la clave.