/ lunes 26 de febrero de 2024

Microscopio Social | Sexenio con crecimiento nulo

Ninguna institución pública, privada o social puede ser viable si carece de crecimiento. En México ya vivimos una época dorada de crecimiento económico en los años 60´s con tasas de crecimiento económico anual del 6% (el Desarrollo Estabilizador), hay que decir en sintonía con el resto del mundo, pues se vivía el boom ocasionado por la reconstrucción de la posguerra. Después vino la docena trágica de populismo estatista y quiebra del Estado con Echeverría y López Portillo, y el periodo de ajuste económico en los 80´s marcado por el crecimiento nulo. Después de tres décadas de crecimiento (“neoliberal”) al 2.2% anual, volveremos a un crecimiento prácticamente nulo del 0.8 por ciento anual durante el ineficaz sexenio de la 4T.

Existe un consenso entre los estudiosos de la economía, que México ha desperdiciado seis años marcados por el derroche de recursos públicos, la destrucción de proyectos detonadores del desarrollo como el Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAIM) y la concentración de recursos públicos en “elefantes blancos” que no sólo han resultados fallidos sino que su probable tasa de retorno será de muy largo plazo y requerirán por mucho tiempo recibir subsidios pagados por todos los mexicanos.

Los casos los conocemos todos. La refinería de Dos Bocas, que no ha producido un litro de gasolina y terminó costando el doble de lo presupuestado, además de plantearla en un momento en que los combustibles fósiles van de salida y se trata de un derivado cuyos márgenes de ganancia son minúsculos frente al gran negocio internacional que es la exploración y producción de petróleo. Por algo es el precio del petróleo lo que mueve los mercados internacionales y no el precio de la gasolina. Pero en este gobierno pesan más los dogmas que la realidad.

Lo mismo podemos decir de la tragedia ecológica que ha sido el Tren Maya, insistiendo en un medio de transporte en desuso debido a la mayor rentabilidad de la transportación aérea y terrestre, y también debido a los altos costos de la movilidad ferroviaria, que no los hace rentables en ninguna parte del mundo (son mayormente subsidiados) y los que existen en Europa por ejemplo funcionan sólo para conectar grandes ciudades. Por algo el mercado, la mano invisible (Adam Smith dixit) que no es otra cosa que el comportamiento agregado de los consumidores (el pueblo), no los extraña ni le interesan, y sólo sobreviven los que tienen un atractivo puramente turístico que no de transportación, como nuestro tren Chepe que recorre 350 kilómetros en nueve horas desde Los Mochis a Creel, Chihuahua.

A México le urge dejar de perder el tiempo en anacronismos. Le urge ponerse a la altura de los retos y las necesidades que tienen las nuevas generaciones. Ya volvimos a perder seis años en pura destrucción y estancamiento económico. Como nos recuerda el economista Víctor Piz (El Financiero, 23/Feb/2024), “con la actualización que hizo el INEGI de las cifras de 2020 y 2021, México tiene un crecimiento promedio anual de 0.8 por ciento en los cinco años que van del gobierno del presidente López Obrador. Aún faltan siete meses para que concluya la administración, pero este será el sexenio de más bajo crecimiento desde el de Miguel de la Madrid, de 1983 a 1988, cuando la economía nacional se estancó. Si bien el PIB de México alcanzó al cierre de 2023 un nuevo máximo histórico, el PIB per cápita o por habitante está en niveles similares a los de 2017, por lo que aún tiene un rezago de seis años.”

Hace unos días estuvo en Culiacán el reconocido economista y ex subgobernador del Banco de México, Gerardo Esquivel, y nos hizo una interesante invitación a no posponer acciones claves para que México supere el estancamiento, principalmente 1) Invertir más en infraestructura y comunicaciones (puertos, aeropuertos, carreteras, etc.), 2) Reducir la inseguridad que afecta amplias zonas del país, 3) Enviar señales claras de respeto y compromiso a los acuerdos internacionales, 4) Garantizar la provisión accesible de insumos clave para la producción, y 5) Reducir la corrupción para garantizar piso parejo. La 4T ha sido una calamidad en todo esto. Han sido seis años de derroche sin visión ni rentabilidad.

En este momento lo que nos corresponde hacer a los mexicanos es ver hacia adelante y apoyarnos en las fortalezas que tenemos como país. Dado que somos el décimo país más poblado del mundo (130 millones) contamos con una fuerza laboral de 60 millones de personas (económicamente activas) y una edad promedio súper productiva de 30 años. Somos el destino más atractivo para la relocalización empresarial (nearshoring) y una de las economías más abiertas y conectadas del mundo. Tenemos músculos envidiables para crecer en los económico, mejorar en lo social y erradicar males evitables como esos 15 millones de mexicanos que aún viven en pobreza extrema. En pocas palabras solo nos falta un buen gobierno. Este próximo 2 de junio será una oportunidad única para lograr este cambio.



26/Feb/2024.

Ninguna institución pública, privada o social puede ser viable si carece de crecimiento. En México ya vivimos una época dorada de crecimiento económico en los años 60´s con tasas de crecimiento económico anual del 6% (el Desarrollo Estabilizador), hay que decir en sintonía con el resto del mundo, pues se vivía el boom ocasionado por la reconstrucción de la posguerra. Después vino la docena trágica de populismo estatista y quiebra del Estado con Echeverría y López Portillo, y el periodo de ajuste económico en los 80´s marcado por el crecimiento nulo. Después de tres décadas de crecimiento (“neoliberal”) al 2.2% anual, volveremos a un crecimiento prácticamente nulo del 0.8 por ciento anual durante el ineficaz sexenio de la 4T.

Existe un consenso entre los estudiosos de la economía, que México ha desperdiciado seis años marcados por el derroche de recursos públicos, la destrucción de proyectos detonadores del desarrollo como el Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAIM) y la concentración de recursos públicos en “elefantes blancos” que no sólo han resultados fallidos sino que su probable tasa de retorno será de muy largo plazo y requerirán por mucho tiempo recibir subsidios pagados por todos los mexicanos.

Los casos los conocemos todos. La refinería de Dos Bocas, que no ha producido un litro de gasolina y terminó costando el doble de lo presupuestado, además de plantearla en un momento en que los combustibles fósiles van de salida y se trata de un derivado cuyos márgenes de ganancia son minúsculos frente al gran negocio internacional que es la exploración y producción de petróleo. Por algo es el precio del petróleo lo que mueve los mercados internacionales y no el precio de la gasolina. Pero en este gobierno pesan más los dogmas que la realidad.

Lo mismo podemos decir de la tragedia ecológica que ha sido el Tren Maya, insistiendo en un medio de transporte en desuso debido a la mayor rentabilidad de la transportación aérea y terrestre, y también debido a los altos costos de la movilidad ferroviaria, que no los hace rentables en ninguna parte del mundo (son mayormente subsidiados) y los que existen en Europa por ejemplo funcionan sólo para conectar grandes ciudades. Por algo el mercado, la mano invisible (Adam Smith dixit) que no es otra cosa que el comportamiento agregado de los consumidores (el pueblo), no los extraña ni le interesan, y sólo sobreviven los que tienen un atractivo puramente turístico que no de transportación, como nuestro tren Chepe que recorre 350 kilómetros en nueve horas desde Los Mochis a Creel, Chihuahua.

A México le urge dejar de perder el tiempo en anacronismos. Le urge ponerse a la altura de los retos y las necesidades que tienen las nuevas generaciones. Ya volvimos a perder seis años en pura destrucción y estancamiento económico. Como nos recuerda el economista Víctor Piz (El Financiero, 23/Feb/2024), “con la actualización que hizo el INEGI de las cifras de 2020 y 2021, México tiene un crecimiento promedio anual de 0.8 por ciento en los cinco años que van del gobierno del presidente López Obrador. Aún faltan siete meses para que concluya la administración, pero este será el sexenio de más bajo crecimiento desde el de Miguel de la Madrid, de 1983 a 1988, cuando la economía nacional se estancó. Si bien el PIB de México alcanzó al cierre de 2023 un nuevo máximo histórico, el PIB per cápita o por habitante está en niveles similares a los de 2017, por lo que aún tiene un rezago de seis años.”

Hace unos días estuvo en Culiacán el reconocido economista y ex subgobernador del Banco de México, Gerardo Esquivel, y nos hizo una interesante invitación a no posponer acciones claves para que México supere el estancamiento, principalmente 1) Invertir más en infraestructura y comunicaciones (puertos, aeropuertos, carreteras, etc.), 2) Reducir la inseguridad que afecta amplias zonas del país, 3) Enviar señales claras de respeto y compromiso a los acuerdos internacionales, 4) Garantizar la provisión accesible de insumos clave para la producción, y 5) Reducir la corrupción para garantizar piso parejo. La 4T ha sido una calamidad en todo esto. Han sido seis años de derroche sin visión ni rentabilidad.

En este momento lo que nos corresponde hacer a los mexicanos es ver hacia adelante y apoyarnos en las fortalezas que tenemos como país. Dado que somos el décimo país más poblado del mundo (130 millones) contamos con una fuerza laboral de 60 millones de personas (económicamente activas) y una edad promedio súper productiva de 30 años. Somos el destino más atractivo para la relocalización empresarial (nearshoring) y una de las economías más abiertas y conectadas del mundo. Tenemos músculos envidiables para crecer en los económico, mejorar en lo social y erradicar males evitables como esos 15 millones de mexicanos que aún viven en pobreza extrema. En pocas palabras solo nos falta un buen gobierno. Este próximo 2 de junio será una oportunidad única para lograr este cambio.



26/Feb/2024.