/ sábado 27 de febrero de 2021

¡Huele a GAS!

El Ing. Heberto Castillo escribió dos textos sobre los hidrocarburos en México, que leerlos en estos días se hace necesario para tratar de entender la dependencia y falta de gas que está viviendo nuestro país: Ellos son “¡Huele a Gas!”, de editorial Posada, S.A. y “Heberto y el Petróleo” de editorial Proceso.

México ha quemado gas en la atmosfera desde siempre, y ahora dependemos del gas que nos venden, principalmente de Texas, EUA.


“Desde el inicio del boom petrolero, en diciembre de 1976, advertimos del peligro que corría México de quedarse sin hidrocarburos para su desarrollo en los inicios del siglo XXI. Vana fue la lucha contra el torpe afán de resolver las necesidades económicas del país a costa del petróleo y el gas. Para vender petróleo crudo al extranjero en los años 1977-1982 no importó a la dirección de Pemex quemar gas en la atmósfera. Denunciamos, entonces, la quema de 1,500 millones de piés cúbicos diarios en la zona de Reforma, y el director de Pemex, Jorge Díaz Serrano, lo negó sistemáticamente” (Heberto Castillo, Heberto y el Petróleo, Edit. Proceso, pag. 233.)

El 3 de agosto de 1977 el Ing. Heberto Castillo tuvo una entrevista con el Director de Pemex, Jorge Díaz Serrano, y sus asesores, reproduzco parte de ella la cual fue publicada en la Revista Proceso, y forma parte del libro ¡Huele a Gas!, esta entrevista nos da una idea de como pensaba el Presidente José López Portillo y sus funcionarios responsables de la energía:

Insistí que por ello afirmo que el petróleo y el gas lo venden como combustible. Les dije que en la petroquímica valdría 10 veces más.

Diaz Serrano adujo que no había recursos para crear infraestructura necesaria para desarrollar petroquímica. Anunció que la producción en esa rama se incrementaría a tres veces durante este sexenio.

Le dije al ingeniero Díaz Serrano que no era apropiado estar sacando gas de pozos secos para quemarlo. Le demostré con cifras de Pemex que casi el 50 por ciento del gas que se quema provenía de pozos secos.

Díaz Serrano me respondió: “Pero si ya los estamos tapando, ingeniero”.

-¿Entonces, por qué no dejan el petróleo y el gas bajo la tierra? -pregunté.

- El petróleo es como los tomates o las piña, o se consumen o se venden- contestó Díaz Serrano más serio que yo.

-Yo no sé si ustedes piensan que el petróleo, como los tomates o la piña, se pudre. Yo no sé mucho de petróleo, lo que sé es que no se pudré. ¿Sería conveniente, por otro lado, embarcar tomate, plátano o piña mexicanos para entregarlos a Estados Unidos sin antes fijar precio? ¿Eso se hace con el gas actualmente?.

-Ingeniero, no crea usted que estamos entregando nada. ¡No sabe usted qué pleito tenemos en Estados Unidos por el precio!

Fue entonces cuando escuché una vez más la tesis de que México debe aprovechar la coyuntura de fuerza. Estados Unidos necesita petróleo y gas, nosotros lo tenemos, me dijeron.

Expliqué que hay una posición de fuerza de México. “Es hora de vender el gas y el petróleo”, insistieron.

Ciertamente hay una posición de fuerza, les dije, la de Estados Unidos. México depende económicamente de ellos. Les repliqué que ahora nuestro comercio depende en un 70 por ciento y que si le vendemos petróleo y gas nuestra dependencia aumentará al 86 por ciento. ¿Cómo podemos estar en una situación de fuerza así?

Allí supe qu el ingeniero César O. Baptista, secretario de la Comisión Nacional de Energéticos, es también asesor de la dirección general de Pemex. Baptista, que se encontraba presente, me replicó:

-No ingeniero Castillo, la dependencia sería en último caso de Estados Unidos a México y no al revés.

Así pensaban los altos funcionarios y Secretarios de Estados y el Presidente de la República, José López Portillo. La realidad actual desmiente ese pensamiento equivocado.

Ahora México está supeditado al gas que EUA nos vende. Nos lo vende cuando quiere y al precio que quiere y si es que quiere.

El Ing. Heberto Castillo escribió dos textos sobre los hidrocarburos en México, que leerlos en estos días se hace necesario para tratar de entender la dependencia y falta de gas que está viviendo nuestro país: Ellos son “¡Huele a Gas!”, de editorial Posada, S.A. y “Heberto y el Petróleo” de editorial Proceso.

México ha quemado gas en la atmosfera desde siempre, y ahora dependemos del gas que nos venden, principalmente de Texas, EUA.


“Desde el inicio del boom petrolero, en diciembre de 1976, advertimos del peligro que corría México de quedarse sin hidrocarburos para su desarrollo en los inicios del siglo XXI. Vana fue la lucha contra el torpe afán de resolver las necesidades económicas del país a costa del petróleo y el gas. Para vender petróleo crudo al extranjero en los años 1977-1982 no importó a la dirección de Pemex quemar gas en la atmósfera. Denunciamos, entonces, la quema de 1,500 millones de piés cúbicos diarios en la zona de Reforma, y el director de Pemex, Jorge Díaz Serrano, lo negó sistemáticamente” (Heberto Castillo, Heberto y el Petróleo, Edit. Proceso, pag. 233.)

El 3 de agosto de 1977 el Ing. Heberto Castillo tuvo una entrevista con el Director de Pemex, Jorge Díaz Serrano, y sus asesores, reproduzco parte de ella la cual fue publicada en la Revista Proceso, y forma parte del libro ¡Huele a Gas!, esta entrevista nos da una idea de como pensaba el Presidente José López Portillo y sus funcionarios responsables de la energía:

Insistí que por ello afirmo que el petróleo y el gas lo venden como combustible. Les dije que en la petroquímica valdría 10 veces más.

Diaz Serrano adujo que no había recursos para crear infraestructura necesaria para desarrollar petroquímica. Anunció que la producción en esa rama se incrementaría a tres veces durante este sexenio.

Le dije al ingeniero Díaz Serrano que no era apropiado estar sacando gas de pozos secos para quemarlo. Le demostré con cifras de Pemex que casi el 50 por ciento del gas que se quema provenía de pozos secos.

Díaz Serrano me respondió: “Pero si ya los estamos tapando, ingeniero”.

-¿Entonces, por qué no dejan el petróleo y el gas bajo la tierra? -pregunté.

- El petróleo es como los tomates o las piña, o se consumen o se venden- contestó Díaz Serrano más serio que yo.

-Yo no sé si ustedes piensan que el petróleo, como los tomates o la piña, se pudre. Yo no sé mucho de petróleo, lo que sé es que no se pudré. ¿Sería conveniente, por otro lado, embarcar tomate, plátano o piña mexicanos para entregarlos a Estados Unidos sin antes fijar precio? ¿Eso se hace con el gas actualmente?.

-Ingeniero, no crea usted que estamos entregando nada. ¡No sabe usted qué pleito tenemos en Estados Unidos por el precio!

Fue entonces cuando escuché una vez más la tesis de que México debe aprovechar la coyuntura de fuerza. Estados Unidos necesita petróleo y gas, nosotros lo tenemos, me dijeron.

Expliqué que hay una posición de fuerza de México. “Es hora de vender el gas y el petróleo”, insistieron.

Ciertamente hay una posición de fuerza, les dije, la de Estados Unidos. México depende económicamente de ellos. Les repliqué que ahora nuestro comercio depende en un 70 por ciento y que si le vendemos petróleo y gas nuestra dependencia aumentará al 86 por ciento. ¿Cómo podemos estar en una situación de fuerza así?

Allí supe qu el ingeniero César O. Baptista, secretario de la Comisión Nacional de Energéticos, es también asesor de la dirección general de Pemex. Baptista, que se encontraba presente, me replicó:

-No ingeniero Castillo, la dependencia sería en último caso de Estados Unidos a México y no al revés.

Así pensaban los altos funcionarios y Secretarios de Estados y el Presidente de la República, José López Portillo. La realidad actual desmiente ese pensamiento equivocado.

Ahora México está supeditado al gas que EUA nos vende. Nos lo vende cuando quiere y al precio que quiere y si es que quiere.