/ lunes 15 de febrero de 2021

La Civilización del Espectáculo

Sin desperdicio el texto del premio nobel de literatua, Mario Vargas Llosa, titulado La civilización del espectáculo, pues su tema es la banalización de la política. Vivimos la época de los payasos y de los bailarines.

En Sinaloa ya tuvimos un candidato a gobernador (2011-2016) que resultó un excelente bailarín. Al final de su sexenio la mayoría de los que votaron por él, sintieron que se habían equivocado. Dejó las finanzas del Estado temblando.

Francisco Evarardo Olivieira Silva se registró como candidato a diputado y contendió bajo las siglas del Partido Republicano (PR), en las elecciones realizadas en Brasil en el año de 2010. Su nombre de payaso era Tiririca.

"¿Usted sabe lo que hace un diputado? Yo tampoco, pero vótenme, que yo les cuento", decía Tiririca en su vídeo promocional. Su candidatura provocaba risas e irritación por igual. En una entrevista concedida al diario Folha de São Paulo, confesó que nunca había votado y, cuando le preguntaron por su proyecto político, respondió: "Así, de cabeza, no puedo hablar, pero como tengo un equipo detrás trabajando, hay proyectos elaborados, está todo bien".

Tanto votar a un rinoceronte como hacerlo por Tiririca muestra que los electores decidan tomarse a risa las carencias de la democracia. El eslogan del payaso Tiririca lo resume así: "Pior do que tá não fica", esto es: "Vótenme, que a peor no va a ir la cosa".

Nos dice Vargas Llosa que: “En la civilización del espectáculo la política ha experimentado una banalización acaso tan pronunciada como la literatura, el cine y las artes plásticas, lo que significa que en ella la publicidad y sus slóganes, lugares comunes, frivolidades, modas y tics, ocupan casi enteramente el quehacer antes dedicados a razones, programas, ideas y doctrinas. El político de nuestros días, si quiere conservar su popularidad, está obligado a dar atención primordial al gesto y a la forma, que importan más que sus valores, convicciones y principios.”

Cuidar la arruga, la calvicie, las canas, el tamaño de la nariz y el brillo de la dentadura, así como el atuendo, vale tanto, y a veces más, que explicar lo que el político se propone hacer o deshacer a la hora de gobernar.

La frivolidad consiste en tener una tabla de valores invertida o desequilibrada en la que la forma importa más que el contenido, la apariencia más que la esencia y en la que el gesto y el desplante –la representación- hacen las veces de sentimiento e ideas.

Tiririca es uno de los casos más notorios, pero no es el único. En la recta final de la campaña electoral en Brasil, adquirieron protagonismo un buen número de celebridades y candidatos extravagantes que se postulan a diputados y senadores.

En 1958, un rinoceronte del zoológico de São Paulo obtuvo casi 100.000 votos para concejal de la mayor ciudad del país; 30 años después, un chimpancé consiguió 400.000 sufragios en Río de Janeiro. Desde que en 1996 se instaló la urna electrónica, no es posible votar a candidatos que no sean reconocidos por el Tribunal Superior Electoral (TSE) . Pero siempre surgen candidatos excéntricos: en 2006, fueron Enéas Carneiro que con una campaña histriónica consiguió ser el diputado federal más votado con 1,6 millones de votos, y el presentador de televisión y estilista Clodovil.

Cuidar de las arrugas, la calvicie, las canas, el tamaño de la nariz y el brillo de la dentadura, así como el atuendo, vale tanto, y a veces más, que explicar lo que el político se propone hacer o deshacer. La frivolidad está en todo su apogeo, en eso también Sinaloa es ejemplo.

La frivolidad consiste en tener una tabla de valores invertida o desequilibrada en la que la forma importa más que el contenido, la apariencia más que la esencia y en la que el gesto y el desplante –la representación- hacen las veces de sentimientos e ideas.

En Culiacán, en el 2013, el Partido Movimiento Ciudadano postuló a un payaso de nombre artístico Cometín, como candidato a diputado por el Distrito XIV con cabecera en la Ciudad de Eldorado, Municipio de Culiacán. La banalización de la política.

Hace unos días, la cantante “Paquita la del Barrio interpretó la canción “Rata de dos patas” en la postulación de su candidatura por el Partido Movimiento Ciudadano, a una curul por la localidad de Misantla, Veracruz. Muy sincera la señora Paquita la del Barrio, dijo que no tenía experiencia política, pero que habrá gente que le enseñe. La fribolidad es primero en Movimiento Ciudadano.

Ahora en Culiacán, el Partido Naranja busca ganar notiedad registrando como candidato a la Presidencia Municipal de Culiacán a un destacado beisbolista, Adán Amezcua. Siguen estando confundidos los dirigentes del Movimiento Ciudadano, al ver a la política como un juego de beisbol. Es simplemente una vanalización más. La frivolización en todo su apogeo.

Sin desperdicio el texto del premio nobel de literatua, Mario Vargas Llosa, titulado La civilización del espectáculo, pues su tema es la banalización de la política. Vivimos la época de los payasos y de los bailarines.

En Sinaloa ya tuvimos un candidato a gobernador (2011-2016) que resultó un excelente bailarín. Al final de su sexenio la mayoría de los que votaron por él, sintieron que se habían equivocado. Dejó las finanzas del Estado temblando.

Francisco Evarardo Olivieira Silva se registró como candidato a diputado y contendió bajo las siglas del Partido Republicano (PR), en las elecciones realizadas en Brasil en el año de 2010. Su nombre de payaso era Tiririca.

"¿Usted sabe lo que hace un diputado? Yo tampoco, pero vótenme, que yo les cuento", decía Tiririca en su vídeo promocional. Su candidatura provocaba risas e irritación por igual. En una entrevista concedida al diario Folha de São Paulo, confesó que nunca había votado y, cuando le preguntaron por su proyecto político, respondió: "Así, de cabeza, no puedo hablar, pero como tengo un equipo detrás trabajando, hay proyectos elaborados, está todo bien".

Tanto votar a un rinoceronte como hacerlo por Tiririca muestra que los electores decidan tomarse a risa las carencias de la democracia. El eslogan del payaso Tiririca lo resume así: "Pior do que tá não fica", esto es: "Vótenme, que a peor no va a ir la cosa".

Nos dice Vargas Llosa que: “En la civilización del espectáculo la política ha experimentado una banalización acaso tan pronunciada como la literatura, el cine y las artes plásticas, lo que significa que en ella la publicidad y sus slóganes, lugares comunes, frivolidades, modas y tics, ocupan casi enteramente el quehacer antes dedicados a razones, programas, ideas y doctrinas. El político de nuestros días, si quiere conservar su popularidad, está obligado a dar atención primordial al gesto y a la forma, que importan más que sus valores, convicciones y principios.”

Cuidar la arruga, la calvicie, las canas, el tamaño de la nariz y el brillo de la dentadura, así como el atuendo, vale tanto, y a veces más, que explicar lo que el político se propone hacer o deshacer a la hora de gobernar.

La frivolidad consiste en tener una tabla de valores invertida o desequilibrada en la que la forma importa más que el contenido, la apariencia más que la esencia y en la que el gesto y el desplante –la representación- hacen las veces de sentimiento e ideas.

Tiririca es uno de los casos más notorios, pero no es el único. En la recta final de la campaña electoral en Brasil, adquirieron protagonismo un buen número de celebridades y candidatos extravagantes que se postulan a diputados y senadores.

En 1958, un rinoceronte del zoológico de São Paulo obtuvo casi 100.000 votos para concejal de la mayor ciudad del país; 30 años después, un chimpancé consiguió 400.000 sufragios en Río de Janeiro. Desde que en 1996 se instaló la urna electrónica, no es posible votar a candidatos que no sean reconocidos por el Tribunal Superior Electoral (TSE) . Pero siempre surgen candidatos excéntricos: en 2006, fueron Enéas Carneiro que con una campaña histriónica consiguió ser el diputado federal más votado con 1,6 millones de votos, y el presentador de televisión y estilista Clodovil.

Cuidar de las arrugas, la calvicie, las canas, el tamaño de la nariz y el brillo de la dentadura, así como el atuendo, vale tanto, y a veces más, que explicar lo que el político se propone hacer o deshacer. La frivolidad está en todo su apogeo, en eso también Sinaloa es ejemplo.

La frivolidad consiste en tener una tabla de valores invertida o desequilibrada en la que la forma importa más que el contenido, la apariencia más que la esencia y en la que el gesto y el desplante –la representación- hacen las veces de sentimientos e ideas.

En Culiacán, en el 2013, el Partido Movimiento Ciudadano postuló a un payaso de nombre artístico Cometín, como candidato a diputado por el Distrito XIV con cabecera en la Ciudad de Eldorado, Municipio de Culiacán. La banalización de la política.

Hace unos días, la cantante “Paquita la del Barrio interpretó la canción “Rata de dos patas” en la postulación de su candidatura por el Partido Movimiento Ciudadano, a una curul por la localidad de Misantla, Veracruz. Muy sincera la señora Paquita la del Barrio, dijo que no tenía experiencia política, pero que habrá gente que le enseñe. La fribolidad es primero en Movimiento Ciudadano.

Ahora en Culiacán, el Partido Naranja busca ganar notiedad registrando como candidato a la Presidencia Municipal de Culiacán a un destacado beisbolista, Adán Amezcua. Siguen estando confundidos los dirigentes del Movimiento Ciudadano, al ver a la política como un juego de beisbol. Es simplemente una vanalización más. La frivolización en todo su apogeo.