/ lunes 22 de enero de 2024

Sofismas de ocasión | Ineptitud al Mando

Decir que nuestros gobernantes son ineptos es hablar en pleonasmos. Los servidores públicos y políticos que están a la altura de sus encargos son la excepción; no la regla. La política y el servicio público es de las pocas actividades donde la ineptidud no es un obstáculo para escalar en las posiciones. Difícilmente abogados, contadores, mecánicos, médicos, psicólogas, ingenieras, etc pueden construir carreras exitosas con niveles de ineptitud tan altos como existen en la política.

Mucho se ha escrito del principio de Peters (sugiero una búsqueda rápida en Google para no extenderme mucho en la explicación). Este principio sugiere que las promociones dentro de una estructura organizativa son otorgadas a individuos competentes en sus roles actuales. Sin embargo, este proceso encuentra su límite cuando un empleado alcanza un puesto en el que ya no puede desempeñarse con éxito, ya sea por falta de habilidades, experiencia o aptitudes necesarias para ese nuevo nivel. El Principio de Peters nos recuerda que el éxito en un nivel no garantiza automáticamente el éxito en niveles posteriores. Las organizaciones sabias reconocen la importancia de evaluar no sólo el rendimiento actual de sus empleados, sino también su capacidad y disposición para crecer y adaptarse a desafíos más complejos.

Al final del día todos estamos expuestos a alcanzar nuestro limite. La diferencia con los políticos es las conciencia de nuestros límites y lo honestos que somos con nosotros mismos. Tal vez usted sea un excelente abogado, pero está de acuerdo que le falta mucho para ser un Ministro de la SCJN; puede ser una médica líder en el campo de la cardiología, pero no se atrevería a aceptar la dirección de Oncología en un hospital de alto perfil o un mecánico con mucha experiencia, pero sabría perfectamente que el cargo de director de motores en un equipo de fórmula 1 está más allá de su experiencia. Los políticos toman daciones de todo como sin importar su nivel de ineptitud o que su preparación profesional nada tenga que ver con el área donde desempeñan su tarea.

El servicio público está plagado de ineptos en sus cargos. Muchos de ellos fueron muy exitosos en alguna actividad electoral, técnica o personal, pero en el momento de tener responsabilidades más allá de sus capacidades alcanzaron el nivel de ineptitud. Para muestra de ello podemos analizar los casos de nuestros más recientes presidentes.

López Obrador es un presidente que, tal vez, tiene buenas intenciones y es ¿honesto? (la honestidad va más allá de no robar). Para millones de mexicanos el primer mandatario es un político con amor desbordado por los más desprotegidos; sin embargo, gran parte de sus acciones terminan siendo opacadas por la ineptitud propia. Fue un buen líder opositor, un excelente candidato, un Jefe de Gobierno aceptable, pero en la presidencia alcanzó su grado de ineptitud. (Pandemia, Sistema de Salud, Inseguridad, Crecimiento PIB)

Un caso similar es el de Peña Nieto. Fue un srio de finanzas aceptable y un buen gobernador del Edo. De México. Seguramente siempre fue corrupto, pero sus decisiones no parecían de un inepto; sin embargo, cuando alcanzó la presidencia la ineptitud se disparó de manera exponencial. Gran parte de las decisiones del expresidente priista estuvieron llenas de estulticia. (Trump, Corrupción, manejos de crisis,etc)

Calderón fue un buen legislador y un excelente dirigente de Acción Nacional. En la presidencia tuvo su principio de ineptitud. Terminó creando un problema de violencia donde no había ninguno y permitió que un perfil como el de García Luna creciera de manera exponencial.

Vicente Fox fue un ejecutivo de Coca Cola con muy buenos resultados. La empresa reconoce su labor como uno de los mejores directores que ha tenido. Estuvo dos años en la gubernatura y fueron suficientes para construir una buena imagen de gobernante; en la presidencia fue distinto. No pudo con las expectativas y las ineptitudes estaban en el orden del día. No pudo construir un aeropuerto nuevo, permitió que el PRI siguiera tan corrupto como siempre y agregó al panismo al estilo de corrupción del PRI.

Zedillo puede ser considerado como excepción. Siempre fue un funcionario mediocre. Nunca tuvo trabajos y tareas sobresalientes antes de la presidencia. Cuando llegó a la presidencia fue lo contrario. Pudo superar una de las peores crisis en México de finales del Siglo XX. El trabajo de presidente fue superior a los que había tenido antes. Mostró la preparación suficiente.

Una de las cuestiones que me intriga de manera recurrente es la alta tolerancia que tenemos a la ineptitud de los políticos. Un restaurante que nos atienda mal una sola vez es suficiente para no regresar nunca. No aceptamos una mala cara de un vendedor para evitar hacer negocios con él. Nos cansamos de hablar mal de algún plomero que no entregó un trabajo en tiempo y forma; sin embargo, no es así con los políticos. A ellos les perdonamos todo y los justificamos. Su ineptitud es bien vista cuando “nos identificamos con ellos”. Por eso y solo por eso, la ineptitud seguirá al mando.

¿Usted qué opina, amable lector? ¿Qué tanto tolera la ineptitud de su político favorito?

Decir que nuestros gobernantes son ineptos es hablar en pleonasmos. Los servidores públicos y políticos que están a la altura de sus encargos son la excepción; no la regla. La política y el servicio público es de las pocas actividades donde la ineptidud no es un obstáculo para escalar en las posiciones. Difícilmente abogados, contadores, mecánicos, médicos, psicólogas, ingenieras, etc pueden construir carreras exitosas con niveles de ineptitud tan altos como existen en la política.

Mucho se ha escrito del principio de Peters (sugiero una búsqueda rápida en Google para no extenderme mucho en la explicación). Este principio sugiere que las promociones dentro de una estructura organizativa son otorgadas a individuos competentes en sus roles actuales. Sin embargo, este proceso encuentra su límite cuando un empleado alcanza un puesto en el que ya no puede desempeñarse con éxito, ya sea por falta de habilidades, experiencia o aptitudes necesarias para ese nuevo nivel. El Principio de Peters nos recuerda que el éxito en un nivel no garantiza automáticamente el éxito en niveles posteriores. Las organizaciones sabias reconocen la importancia de evaluar no sólo el rendimiento actual de sus empleados, sino también su capacidad y disposición para crecer y adaptarse a desafíos más complejos.

Al final del día todos estamos expuestos a alcanzar nuestro limite. La diferencia con los políticos es las conciencia de nuestros límites y lo honestos que somos con nosotros mismos. Tal vez usted sea un excelente abogado, pero está de acuerdo que le falta mucho para ser un Ministro de la SCJN; puede ser una médica líder en el campo de la cardiología, pero no se atrevería a aceptar la dirección de Oncología en un hospital de alto perfil o un mecánico con mucha experiencia, pero sabría perfectamente que el cargo de director de motores en un equipo de fórmula 1 está más allá de su experiencia. Los políticos toman daciones de todo como sin importar su nivel de ineptitud o que su preparación profesional nada tenga que ver con el área donde desempeñan su tarea.

El servicio público está plagado de ineptos en sus cargos. Muchos de ellos fueron muy exitosos en alguna actividad electoral, técnica o personal, pero en el momento de tener responsabilidades más allá de sus capacidades alcanzaron el nivel de ineptitud. Para muestra de ello podemos analizar los casos de nuestros más recientes presidentes.

López Obrador es un presidente que, tal vez, tiene buenas intenciones y es ¿honesto? (la honestidad va más allá de no robar). Para millones de mexicanos el primer mandatario es un político con amor desbordado por los más desprotegidos; sin embargo, gran parte de sus acciones terminan siendo opacadas por la ineptitud propia. Fue un buen líder opositor, un excelente candidato, un Jefe de Gobierno aceptable, pero en la presidencia alcanzó su grado de ineptitud. (Pandemia, Sistema de Salud, Inseguridad, Crecimiento PIB)

Un caso similar es el de Peña Nieto. Fue un srio de finanzas aceptable y un buen gobernador del Edo. De México. Seguramente siempre fue corrupto, pero sus decisiones no parecían de un inepto; sin embargo, cuando alcanzó la presidencia la ineptitud se disparó de manera exponencial. Gran parte de las decisiones del expresidente priista estuvieron llenas de estulticia. (Trump, Corrupción, manejos de crisis,etc)

Calderón fue un buen legislador y un excelente dirigente de Acción Nacional. En la presidencia tuvo su principio de ineptitud. Terminó creando un problema de violencia donde no había ninguno y permitió que un perfil como el de García Luna creciera de manera exponencial.

Vicente Fox fue un ejecutivo de Coca Cola con muy buenos resultados. La empresa reconoce su labor como uno de los mejores directores que ha tenido. Estuvo dos años en la gubernatura y fueron suficientes para construir una buena imagen de gobernante; en la presidencia fue distinto. No pudo con las expectativas y las ineptitudes estaban en el orden del día. No pudo construir un aeropuerto nuevo, permitió que el PRI siguiera tan corrupto como siempre y agregó al panismo al estilo de corrupción del PRI.

Zedillo puede ser considerado como excepción. Siempre fue un funcionario mediocre. Nunca tuvo trabajos y tareas sobresalientes antes de la presidencia. Cuando llegó a la presidencia fue lo contrario. Pudo superar una de las peores crisis en México de finales del Siglo XX. El trabajo de presidente fue superior a los que había tenido antes. Mostró la preparación suficiente.

Una de las cuestiones que me intriga de manera recurrente es la alta tolerancia que tenemos a la ineptitud de los políticos. Un restaurante que nos atienda mal una sola vez es suficiente para no regresar nunca. No aceptamos una mala cara de un vendedor para evitar hacer negocios con él. Nos cansamos de hablar mal de algún plomero que no entregó un trabajo en tiempo y forma; sin embargo, no es así con los políticos. A ellos les perdonamos todo y los justificamos. Su ineptitud es bien vista cuando “nos identificamos con ellos”. Por eso y solo por eso, la ineptitud seguirá al mando.

¿Usted qué opina, amable lector? ¿Qué tanto tolera la ineptitud de su político favorito?