/ lunes 30 de diciembre de 2019

Un golpe de suerte y algo más

Siempre que se habla de un partido en el cual va de por medio un título, lo normal es catalogarlo como de “la gran final” por tratarse del duelo más importante de un torneo, por lo tanto, en ese sentido el calificativo de “gran” es totalmente válido, pero de eso a vaticinar que será “un gran partido”, nos parece no debe ser lo adecuado. ¿Se acuerda usted, por ejemplo de la final de la Champions entre dos equipos ingleses? Simplemente fue decepcionante.

Lo correcto sería decir “tiene todo para ser un excelente encuentro”; es decir, un vaticinio o mencionar la expectativa de la posibilidad d que así sea, pero de antemano asegurar que lo será, desde nuestro punto de vista es un error de quienes nos dedicamos a esta profesión. Esto viene al caso por lo sucedido en la final del fútbol mexicano entre América y Monterrey, resultado que todos conocemos.

Y sí, efectivamente, había todos los ingredientes, para ver ahora sí que sí dos grandes partidos. Previamente comentamos aquí los probables inconvenientes que podrían condicionar lo anteriormente apuntado. Por una parte la carga de trabajo de los regios que incluí no solo los juegos del mundial de clubes, sino el largo ir y venir con bruscos cambios de horarios y por parte del América, de repente parar y ver cortada la inercia que traía de la liguilla en la que vino de menos a más, mejorando en lo futbolístico como equipo y en lo anímico, aspecto que también traía inyectado el Monterrey y por partida doble a raíz de levantarse de estar casi eliminado y por su buen papel en el mentado mundialito.

¿El resultado? Bueno pues desde nuestro punto de vista, dos duelos de muy bajo nivel para una final. En el primer duelo, Monterrey tuvo en sus manos acumular una ventaja definitiva, jugó muchos minutos con un hombre más y creo infinidad de oportunidades de gol, fallando por lo menos tres lo suficientemente claras como para bajarle la moral al América, pero lo dejó vivir y aquí lo señalamos.

En el segundo duelo, fue al contrario, América fue muy superior a su rival sobre todo en la primera parte, nos quedamos cortos al apuntar que por lo menos debió terminar con un 4-0, pero nada. Luego mientras Monterrey hizo los cambios adecuados (todos le funcionaron), mientras que el desesperado de Miguel Herrera, ingresó a dos jugadores que vieron poca acción, fuera de ritmo. Los papeles se invirtieron, los rayados se apoderaron del panorama, pero al igual fallaron las que tuvieron, lo mismo que un valiente y arriesgado América.

Mucha garra, entrega, esfuerzo físico, pero como equipo, ambos dejaron mucho que desear. Baste y sobre un apunte que hicimos solo 25 minutos de una parte del partido, porque fueron tantos los desaciertos y puntuales errores que dejamos pluma y libreta por la paz. Hablamos de la friolera de más de 25 pases equivocados. Llegó un momento en el que ambos optaron por enviar lejos la pelota de su meta con balonazos sin ton ni son que correr el riesgo de salir con pelota controlada.

Al señalar arriba en el inicio un golpe de suerte y algo más es por lo siguiente: cuando no se veía por donde Monterrey podría hacerle daño al América, un golpe de suerte cambió todo el panorama, nos referimos al puntal error del joven Sánchez, quien falló en la zona baja, acción dela cual derivó el gol que le dio vida a los rayados y que sin duda caló en la moral americanista.

Y en cuanto al “más” fue la diferencia de los suplentes. Montes, Maxi Meza y Janssen, fueron mucho más que Castillo, Geovani, Benedetti y otro cuyo nombre no recordamos. Y lo que es la vida, el mejor jugador águila Guido Rodríguez, falló en la serie de penales y lo de Castillo, simplemente infame.

Diferimos pues de quienes aseguran que como encuentro en su esencia futbolística, estuvo lejos, pero muy lejos de catalogarlo como de “gran partido”. Para finalizar, buscaré vídeos relacionados con las jugadas polémicas del arbitraje, tengo algunas dudas, pero la TV solo nos ofreció tomas desde un ángulo determinado, especialmente la de Guido en el área regiomontana, así como también la “mano” que propició un gol americanista que fue anulado. Lo que si es que quien debió irse a las regaderas fue Vangioni por acumulación de amarillas pero nuestro paisano no se atrevió a sacarle la segunda.

En fin, amarga noche, semana y mes y fiestas de fin de año para los americanistas. Y algo más, pásela bien mañana y amanezca mejor el 2020. Todo con medida, sin excesos. Un saludo desde un lugar de nuestro hermoso país. Por allá nos vemos.

Antoniovelazquez13@hotmail.com

Siempre que se habla de un partido en el cual va de por medio un título, lo normal es catalogarlo como de “la gran final” por tratarse del duelo más importante de un torneo, por lo tanto, en ese sentido el calificativo de “gran” es totalmente válido, pero de eso a vaticinar que será “un gran partido”, nos parece no debe ser lo adecuado. ¿Se acuerda usted, por ejemplo de la final de la Champions entre dos equipos ingleses? Simplemente fue decepcionante.

Lo correcto sería decir “tiene todo para ser un excelente encuentro”; es decir, un vaticinio o mencionar la expectativa de la posibilidad d que así sea, pero de antemano asegurar que lo será, desde nuestro punto de vista es un error de quienes nos dedicamos a esta profesión. Esto viene al caso por lo sucedido en la final del fútbol mexicano entre América y Monterrey, resultado que todos conocemos.

Y sí, efectivamente, había todos los ingredientes, para ver ahora sí que sí dos grandes partidos. Previamente comentamos aquí los probables inconvenientes que podrían condicionar lo anteriormente apuntado. Por una parte la carga de trabajo de los regios que incluí no solo los juegos del mundial de clubes, sino el largo ir y venir con bruscos cambios de horarios y por parte del América, de repente parar y ver cortada la inercia que traía de la liguilla en la que vino de menos a más, mejorando en lo futbolístico como equipo y en lo anímico, aspecto que también traía inyectado el Monterrey y por partida doble a raíz de levantarse de estar casi eliminado y por su buen papel en el mentado mundialito.

¿El resultado? Bueno pues desde nuestro punto de vista, dos duelos de muy bajo nivel para una final. En el primer duelo, Monterrey tuvo en sus manos acumular una ventaja definitiva, jugó muchos minutos con un hombre más y creo infinidad de oportunidades de gol, fallando por lo menos tres lo suficientemente claras como para bajarle la moral al América, pero lo dejó vivir y aquí lo señalamos.

En el segundo duelo, fue al contrario, América fue muy superior a su rival sobre todo en la primera parte, nos quedamos cortos al apuntar que por lo menos debió terminar con un 4-0, pero nada. Luego mientras Monterrey hizo los cambios adecuados (todos le funcionaron), mientras que el desesperado de Miguel Herrera, ingresó a dos jugadores que vieron poca acción, fuera de ritmo. Los papeles se invirtieron, los rayados se apoderaron del panorama, pero al igual fallaron las que tuvieron, lo mismo que un valiente y arriesgado América.

Mucha garra, entrega, esfuerzo físico, pero como equipo, ambos dejaron mucho que desear. Baste y sobre un apunte que hicimos solo 25 minutos de una parte del partido, porque fueron tantos los desaciertos y puntuales errores que dejamos pluma y libreta por la paz. Hablamos de la friolera de más de 25 pases equivocados. Llegó un momento en el que ambos optaron por enviar lejos la pelota de su meta con balonazos sin ton ni son que correr el riesgo de salir con pelota controlada.

Al señalar arriba en el inicio un golpe de suerte y algo más es por lo siguiente: cuando no se veía por donde Monterrey podría hacerle daño al América, un golpe de suerte cambió todo el panorama, nos referimos al puntal error del joven Sánchez, quien falló en la zona baja, acción dela cual derivó el gol que le dio vida a los rayados y que sin duda caló en la moral americanista.

Y en cuanto al “más” fue la diferencia de los suplentes. Montes, Maxi Meza y Janssen, fueron mucho más que Castillo, Geovani, Benedetti y otro cuyo nombre no recordamos. Y lo que es la vida, el mejor jugador águila Guido Rodríguez, falló en la serie de penales y lo de Castillo, simplemente infame.

Diferimos pues de quienes aseguran que como encuentro en su esencia futbolística, estuvo lejos, pero muy lejos de catalogarlo como de “gran partido”. Para finalizar, buscaré vídeos relacionados con las jugadas polémicas del arbitraje, tengo algunas dudas, pero la TV solo nos ofreció tomas desde un ángulo determinado, especialmente la de Guido en el área regiomontana, así como también la “mano” que propició un gol americanista que fue anulado. Lo que si es que quien debió irse a las regaderas fue Vangioni por acumulación de amarillas pero nuestro paisano no se atrevió a sacarle la segunda.

En fin, amarga noche, semana y mes y fiestas de fin de año para los americanistas. Y algo más, pásela bien mañana y amanezca mejor el 2020. Todo con medida, sin excesos. Un saludo desde un lugar de nuestro hermoso país. Por allá nos vemos.

Antoniovelazquez13@hotmail.com