/ martes 18 de diciembre de 2018

Para el olvido

Antes que nada, tengo que señalar nuevamente que no soy fan del América, pero eso no me hace perder el ser objetivo, apuntamos por ello de entrada que el equipo de Miguel Herrera es un justo campeón por la simple y sencilla razón de que anotó 2 goles y Cruz Azul ni uno solo, porque fue el equipo que intentó atacar más y con ello provocar lo que ambos estuvieron buscando en los dos juegos: la equivocación del rival. Cruz Azul se equivocó en dos acciones, producto de la presión de las Águilas que aprovecharon a la perfección para llevarse el cetro.

Pero otra cosa es el fondo de todo esto. Nos referimos al pobre espectáculo que ambos nos brindaron y que convirtió a esta final en una de las más mediocres de que tengamos memoria, tal vez solo superada por aquella coronación del Necaxa, quien sin ganar uno solo de sus juegos de liguilla se coronó ante el Celaya, cuando la condición de líder general permeaba incluso hasta en la gran final.

De ambos equipos, Cruz Azul y América, fue sin duda el equipo cementero el que más decepcionó, porque por lo menos el América intentó mucho más en el segundo juego, mientras que los cementeros simple y sencillamente fueron una sombra de lo que fueron durante el torneo regular. En primer lugar, América le dio una sopa de su propio chocolate porque paró una sólida defensa, apuntalada con una media cancha muy recuperadora.

Ciertamente para nada fue espectacular porque los de Televisa también fueron parcos al momento de atacar, pero su insistencia, movilidad de más ganas de hacer daño, provocaron lo que ambos querían, como arriba lo apuntamos, provocar errores en el cuadro bajo. De ahí en fuera el partido careció de emociones, incluso luego del primer gol del América, los cementeros tal vez tuvieron en mente ir con todo al ataque, pero fueron ten deficientes que facilitaron el trabajo defensivo del rival.

Aplica aquí la palabra “chatos”. Si, es decir, su ataque simplemente no existió, no solo por sus limitaciones sino por el buen accionar de América. Entre la más positivo de esta final, especialmente del segundo duelo fue la destacada actuación de Álvarez, quien demostró que los mexicanos merecen más y mejores oportunidades. El pasto del Azteca fue testigo de su enorme actuación en medio de un titipuchal de extranjeros, varios de ellos sin justificar su etiqueta de estelares.

Entre extranjeros sin nacionalizar, muchos mediocres y los nacionalizados que hay en el futbol mexicano, la brecha para por jugadores nacidos en México, continúa estrecha, ojalá que los dueños del balón tomen medidas para mejorar en ese aspecto, de otra forma vendrá otro ciclo rumbo al próximo mundial, sin mucha tela de donde cortar.

En fin, nuevamente lo apuntamos: América un justo campeón. La final navegó entre la mediocridad y el público pues con ver ganar a su equipo le basta, sin analizar y ver más allá del cómo.

Nos vemos mañana.

Antoniovelazquez13@hotmail.com

Antes que nada, tengo que señalar nuevamente que no soy fan del América, pero eso no me hace perder el ser objetivo, apuntamos por ello de entrada que el equipo de Miguel Herrera es un justo campeón por la simple y sencilla razón de que anotó 2 goles y Cruz Azul ni uno solo, porque fue el equipo que intentó atacar más y con ello provocar lo que ambos estuvieron buscando en los dos juegos: la equivocación del rival. Cruz Azul se equivocó en dos acciones, producto de la presión de las Águilas que aprovecharon a la perfección para llevarse el cetro.

Pero otra cosa es el fondo de todo esto. Nos referimos al pobre espectáculo que ambos nos brindaron y que convirtió a esta final en una de las más mediocres de que tengamos memoria, tal vez solo superada por aquella coronación del Necaxa, quien sin ganar uno solo de sus juegos de liguilla se coronó ante el Celaya, cuando la condición de líder general permeaba incluso hasta en la gran final.

De ambos equipos, Cruz Azul y América, fue sin duda el equipo cementero el que más decepcionó, porque por lo menos el América intentó mucho más en el segundo juego, mientras que los cementeros simple y sencillamente fueron una sombra de lo que fueron durante el torneo regular. En primer lugar, América le dio una sopa de su propio chocolate porque paró una sólida defensa, apuntalada con una media cancha muy recuperadora.

Ciertamente para nada fue espectacular porque los de Televisa también fueron parcos al momento de atacar, pero su insistencia, movilidad de más ganas de hacer daño, provocaron lo que ambos querían, como arriba lo apuntamos, provocar errores en el cuadro bajo. De ahí en fuera el partido careció de emociones, incluso luego del primer gol del América, los cementeros tal vez tuvieron en mente ir con todo al ataque, pero fueron ten deficientes que facilitaron el trabajo defensivo del rival.

Aplica aquí la palabra “chatos”. Si, es decir, su ataque simplemente no existió, no solo por sus limitaciones sino por el buen accionar de América. Entre la más positivo de esta final, especialmente del segundo duelo fue la destacada actuación de Álvarez, quien demostró que los mexicanos merecen más y mejores oportunidades. El pasto del Azteca fue testigo de su enorme actuación en medio de un titipuchal de extranjeros, varios de ellos sin justificar su etiqueta de estelares.

Entre extranjeros sin nacionalizar, muchos mediocres y los nacionalizados que hay en el futbol mexicano, la brecha para por jugadores nacidos en México, continúa estrecha, ojalá que los dueños del balón tomen medidas para mejorar en ese aspecto, de otra forma vendrá otro ciclo rumbo al próximo mundial, sin mucha tela de donde cortar.

En fin, nuevamente lo apuntamos: América un justo campeón. La final navegó entre la mediocridad y el público pues con ver ganar a su equipo le basta, sin analizar y ver más allá del cómo.

Nos vemos mañana.

Antoniovelazquez13@hotmail.com