/ lunes 15 de enero de 2024

Microscopio social | Riesgos económicos y políticos del 2024

A finales del siglo pasado, el sexto año de gobierno en México era de turbulencia e inestabilidad. La crisis de fin de sexenio, así se le llamaba, era ya una problemática habitual. En 1976, 82, 88 y 94 la crisis económica era una pesadilla recurrente, que fue erosionando la legitimidad política del “régimen de la revolución” y del llamado partido hegemónico (Sartori dixit). Hoy estamos en la antesala de padecer algo similar y debemos tomar las medidas pertinentes para rescatar al país de los riesgos económicos y políticos de un gobierno que traicionó la oportunidad que le dieron los electores en el 2018.

Sobre los riesgos para este 2024 diversos analistas y think tank han escrito en las últimas semanas, con proyecciones muy interesantes. Quiero detenerme en las que me parecen dignas de preocupación y estudio, empezando por los económicos:

Bajo crecimiento económico con endeudamiento récord. Todo parece indicar que el crecimiento económico del 2023 será del 3.4%, en gran parte consecuencia del buen año que también tuvo nuestro principal socio comercia, los Estados Unidos. Recordemos que más del 80 por ciento de nuestras exportaciones tienen como destino al vecino del norte. Pero para el 2024 será mucho menor. De acuerdo a la primera Encuesta de Expectativas de Citibanamex publicada el pasado 5 de enero, “para este año la proyección mediana de crecimiento del PIB es de 2.4%, con un rango de estimaciones que van desde 1.8% a 3.1%”. Y para el 2025, las 29 instituciones financieras encuestadas pronosticas un 2% de crecimiento.

Lo preocupante es que este bajo crecimiento, inferior al 2.2 promedio de los últimos 30 años previos a la 4T, se acompañará de un endeudamiento sin precedente. De los 9 billones de pesos del presupuesto de egresos de la Federación para el 2024, 2 billones tendrán como origen la deuda gubernamental. Se ocuparán 5.4% del PIB para cubrir ese déficit, llevando la deuda pública total a 17 billones de pesos, el 49% del PIB, seis billones de pesos más que el saldo al final de 2018, cuando inició el sexenio actual. Esta deuda se pagará tarde o temprano y por lo pronto va a limitar la capacidad de maniobra del gobierno para atender la agenda social y las enormes asignaturas pendientes que existen a nivel nacional.

Poca capacidad para aprovechar el nearshoring. De acuerdo a múltiples especialistas, México tiene las mayores ventajas comparativas (naturales) para beneficiarse de la relocalización empresarial, sin embargo no se cuenta con la infraestructura inmediata y el gobierno federal no ha implementado una política de Estado para ofrecerle al mundo de los negocios el ambiente propicio para la generación de riqueza desde México.

De acuerdo a un estudio reciente del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), Nearshoring, oportunidad que desafía a las entidades mexicanas, es probable que este fenómeno haya tenido una contribución de 0.3 puntos porcentuales del PIB el año pasado y se calcula que este año sea del 0.5%. Muy lejos del impacto que se comenta en el mundo empresarial, están teniendo países como Vietnam y Taiwan. En México el impacto más tangible se ha visto en la construcción de parques industriales en los seis estados fronterizos, pero todavía no se percibe una actitud proactiva del gobierno federal para estar a la altura del reto y aprovechar esta contingencia geoeconómica.

Las elecciones en los Estados Unidos. En noviembre se elegirá a un nuevo presidente de los Estados Unidos de América. Allá los periodos presidenciales son de cuatro años, y cada 24 años se empatan nuestros calendarios electorales para renovar el Ejecutivo federal.

Compiten dos hombres mayores. El presidente Joe Biden, un político profesional del Partido Demócrata, con 36 años de senador en su hoja de servicio, ocho de vicepresidente y cuatro más como presidente, busca hacer efectiva su reelección por cuatro (últimos) años más. Por el Partido Repúblicano, Donald(o) Trump regresa por los cuatro años de reelección que se le negaron en el 2020. Este último es el que, de acuerdo a los especialista, representa un riesgo para la estabilidad de norteamerica, mundial y de México. Es un político fundamentalista, poco dado a transigir y a la negociación. Es antiinmigrantes y cuestiona el libre comercio, particulamente el tratado con México y Canadá, que en general ha sido benéfico para toda la región.

El cuarto factor de riesgo es nuestra elección interna. Llegamos al 2024 con un clima político sumamente polarizado. Con un liderazgo en el gobierno federal que nunca ha reconocido una derrota electoral. Como alternativas de gobierno, sólo habrá dos opciones en la boleta electoral el próximo dos de junio. Por un lado la continuidad de lo hecho en los últimos cinco años, con una administración federal que ha fallado prácticamente en todo y un presidente que tendrá que responder por la aseveración que le hizo a periodista Ciro Gómez Leyva en una entrevista previa a su instalación en Palacio: “Sin seguridad pública, no habrá cuarta transformación”.

Falta cinco meses para la elección de nuevo gobierno federal y no sólo no hubo seguridad para los mexicanos, se acentuó la crisis de homicidios que ascenderá a 200 mil cuando López Obrador deje Palacio Nacional. No hubo seguridad pública y por tanto nunca existió la cuarta transformación. Está en la manos de los mexicanos (con su voto) enderezar el rumbo del país, rescatar a México del desastre y elegir a alguien que sí sea ejemplo del México de lucha, superación y resultados como lo es Xóchilt Gálvez. ¿Se puede? ¡¡¡ Claro que se puede !!!.

Excelente inicio de semana.

15/Ene/2024


A finales del siglo pasado, el sexto año de gobierno en México era de turbulencia e inestabilidad. La crisis de fin de sexenio, así se le llamaba, era ya una problemática habitual. En 1976, 82, 88 y 94 la crisis económica era una pesadilla recurrente, que fue erosionando la legitimidad política del “régimen de la revolución” y del llamado partido hegemónico (Sartori dixit). Hoy estamos en la antesala de padecer algo similar y debemos tomar las medidas pertinentes para rescatar al país de los riesgos económicos y políticos de un gobierno que traicionó la oportunidad que le dieron los electores en el 2018.

Sobre los riesgos para este 2024 diversos analistas y think tank han escrito en las últimas semanas, con proyecciones muy interesantes. Quiero detenerme en las que me parecen dignas de preocupación y estudio, empezando por los económicos:

Bajo crecimiento económico con endeudamiento récord. Todo parece indicar que el crecimiento económico del 2023 será del 3.4%, en gran parte consecuencia del buen año que también tuvo nuestro principal socio comercia, los Estados Unidos. Recordemos que más del 80 por ciento de nuestras exportaciones tienen como destino al vecino del norte. Pero para el 2024 será mucho menor. De acuerdo a la primera Encuesta de Expectativas de Citibanamex publicada el pasado 5 de enero, “para este año la proyección mediana de crecimiento del PIB es de 2.4%, con un rango de estimaciones que van desde 1.8% a 3.1%”. Y para el 2025, las 29 instituciones financieras encuestadas pronosticas un 2% de crecimiento.

Lo preocupante es que este bajo crecimiento, inferior al 2.2 promedio de los últimos 30 años previos a la 4T, se acompañará de un endeudamiento sin precedente. De los 9 billones de pesos del presupuesto de egresos de la Federación para el 2024, 2 billones tendrán como origen la deuda gubernamental. Se ocuparán 5.4% del PIB para cubrir ese déficit, llevando la deuda pública total a 17 billones de pesos, el 49% del PIB, seis billones de pesos más que el saldo al final de 2018, cuando inició el sexenio actual. Esta deuda se pagará tarde o temprano y por lo pronto va a limitar la capacidad de maniobra del gobierno para atender la agenda social y las enormes asignaturas pendientes que existen a nivel nacional.

Poca capacidad para aprovechar el nearshoring. De acuerdo a múltiples especialistas, México tiene las mayores ventajas comparativas (naturales) para beneficiarse de la relocalización empresarial, sin embargo no se cuenta con la infraestructura inmediata y el gobierno federal no ha implementado una política de Estado para ofrecerle al mundo de los negocios el ambiente propicio para la generación de riqueza desde México.

De acuerdo a un estudio reciente del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), Nearshoring, oportunidad que desafía a las entidades mexicanas, es probable que este fenómeno haya tenido una contribución de 0.3 puntos porcentuales del PIB el año pasado y se calcula que este año sea del 0.5%. Muy lejos del impacto que se comenta en el mundo empresarial, están teniendo países como Vietnam y Taiwan. En México el impacto más tangible se ha visto en la construcción de parques industriales en los seis estados fronterizos, pero todavía no se percibe una actitud proactiva del gobierno federal para estar a la altura del reto y aprovechar esta contingencia geoeconómica.

Las elecciones en los Estados Unidos. En noviembre se elegirá a un nuevo presidente de los Estados Unidos de América. Allá los periodos presidenciales son de cuatro años, y cada 24 años se empatan nuestros calendarios electorales para renovar el Ejecutivo federal.

Compiten dos hombres mayores. El presidente Joe Biden, un político profesional del Partido Demócrata, con 36 años de senador en su hoja de servicio, ocho de vicepresidente y cuatro más como presidente, busca hacer efectiva su reelección por cuatro (últimos) años más. Por el Partido Repúblicano, Donald(o) Trump regresa por los cuatro años de reelección que se le negaron en el 2020. Este último es el que, de acuerdo a los especialista, representa un riesgo para la estabilidad de norteamerica, mundial y de México. Es un político fundamentalista, poco dado a transigir y a la negociación. Es antiinmigrantes y cuestiona el libre comercio, particulamente el tratado con México y Canadá, que en general ha sido benéfico para toda la región.

El cuarto factor de riesgo es nuestra elección interna. Llegamos al 2024 con un clima político sumamente polarizado. Con un liderazgo en el gobierno federal que nunca ha reconocido una derrota electoral. Como alternativas de gobierno, sólo habrá dos opciones en la boleta electoral el próximo dos de junio. Por un lado la continuidad de lo hecho en los últimos cinco años, con una administración federal que ha fallado prácticamente en todo y un presidente que tendrá que responder por la aseveración que le hizo a periodista Ciro Gómez Leyva en una entrevista previa a su instalación en Palacio: “Sin seguridad pública, no habrá cuarta transformación”.

Falta cinco meses para la elección de nuevo gobierno federal y no sólo no hubo seguridad para los mexicanos, se acentuó la crisis de homicidios que ascenderá a 200 mil cuando López Obrador deje Palacio Nacional. No hubo seguridad pública y por tanto nunca existió la cuarta transformación. Está en la manos de los mexicanos (con su voto) enderezar el rumbo del país, rescatar a México del desastre y elegir a alguien que sí sea ejemplo del México de lucha, superación y resultados como lo es Xóchilt Gálvez. ¿Se puede? ¡¡¡ Claro que se puede !!!.

Excelente inicio de semana.

15/Ene/2024