/ lunes 12 de febrero de 2024

Microscopio Social | Reformas exhiben el fracaso de la 4T

El presidente de la República presentó el pasado 05 de febrero un total de 20 iniciativas de reforma al arreglo jurídico mexicano, de las cuales 18 son de rango constitucional y dos referidas a leyes o normas secundarias. Es un acto inusitado pues anteriormente ningún presidente lo había intentado en su último año de gobierno. Es un paquete de reformas tan amplio cuya dimensión sólo denota el tamaño del fracaso que ha sido la (delirantemente) llamada Cuarta Transformación. Es la prueba de que la 4T no logró transformar nada y ahora sólo se conforma con llevar a la Constitución sus promesas, mentiras y engaños.

Con la 4T no hubo transformación, sólo destrucción de instituciones; se envileció el debate público a través de un discurso oficial de odio y la constante fue la confrontación política y social desde las más altas esferas del gobierno. Además, de las veinte reformas remitidas al Congreso de la Unión a través de la Cámara de Diputados, una gran parte son refritos que no lograron en su momento las dos terceras partes que se requieren para ser aprobadas y mucho menos la obtendrán en vísperas de la elección presidencial.

Las veinte iniciativas que plantea el gobierno federal implicarían una auténtica reforma al modelo institucional y un proyecto de esa magnitud exige en correspondencia una visión de Estado, que involucre el concurso y el diálogo con las diferentes fuerzas políticas, altura que nunca ha existido en los cinco años de este crepuscular gobierno federal. Con la sola enumeración de las materias que abarcan las veinte iniciativas, nos podemos dar una idea de la magnitud y la insensatez de esta ocurrencia de última hora:

1. Pueblos y comunidades indígenas y afromexicanas; 2. Bienestar programas sociales; 3. Becas; 4. Atención médica integral, universal y gratuita; 5. Vivienda; 6. Protección y cuidado de los animales; 7. Derecho a la alimentación, medio ambiente sano y agua; 8. Protección de la salud por el uso de sustancias tóxicas; 9. Materia penal, extorsión y delitos fiscales; 10. Salarios.

11. Pensiones; 12. Tren de pasajeros; 13. Reforma electoral; 14. Reforma al poder judicial; 15. Industrias estratégicas del Estado; 16. Guardia nacional; 17. Eliminación de organismos autónomos; 18. Austeridad republicana y remuneraciones de servidores públicos; 19. Simplificación administrativa (leyes secundarias); 20. Reforma a la Ley del ISSSTE (leyes secundarias en materia de pensiones).

Sin muchos rodeos, la 4T está transitando del populismo político al populismo legislativo. Su última cortina de humo consiste en llevar sus promesas incumplidas a la Constitución, ante el fracaso de no poder hacerlas realidad en la vida cotidiana de los mexicanos. Es una burla que en materia de salud se proponga “garantizar los servicios públicos de salud a toda la población que no cuenta con seguro social, esto es, acceso a atención médica y hospitalaria, exámenes médicos y suministro de medicamentos”.

Un verdadero insulto a la inteligencia de los mexicanos. En lugar de pedir disculpas por la destrucción de sistema de salud y aquellos aspectos que en algo habían mejorado el acceso como lo fue el Seguro Popular, se atreven a prometer una iniciativa fracasada para lo cual han demostrado no solo ineptitud sino la más mínima sensibilidad social, pues se han atrevido a acusar a los niños con cáncer y a sus padres de “golpistas”, mezquindad política a la que caricaturísticamente llaman “humanismo mexicano”.

Otra insensatez y planteamiento anticlimático es “eliminar 200 diputados federales plurinominales y 64 senadores, para ambos casos debe haber al menos dos electos por entidad federativa bajo el principio de mayoría relativa, esto también aplicará para la elección de diputados locales en las entidades federativas”. Esto es absurdo viniendo de una fuerza política que promovió y se benefició de esta figura legislativa, desde los “diputados de partido” con la reforma de 1963 y los famosos pluris a partir de la mítica reforma electoral de 1977 ideada por don Jesús Reyes Heroles.

En los 107 años de la Constitución vigente, sólo dos presidentes no la han enmendado, Venustiano Carranza y Adolfo De la Huerta. El país no va a mejorar por el simple hecho de que el actual presidente le anexe 20 reformas más a las 700 que ya tiene nuestra Carta Magna. Lo que se ocupan son gobiernos que den resultados, resuelvan los problemas urgentes del país (seguridad, empleo, educación y salud) y mejoren la calidad de vida de los mexicanos. Eficracia y democracia deben ir de la mano, como dice el periodista de El País Martín Caparrós.

La mayoría de las reformas del presidente López Obrador, de carácter constitucional, están destinadas al fracaso, por la sencilla razón de que el gobierno desprecia la negociación e insulta a los contrarios. Además, sin pudor ha reconocido que son de tinte electoral o electoreras. Estamos frente a un gobierno que humilla incluso a su corcholata al imponerle un programa y obligarla a jugar un papel secundario y testimonial en plena lucha por la Presidencia de la República. De autoritarismo mesiánico ya tuvimos demasiado. México se merece una mexicana ejemplar, forjada en la cultura del esfuerzo, conocedora del país y abocada a dar resultados sin pretextos ni confrontaciones absurdas como lo es Xóchitl

Gálvez. ¿Se puede? ¡Claro que se puede!

12/Feb/2024.

El presidente de la República presentó el pasado 05 de febrero un total de 20 iniciativas de reforma al arreglo jurídico mexicano, de las cuales 18 son de rango constitucional y dos referidas a leyes o normas secundarias. Es un acto inusitado pues anteriormente ningún presidente lo había intentado en su último año de gobierno. Es un paquete de reformas tan amplio cuya dimensión sólo denota el tamaño del fracaso que ha sido la (delirantemente) llamada Cuarta Transformación. Es la prueba de que la 4T no logró transformar nada y ahora sólo se conforma con llevar a la Constitución sus promesas, mentiras y engaños.

Con la 4T no hubo transformación, sólo destrucción de instituciones; se envileció el debate público a través de un discurso oficial de odio y la constante fue la confrontación política y social desde las más altas esferas del gobierno. Además, de las veinte reformas remitidas al Congreso de la Unión a través de la Cámara de Diputados, una gran parte son refritos que no lograron en su momento las dos terceras partes que se requieren para ser aprobadas y mucho menos la obtendrán en vísperas de la elección presidencial.

Las veinte iniciativas que plantea el gobierno federal implicarían una auténtica reforma al modelo institucional y un proyecto de esa magnitud exige en correspondencia una visión de Estado, que involucre el concurso y el diálogo con las diferentes fuerzas políticas, altura que nunca ha existido en los cinco años de este crepuscular gobierno federal. Con la sola enumeración de las materias que abarcan las veinte iniciativas, nos podemos dar una idea de la magnitud y la insensatez de esta ocurrencia de última hora:

1. Pueblos y comunidades indígenas y afromexicanas; 2. Bienestar programas sociales; 3. Becas; 4. Atención médica integral, universal y gratuita; 5. Vivienda; 6. Protección y cuidado de los animales; 7. Derecho a la alimentación, medio ambiente sano y agua; 8. Protección de la salud por el uso de sustancias tóxicas; 9. Materia penal, extorsión y delitos fiscales; 10. Salarios.

11. Pensiones; 12. Tren de pasajeros; 13. Reforma electoral; 14. Reforma al poder judicial; 15. Industrias estratégicas del Estado; 16. Guardia nacional; 17. Eliminación de organismos autónomos; 18. Austeridad republicana y remuneraciones de servidores públicos; 19. Simplificación administrativa (leyes secundarias); 20. Reforma a la Ley del ISSSTE (leyes secundarias en materia de pensiones).

Sin muchos rodeos, la 4T está transitando del populismo político al populismo legislativo. Su última cortina de humo consiste en llevar sus promesas incumplidas a la Constitución, ante el fracaso de no poder hacerlas realidad en la vida cotidiana de los mexicanos. Es una burla que en materia de salud se proponga “garantizar los servicios públicos de salud a toda la población que no cuenta con seguro social, esto es, acceso a atención médica y hospitalaria, exámenes médicos y suministro de medicamentos”.

Un verdadero insulto a la inteligencia de los mexicanos. En lugar de pedir disculpas por la destrucción de sistema de salud y aquellos aspectos que en algo habían mejorado el acceso como lo fue el Seguro Popular, se atreven a prometer una iniciativa fracasada para lo cual han demostrado no solo ineptitud sino la más mínima sensibilidad social, pues se han atrevido a acusar a los niños con cáncer y a sus padres de “golpistas”, mezquindad política a la que caricaturísticamente llaman “humanismo mexicano”.

Otra insensatez y planteamiento anticlimático es “eliminar 200 diputados federales plurinominales y 64 senadores, para ambos casos debe haber al menos dos electos por entidad federativa bajo el principio de mayoría relativa, esto también aplicará para la elección de diputados locales en las entidades federativas”. Esto es absurdo viniendo de una fuerza política que promovió y se benefició de esta figura legislativa, desde los “diputados de partido” con la reforma de 1963 y los famosos pluris a partir de la mítica reforma electoral de 1977 ideada por don Jesús Reyes Heroles.

En los 107 años de la Constitución vigente, sólo dos presidentes no la han enmendado, Venustiano Carranza y Adolfo De la Huerta. El país no va a mejorar por el simple hecho de que el actual presidente le anexe 20 reformas más a las 700 que ya tiene nuestra Carta Magna. Lo que se ocupan son gobiernos que den resultados, resuelvan los problemas urgentes del país (seguridad, empleo, educación y salud) y mejoren la calidad de vida de los mexicanos. Eficracia y democracia deben ir de la mano, como dice el periodista de El País Martín Caparrós.

La mayoría de las reformas del presidente López Obrador, de carácter constitucional, están destinadas al fracaso, por la sencilla razón de que el gobierno desprecia la negociación e insulta a los contrarios. Además, sin pudor ha reconocido que son de tinte electoral o electoreras. Estamos frente a un gobierno que humilla incluso a su corcholata al imponerle un programa y obligarla a jugar un papel secundario y testimonial en plena lucha por la Presidencia de la República. De autoritarismo mesiánico ya tuvimos demasiado. México se merece una mexicana ejemplar, forjada en la cultura del esfuerzo, conocedora del país y abocada a dar resultados sin pretextos ni confrontaciones absurdas como lo es Xóchitl

Gálvez. ¿Se puede? ¡Claro que se puede!

12/Feb/2024.