/ lunes 27 de mayo de 2024

Gobiernan sin estudios

Aunque la Constitución no impide, porque resultaría discriminatorio incluso, un gobernante sin estudios profesionales mínimos, un político sin un perfil colmado, también puede derivar en un servidor público mediocre.

Desde luego, sobran casos en que un político que nunca estudió una carrera puede hacer grandes cosas y otro en que tiene hasta doctorado, a lo único que se dedicó fue al saqueo, pero llegando a un punto intermedio, para ser candidato sí se deberían mostrar estudios y actitudes necesarias para ejercer el cargo.

Las leyes en México prevén en qué tipo de funcionarios sí es necesario acreditar estudios, sobre todo en temas técnicos que no se pueden aprender de manera empírica. Como por ejemplo los financieros, económicos, los judiciales o de procuración de justicia, entre otros.

En realidad, no pedir acreditar una carrera, en México se ha vuelto una forma de poner a los cuates y cuotas en altos cargos públicos para los que no están preparados, y aunque se diga que es necesario un 90 por ciento de lealtad y un 10 por ciento de capacidad, ya hemos visto que este experimento redunda en incompetencia.

En esta línea, Sinaloa está en la media nacional de candidatos prófugos de las aulas universitarias, el 38 por ciento de aquellos que subieron su currículum a las plataformas del Instituto Nacional Electoral y del Instituto Estatal Electoral, no reportan que hayan concluido una licenciatura.

Pero no todos informaron su perfil, el 44 por ciento de los aspirantes a un cargo público, ni siquiera se tomaron la molestia de reportar a los ciudadanos sus grados de estudio y su trayectoria, y eso que son más de 400 los candidatos en Sinaloa, desde diputados federales, locales, alcaldes, regidores y senadores.

Ha habido casos de diputados que ni siquiera hicieron la secundaria, y cuando se les cuestiona, dicen que son gente del pueblo, pero nunca se les conoce trabajo por el pueblo, sino por ellos. Y por cierto, tampoco se les conoce trabajo legislativo, y hoy en día quedaron olvidados en el rincón de la mediocridad. Eso sí, se llevaron su tajada de pastel presupuestario.

Manual de arborización

En Mazatlán no se cuenta con un manual de arborización, y aunque existiera, quizá sólo fuera letra muerta, porque para el nivel de devastación de la flora que provoca la loca carrera inmobiliaria en el puerto, deseada de atender a los turistas, cualquier instructivo para plantar árboles sería menos que inútil.

Lo cierto es que todas las ciudades requieren tener un ordenamiento en este tema ambiental, pero la cultura de plantar árboles todavía está en ciernes, no hay una conciencia en general, muchas veces sólo hay activistas de redes sociales.

Para la asociación Guaiacum AC, sembrar árboles se también combatir el calor creciente, de hecho, está demostrado que la radiación es más fuerte en zonas áridas que en las arboladas.

En una zona arbolada la temperatura puede ser de 6 a 10 grados centígrados menos, todo porque en el ramerío y sus sombras, el viento suele refrescarse mucho más que a pleno sol.

Pero es algo que apenas algunos ambientalistas luchan por instalar en el chip de las personas, ciudadanos, gobierno y hasta inmobiliarias que, una vez que construyen, deberían dejar un residencial lleno de futuros árboles.

Por donde se le vea, tener más árboles es necesario, sobre todo ahora que las sequías en México y Sinaloa se vuelven más prolongadas, sería una apuesta por un futuro que está a la vuelta de la esquina.

Aunque la Constitución no impide, porque resultaría discriminatorio incluso, un gobernante sin estudios profesionales mínimos, un político sin un perfil colmado, también puede derivar en un servidor público mediocre.

Desde luego, sobran casos en que un político que nunca estudió una carrera puede hacer grandes cosas y otro en que tiene hasta doctorado, a lo único que se dedicó fue al saqueo, pero llegando a un punto intermedio, para ser candidato sí se deberían mostrar estudios y actitudes necesarias para ejercer el cargo.

Las leyes en México prevén en qué tipo de funcionarios sí es necesario acreditar estudios, sobre todo en temas técnicos que no se pueden aprender de manera empírica. Como por ejemplo los financieros, económicos, los judiciales o de procuración de justicia, entre otros.

En realidad, no pedir acreditar una carrera, en México se ha vuelto una forma de poner a los cuates y cuotas en altos cargos públicos para los que no están preparados, y aunque se diga que es necesario un 90 por ciento de lealtad y un 10 por ciento de capacidad, ya hemos visto que este experimento redunda en incompetencia.

En esta línea, Sinaloa está en la media nacional de candidatos prófugos de las aulas universitarias, el 38 por ciento de aquellos que subieron su currículum a las plataformas del Instituto Nacional Electoral y del Instituto Estatal Electoral, no reportan que hayan concluido una licenciatura.

Pero no todos informaron su perfil, el 44 por ciento de los aspirantes a un cargo público, ni siquiera se tomaron la molestia de reportar a los ciudadanos sus grados de estudio y su trayectoria, y eso que son más de 400 los candidatos en Sinaloa, desde diputados federales, locales, alcaldes, regidores y senadores.

Ha habido casos de diputados que ni siquiera hicieron la secundaria, y cuando se les cuestiona, dicen que son gente del pueblo, pero nunca se les conoce trabajo por el pueblo, sino por ellos. Y por cierto, tampoco se les conoce trabajo legislativo, y hoy en día quedaron olvidados en el rincón de la mediocridad. Eso sí, se llevaron su tajada de pastel presupuestario.

Manual de arborización

En Mazatlán no se cuenta con un manual de arborización, y aunque existiera, quizá sólo fuera letra muerta, porque para el nivel de devastación de la flora que provoca la loca carrera inmobiliaria en el puerto, deseada de atender a los turistas, cualquier instructivo para plantar árboles sería menos que inútil.

Lo cierto es que todas las ciudades requieren tener un ordenamiento en este tema ambiental, pero la cultura de plantar árboles todavía está en ciernes, no hay una conciencia en general, muchas veces sólo hay activistas de redes sociales.

Para la asociación Guaiacum AC, sembrar árboles se también combatir el calor creciente, de hecho, está demostrado que la radiación es más fuerte en zonas áridas que en las arboladas.

En una zona arbolada la temperatura puede ser de 6 a 10 grados centígrados menos, todo porque en el ramerío y sus sombras, el viento suele refrescarse mucho más que a pleno sol.

Pero es algo que apenas algunos ambientalistas luchan por instalar en el chip de las personas, ciudadanos, gobierno y hasta inmobiliarias que, una vez que construyen, deberían dejar un residencial lleno de futuros árboles.

Por donde se le vea, tener más árboles es necesario, sobre todo ahora que las sequías en México y Sinaloa se vuelven más prolongadas, sería una apuesta por un futuro que está a la vuelta de la esquina.