/ jueves 30 de junio de 2022

20 millones de conservadores

La educación pública y el sistema de salud del país destruidos sistemáticamente por esta administración y López Obrador despotrica sobre las ruinas: “Eso es lo que prevaleció y eso es lo que aplauden, no solo los que se beneficiaron con esta política, sino sus achichincles y voceros y mucha gente confundida. Hay como 20 millones de conservadores en el país que se sienten fifís”. Ante el desastre en seguridad y la violencia incontenible que alcanzó a sacerdotes jesuitas en Chihuahua, el presidente solo tiene insultos: “Incluso hasta a los religiosos, con todo respeto, que no siguen el ejemplo del papa Francisco porque están muy apergollados por la oligarquía mexicana”, les dijo ante el reclamo de justicia y la petición de revisar la “estrategia” de seguridad.

En el verano de 1991, los editores de la prestigiosa revista New Perspectives Quarterly entrevistaban al gran Isaiah Berlin* junto con otros pensadores y mentes privilegiadas de la época, como Aleksandr Solzhenitsyn, Czeslaw Milosz, Samuel P. Huntington, Pierre Trudeau, Octavio Paz, Carlos Fuentes, Felipe González, Nelson Mandela, Francois Mitterrand, Shimon Peres y varios más, con el fin de penetrar y comprender el curso que seguía el mundo al finalizar el siglo XX, marcado por el fin del totalitarismo comunista, violentas guerras étnicas, y la disolución provocada por el nacionalismo. Berlin, como buen liberal, apostaba por un pluralismo cultural, por el surgimiento de un nuevo conjunto de valores comunes, derechos ecológicos y derechos humanos, repudiando la idea que haya sólo un eje articulador de las culturas que pudiera volver a conducir al imperialismo. Una vez que se acepta el pluralismo de modos de vida, y puede existir respeto mutuo entre perspectivas diferentes e incombinables -apuntaba Berlin- resulta difícil suponer que todo esto pudiera verse aplastado por una gigantesca bota. La idea central a la que llegaba Berlin sobre el tema era esta: "ninguna sociedad decente puede sobrevivir a menos que exista un mínimo de valores comunes que puedan preservar la paz".

Hoy, en el mundo, aparte del pretendido renacimiento del imperialismo ruso y la irrupción China en la economía global, no debemos vérnoslas con esas formas del imperialismo del siglo pasado, pero sí, en el plano nacional, con otra faceta de la antidemocracia como lo es la bota del autoritarismo populista, que llega al poder legitimado por el sufragio republicano con la intención de subvertir las instituciones democráticas y monopolizar el poder todo el tiempo que sea necesario.

El populismo se infiltra con la manipulación del descontento social y juega con el resentimiento. Dirige el encono popular contra un grupo de la sociedad, responsabilizándolos por agravios de los que es ajeno ese otro grupo. El populismo pretende que se escuche una sola voz, que haya un solo intérprete de las aspiraciones generales, busca uniformidad, que los demás se convenzan que hay solo un origen de todo y solo un futuro posible construido no por la pluralidad de visiones sino por la unidad en la sumisión al destino manifiesto de una sola persona.

Es evidente el retroceso en nuestro país. El populismo en el gobierno no llegó para que la democracia diera frutos ni resultados, sino para exacerbar sus contradicciones e insuficiencias, provocar la polarización y demoler sus instituciones. En su Retórica, Aristóteles recoge un discurso de Gorgias, para ejemplificar en lo que consiste una metáfora: “Tú sembraste para tu vergüenza y has cosechado para tu desgracia”.

Tal vez somos más que 20 millones los que queremos un México de respeto mutuo entre perspectivas diferentes y aceptamos y acogemos el pluralismo y la diversidad como forma de vida valiosa para la sociedad, deberíamos hacer caso a Isaiah Berlin, porque tenemos una sociedad en su inmensa mayoría decente y con un mínimo de valores comunes que pueden preservar la paz, el bienestar y la permanencia de los valores democráticos.

*AA.VV., Fin de siglo. Grandes pensadores hacen reflexiones sobre nuestro tiempo, McGraw-Hill, México, 1996.20 millones de conservadores

La educación pública y el sistema de salud del país destruidos sistemáticamente por esta administración y López Obrador despotrica sobre las ruinas: “Eso es lo que prevaleció y eso es lo que aplauden, no solo los que se beneficiaron con esta política, sino sus achichincles y voceros y mucha gente confundida. Hay como 20 millones de conservadores en el país que se sienten fifís”. Ante el desastre en seguridad y la violencia incontenible que alcanzó a sacerdotes jesuitas en Chihuahua, el presidente solo tiene insultos: “Incluso hasta a los religiosos, con todo respeto, que no siguen el ejemplo del papa Francisco porque están muy apergollados por la oligarquía mexicana”, les dijo ante el reclamo de justicia y la petición de revisar la “estrategia” de seguridad.

En el verano de 1991, los editores de la prestigiosa revista New Perspectives Quarterly entrevistaban al gran Isaiah Berlin* junto con otros pensadores y mentes privilegiadas de la época, como Aleksandr Solzhenitsyn, Czeslaw Milosz, Samuel P. Huntington, Pierre Trudeau, Octavio Paz, Carlos Fuentes, Felipe González, Nelson Mandela, Francois Mitterrand, Shimon Peres y varios más, con el fin de penetrar y comprender el curso que seguía el mundo al finalizar el siglo XX, marcado por el fin del totalitarismo comunista, violentas guerras étnicas, y la disolución provocada por el nacionalismo. Berlin, como buen liberal, apostaba por un pluralismo cultural, por el surgimiento de un nuevo conjunto de valores comunes, derechos ecológicos y derechos humanos, repudiando la idea que haya sólo un eje articulador de las culturas que pudiera volver a conducir al imperialismo. Una vez que se acepta el pluralismo de modos de vida, y puede existir respeto mutuo entre perspectivas diferentes e incombinables -apuntaba Berlin- resulta difícil suponer que todo esto pudiera verse aplastado por una gigantesca bota. La idea central a la que llegaba Berlin sobre el tema era esta: "ninguna sociedad decente puede sobrevivir a menos que exista un mínimo de valores comunes que puedan preservar la paz".

Hoy, en el mundo, aparte del pretendido renacimiento del imperialismo ruso y la irrupción China en la economía global, no debemos vérnoslas con esas formas del imperialismo del siglo pasado, pero sí, en el plano nacional, con otra faceta de la antidemocracia como lo es la bota del autoritarismo populista, que llega al poder legitimado por el sufragio republicano con la intención de subvertir las instituciones democráticas y monopolizar el poder todo el tiempo que sea necesario.

El populismo se infiltra con la manipulación del descontento social y juega con el resentimiento. Dirige el encono popular contra un grupo de la sociedad, responsabilizándolos por agravios de los que es ajeno ese otro grupo. El populismo pretende que se escuche una sola voz, que haya un solo intérprete de las aspiraciones generales, busca uniformidad, que los demás se convenzan que hay solo un origen de todo y solo un futuro posible construido no por la pluralidad de visiones sino por la unidad en la sumisión al destino manifiesto de una sola persona.

Es evidente el retroceso en nuestro país. El populismo en el gobierno no llegó para que la democracia diera frutos ni resultados, sino para exacerbar sus contradicciones e insuficiencias, provocar la polarización y demoler sus instituciones. En su Retórica, Aristóteles recoge un discurso de Gorgias, para ejemplificar en lo que consiste una metáfora: “Tú sembraste para tu vergüenza y has cosechado para tu desgracia”.

Tal vez somos más que 20 millones los que queremos un México de respeto mutuo entre perspectivas diferentes y aceptamos y acogemos el pluralismo y la diversidad como forma de vida valiosa para la sociedad, deberíamos hacer caso a Isaiah Berlin, porque tenemos una sociedad en su inmensa mayoría decente y con un mínimo de valores comunes que pueden preservar la paz, el bienestar y la permanencia de los valores democráticos.

*AA.VV., Fin de siglo. Grandes pensadores hacen reflexiones sobre nuestro tiempo, McGraw-Hill, México, 1996.20 millones de conservadores