Culiacán, Sin.- Sin más opción que la de “agarrar el toro por los cuernos” después de enviudar a los 38 años y con la responsabilidad de sacar adelante a sus tres hijas, la señora Teresa de Jesús Cárdenas Flores, tomó lo único que sabía hacer y se convirtió en una trabajadora del hogar, con todos los sacrificios que esto representa para su familia.
A sus 50 años y con una trayectoria de 12 años trabajando en los quehaceres infinitos de una casa ajena, Tere se convirtió en el selecto grupo del daño colateral que provoca la violencia que se vive en Culiacán, cuando asesinaron a su esposo.
Puedes leer: Personal de hospitales privados deben solicitar la vacuna
En más de una década, son ya varias las experiencias que ha tenido en su labor que inició cuando le preguntaban ¿qué vas hacer? Sin lograr conciliar una pronta respuesta al decir que solo ha sido una ama de casa. Fue por invitación de una vecina que entró a este oficio poco reconocido por la sociedad y gobiernos.
“Tengo 12 años trabajando; mataron a mi esposo y pues como las niñas estaban chiquitas tuve que meterme a trabajar, era ama de casa nada más, me dediqué a mis hijas, pero cuando a él lo mataron tuve que agarrar el toro por los cuernos y trabajar en casa”, contó.
SACRIFICIOS
Sus hijas tenían menos de 10 años cuando las tuvo que dejar solas durante el día mientras ella trabajaba en la casa de su vecina. Por cuatro años la rutina fue la misma: de lunes a sábado aseaba un solo hogar, pero al ir disminuyendo la jornada semanal, empezó a buscar otras opciones, todas por recomendaciones, por su seguridad.
“Ellas estuvieron de acuerdo (sus hijas), las tuve que dejar solas en casa, que ellas se hicieran comida, que se lavaran, que se plancharan”, compartió, a la par que decía que siempre ha trabajado en el mismo sector de su casa para estar pendiente de ellas.
En los pocos minutos que la señora Tere se dio de descanso para compartir su historia, sus años de arduo trabajo ya son notorios, siendo más visible su problema de reumas, eso que ya no le permite agarrar bien la escoba y el trapeador y que, de no bajarle a su ritmo de trabajo, su doctor tendrá que aplicarle inyecciones para que no se le duerman los nervios por tanto desgaste.
En sus 12 años como trabajadora del hogar, la señora Tere ha tenido que reforzar sus protocolos de seguridad y confianza a la hora de hacer el trato con una nueva familia, al haber pasado una mala experiencia con una señora que era empleada de gobierno y que, por la limpieza de su hogar de tres pisos, el pago era de solo 200 pesos al día, para el colmo, la culparon de ladrona cuando no fue así.
“Por eso te digo, hay personas que, si tienden la mano, para mí es muy difícil más que nada la confianza por lo que a mí me pasó de chica, porque a mí me violaron y yo nunca se lo dije a mi mamá, a nadie, yo cometí el error de decirle a mi marido y pues ya sabrás…”, confesó.
PANDEMIA
A inicios del 2020 cuando “la vida era normal”, la señora Tere trabajaba en siete casas, poco a poco le fueron diciendo que hasta que acabara la pandemia iban a recontratarla, le daban el pago del último día y sin liquidación le daban solo la gracias, al final logró mantenerse en solo tres hogares.
De abril a junio, ella junto con dos de sus hijas vivieron la experiencia de ser un paciente activo de Covid-19, en este tiempo, algunas señoras le regalaron despensa, comida y hasta un pastel por el Día de las Madres. De poco a poco fue pagando luz, agua, internet y de sus ahorros, le alcanzaba para comprar solo lo suficiente.
Ahora sus cuidados son fundamentales a la hora de trabajar, primero por ella y sus hijas y por la familia que va a visitar. Antes y después de su jornada se “baña” de sanitizantes, utiliza una plaquita que asegura purifica el aire de su entorno. Su rutina es ahora de lunes a sábado de 8:00 a 17:00 horas y durante el fin de semana visita a su madre, quien recientemente también enviudó.
“Dice uno, voy a descansar, pero no descansa, se la aprende a llevar uno con el cansancio, más que nada uno lo hace por los hijos y deudas que tienes que pagar, el internet, la luz, el agua, hasta ahorita yo no he dejado que se me venza nada”, aseguró.
FAMILIA
Sus tres hijas, con todo el esfuerzo, siguieron con sus estudios, la mayor es química farmacobióloga, de las cuatas, una está por graduarse de enfermería y la otra, de derecho. Las dos jóvenes del área de la salud están aportando sus conocimientos en la emergencia sanitaria.
La estudiante de enfermería forma parte del grupo de brigadistas de la UAS y la química aporta con la toma de muestras en el seguro y en hoteles que se requiere.
“Yo la verdad no me la creo, porque de chicas cuando uno viene de chico que el papá no es responsable y la mamá sí, uno no quiere que a los hijos les falte lo que a nosotros y fue lo que yo les dije, yo les voy a dar hasta donde yo puedo (…) yo no me la creo de tener unas hijas tan grandes, que nunca pensé y que vayan a ser más grandes”, resaltó.
Adaptada a su nueva normalidad, la señora Tere se debate entre seguir o finalizar su labor como trabajadora del hogar por decir que no está acostumbrada a descansar, pero que por todo el sacrificio que hizo por sus hijas, ahora ellas quieren regresarle el favor para el resto de su vida.
Lee más aquí ⬇