/ sábado 25 de marzo de 2023

Identifican presunto centro de exterminio del Ejército en Culiacán

Víctimas de la guerra sucia en Sinaloa regresan a cárcel clandestina de la Novena Zona Militar, reconocen el área donde padecieron torturas y vieron por última vez a sus amigos

A más de 45 años de haber pasado por las instalaciones de la Novena Zona Militar de Culiacán, cuatro ex integrantes de la Liga Comunista 23 de Septiembre volvieron al lugar donde fueron recluidos y torturados por elementos del Ejército Mexicano.

Ellos fueron detenidos en los años 1977-78, cuando el Estado mexicano implementó una cacería en contra de personas que se asumían como guerrilleros y que buscaban realizar la lucha armada contra el sistema.

También puedes leer: Por violación a derechos humanos en operativos de seguridad, CEDH ha recibido 6 quejas

Acompañados por la Comisión de la Verdad, los cuatro ex guerrilleros realizaron una incursión el pasado 23 de marzo, en el marco del Día Internacional del Derecho a la Verdad en relación con Violaciones Graves de los Derechos Humanos y de la Dignidad de las Víctimas, para documentar el área en donde fueron recluidos de manera ilegal y torturados durante días, semanas enteras.

Una de estas personas es Martha Camacho Loaiza, quien estuvo presa durante un mes en la prisión clandestina que todavía existe en estado de abandono al interior de este campo militar en la capital del estado.

Es una especie de casa que está muy aislada, enmontada, incluso cerrada para que no se viera de fuera, encadenada”, narró Camacho Loaiza, tras la visita a esta “casa de la tortura militar”.

Ella fue detenida junto con su pareja Manuel Alapizco y en 1977 estaba embarazada de su hijo. Su esposo fue desaparecido, Martha fue brutalmente violentada e incluso el bebé nació ya en una prisión clandestina de la Dirección Federal de Seguridad.

Violencia de estado

Mi esposo fue muy torturado, finalmente castrado y ejecutado extrajudicialmente”, contó Camacho, al recordar cada momento al interior de este centro de detención y tortura del Ejército.

Cada rincón del lugar fue reconocido por ella y los otros tres sobrevivientes, el piso, las paredes, el baño, y aunque la pintura ya había cambiado con los años, Martha comentó que alcanzó a ver una parte descascarada en la que había vestigios de aquel color azul que había cuando estuvo prisionera junto con el padre de su hijo.

Por su parte, Ramón Galaviz Navarro, quien era coordinador de una de las brigadas de la Liga Comunista, también relató la forma en que fue detenido junto con un compañero, quien fue desaparecido.

Recordó que él fue capturado en la sindicatura de Costa Rica, en donde había un enclave de la Liga que repartía propaganda del movimiento entre jornaleros y obreros, a quienes trataban de adoctrinar en la lucha armada, la única vía posible en aquella época.

Recuerdos de un viejo comunista

Plantado en sus recuerdos nítidos, Ramón Galaviz no se quitó las gafas oscuras cuando narró el episodio que vivió en enero de 1978, luego de ser detenido por militares vestidos de civil.

A su compañero le metieron un balazo en la femoral y así llegaron a la Novena Zona, en donde los recluyeron en la casa de tortura.

En ese entonces tenía 23, 24 años de edad, cursaba la carrera de agronomía en la UAS y creía firmemente en la lucha armada, en la ideología que dice que el proletariado es el que tiene que subir al poder.

“Mi compañero se llamaba Antonio Trinidad Vega Valenzuela, estaba agonizando y cuando pedí que lo ayudara un doctor, me golpearon”, recordó.

Al día siguiente de su captura, comenzó la ronda de tortura encarnizada.

“En aquel tiempo esa casucha era utilizada como centro de exterminio, nunca me tocó ver quién estaba conmigo, porque todo el tiempo estuvimos amarrados y vendados de los ojos”, dijo.

Ramón Galaviz estuvo 10 meses tanto en la Novena Zona Militar como en el Campo Militar 1 de Ciudad de México. Tras ese tiempo fue dejado en libertad con secuelas psicológicas de por vida.

Su hermano Marco Vinicio fue desaparecido en 1979, casi al momento en el que él fue dejado libre.

Presunto horno

Tanto para Martha Camacho como para Ramón Galaviz, esta casa de tortura del Ejército tenía a un lado una estructura parecida a un horno crematorio, con planchas metálicas posiblemebte fatigada por el calor extremo.

Estoy segura que nuestros familiares fueron cremados en ese horno”, declaró con pesar la mujer. Sin embargo, como es la primera vez que tanto ellos como la Comisión de la Verdad tiene acceso al cuartel, pidieron que se trabaje más en este punto de la Novena Zona para esclarecer si ahí llegaron a incinerar cuerpos de personas ejecutadas extrajudicialmente.

Si era un horno debe haber moléculas, indicios, de que incineraron personas”, acotó.

Trabajos de la comisión

La Comisión de la Verdad, un grupo interdisciplinario dirigido por la Secretaría de Gobernación, comenzó el trabajo de revisar los crímenes del pasado, la incursión en la Novena Zona Militar estuvo acompañada de otros 21 familiares de personas desaparecidas, entre ellas las esposas de los policías que eran escoltas del gobernador Genaro G. Calderón.

Además de Martha y Ramón, sobrevivientes de la detención, también estuvieron Cirilo Cota Rodríguez y Juan Manuel Hernández, también ex miembros de la Liga.

También acudió doña Martha Beatriz Vega, esposa de Cutberto Martínez, escolta de Calderón desaparecido por el Ejército en 1977.

El técnico de la Comisión, Camilo Vicente, señaló que la recuperación de la memoria apenas inicia, y que se espera continuar recolectando testimonios y evidencias para llegar a la verdad, un derecho que todas las víctimas tienen.

A más de 45 años de haber pasado por las instalaciones de la Novena Zona Militar de Culiacán, cuatro ex integrantes de la Liga Comunista 23 de Septiembre volvieron al lugar donde fueron recluidos y torturados por elementos del Ejército Mexicano.

Ellos fueron detenidos en los años 1977-78, cuando el Estado mexicano implementó una cacería en contra de personas que se asumían como guerrilleros y que buscaban realizar la lucha armada contra el sistema.

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Acompañados por la Comisión de la Verdad, los cuatro ex guerrilleros realizaron una incursión el pasado 23 de marzo, en el marco del Día Internacional del Derecho a la Verdad en relación con Violaciones Graves de los Derechos Humanos y de la Dignidad de las Víctimas, para documentar el área en donde fueron recluidos de manera ilegal y torturados durante días, semanas enteras.

Una de estas personas es Martha Camacho Loaiza, quien estuvo presa durante un mes en la prisión clandestina que todavía existe en estado de abandono al interior de este campo militar en la capital del estado.

Es una especie de casa que está muy aislada, enmontada, incluso cerrada para que no se viera de fuera, encadenada”, narró Camacho Loaiza, tras la visita a esta “casa de la tortura militar”.

Ella fue detenida junto con su pareja Manuel Alapizco y en 1977 estaba embarazada de su hijo. Su esposo fue desaparecido, Martha fue brutalmente violentada e incluso el bebé nació ya en una prisión clandestina de la Dirección Federal de Seguridad.

Violencia de estado

Mi esposo fue muy torturado, finalmente castrado y ejecutado extrajudicialmente”, contó Camacho, al recordar cada momento al interior de este centro de detención y tortura del Ejército.

Cada rincón del lugar fue reconocido por ella y los otros tres sobrevivientes, el piso, las paredes, el baño, y aunque la pintura ya había cambiado con los años, Martha comentó que alcanzó a ver una parte descascarada en la que había vestigios de aquel color azul que había cuando estuvo prisionera junto con el padre de su hijo.

Por su parte, Ramón Galaviz Navarro, quien era coordinador de una de las brigadas de la Liga Comunista, también relató la forma en que fue detenido junto con un compañero, quien fue desaparecido.

Recordó que él fue capturado en la sindicatura de Costa Rica, en donde había un enclave de la Liga que repartía propaganda del movimiento entre jornaleros y obreros, a quienes trataban de adoctrinar en la lucha armada, la única vía posible en aquella época.

Recuerdos de un viejo comunista

Plantado en sus recuerdos nítidos, Ramón Galaviz no se quitó las gafas oscuras cuando narró el episodio que vivió en enero de 1978, luego de ser detenido por militares vestidos de civil.

A su compañero le metieron un balazo en la femoral y así llegaron a la Novena Zona, en donde los recluyeron en la casa de tortura.

En ese entonces tenía 23, 24 años de edad, cursaba la carrera de agronomía en la UAS y creía firmemente en la lucha armada, en la ideología que dice que el proletariado es el que tiene que subir al poder.

“Mi compañero se llamaba Antonio Trinidad Vega Valenzuela, estaba agonizando y cuando pedí que lo ayudara un doctor, me golpearon”, recordó.

Al día siguiente de su captura, comenzó la ronda de tortura encarnizada.

“En aquel tiempo esa casucha era utilizada como centro de exterminio, nunca me tocó ver quién estaba conmigo, porque todo el tiempo estuvimos amarrados y vendados de los ojos”, dijo.

Ramón Galaviz estuvo 10 meses tanto en la Novena Zona Militar como en el Campo Militar 1 de Ciudad de México. Tras ese tiempo fue dejado en libertad con secuelas psicológicas de por vida.

Su hermano Marco Vinicio fue desaparecido en 1979, casi al momento en el que él fue dejado libre.

Presunto horno

Tanto para Martha Camacho como para Ramón Galaviz, esta casa de tortura del Ejército tenía a un lado una estructura parecida a un horno crematorio, con planchas metálicas posiblemebte fatigada por el calor extremo.

Estoy segura que nuestros familiares fueron cremados en ese horno”, declaró con pesar la mujer. Sin embargo, como es la primera vez que tanto ellos como la Comisión de la Verdad tiene acceso al cuartel, pidieron que se trabaje más en este punto de la Novena Zona para esclarecer si ahí llegaron a incinerar cuerpos de personas ejecutadas extrajudicialmente.

Si era un horno debe haber moléculas, indicios, de que incineraron personas”, acotó.

Trabajos de la comisión

La Comisión de la Verdad, un grupo interdisciplinario dirigido por la Secretaría de Gobernación, comenzó el trabajo de revisar los crímenes del pasado, la incursión en la Novena Zona Militar estuvo acompañada de otros 21 familiares de personas desaparecidas, entre ellas las esposas de los policías que eran escoltas del gobernador Genaro G. Calderón.

Además de Martha y Ramón, sobrevivientes de la detención, también estuvieron Cirilo Cota Rodríguez y Juan Manuel Hernández, también ex miembros de la Liga.

También acudió doña Martha Beatriz Vega, esposa de Cutberto Martínez, escolta de Calderón desaparecido por el Ejército en 1977.

El técnico de la Comisión, Camilo Vicente, señaló que la recuperación de la memoria apenas inicia, y que se espera continuar recolectando testimonios y evidencias para llegar a la verdad, un derecho que todas las víctimas tienen.

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