/ jueves 15 de febrero de 2024

Política en Serio | ¿Las puertas están abiertas en la ciencia y tecnología para las mujeres?

Como mujer, como científica, espero sinceramente que el haber recibido el Nóbel envíe un mensaje a las mujeres jóvenes de todas partes: las puertas están abiertas para ellas y deben perseguir sus sueños

Linda B. Buck

Hace poco más de un siglo en el que Marie Curie obtuviera el reconocimiento a sus investigaciones través del premio Nóbel en el campo de la física y química, otras más han podido alcanzarlo y hace 20 años, Linda Buck al recibirlo pronunciaba con optimismo que estaban abiertas las puertas de la ciencia para las mujeres; y nos gustaría pensar que así es, pero los datos nos muestran otra la realidad.

Actualmente, las mujeres y las niñas somos la mitad de la población en el mundo y, por ello la mitad de su potencial, por lo que si se busca cumplir la meta de los Objetivos de Desarrollo Sustentable (ODS) es necesario alcanzar condiciones de igualdad en todos los ámbitos.

A nivel global, las cifras de la UNESCO estiman que, aunque las mujeres representan 33 por ciento de todos los investigadores, sólo 12 por ciento de los miembros de las academias científicas son mujeres.

Las investigadoras suelen tener carreras más cortas y peor pagadas, ya que suelen recibir becas de investigación más modestas que sus colegas masculinos y su trabajo está subrepresentado en las revistas de alto nivel y a menudo no se las tiene en cuenta para los ascensos.

Hoy se piensa que las puertas están abiertas y que las mujeres pueden dedicarse a la ciencia, pero es evidente que los estereotipos y roles sociales de género siguen impactando su acceso y permanencia, iniciando con la brecha de sueños y terminando con las cargas de trabajo derivadas principalmente de las tareas del cuidado, esto se aprecia en el número de estudiantes y científicas en las universidades.

De acuerdo con el Centro de Investigaciones y Estudios de Género, en 2015 la población estudiantil de la UNAM estaba compuesta por 50.7% de mujeres y por 49.3% hombres, considerando que los porcentajes cambian por facultad y por carrera, por el posgrado y área del conocimiento.

La licenciatura en la que menos mujeres estaban inscritas fue la de Ingeniería mecánica y eléctrica pues por cada 100 estudiantes había 9 alumnas. En los posgrados, en físico matemáticas hubo 30 mujeres por cada cien hombres. En el caso de las carreras no científicas, la licenciatura en pedagogía tenía 480 mujeres por cada 100 hombres. Importante resaltar que la participación de las mujeres en las carreras científicas no se relaciona con la capacidad, pues el promedio de las calificaciones en el bachillerato fue de 8.0 para las mujeres y 7.5 para los hombres.

Para nuestro estado el caso debe tomarse con mayor seriedad y prontitud, de acuerdo con un estudio realizado por Pablo Clark y Teresa Ruiz, investigadores de Sociedad Incluyente, Sinaloa se encuentra con un 15 por ciento y se coloca a nivel nacional entre las cinco entidades con menor presencia de mujeres estudiando carreras relacionadas con ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, conocidas también como STEM por sus siglas en inglés.

Lo anterior nos debe motivar a impulsar la igualdad de oportunidades de las mujeres y las niñas en la ciencia, con la convicción de que eso no sólo ayudará a reducir la brecha salarial de género, sino a mejorar su seguridad económica y garantizar una fuerza de trabajo diversa y talentosa.

Las cifras hablan de la necesidad de una estrategia con perspectiva de género que permita fortalecer los sistemas de educación, ciencia, tecnología e innovación para el desarrollo económico igualitario

La brecha persiste.

Como mujer, como científica, espero sinceramente que el haber recibido el Nóbel envíe un mensaje a las mujeres jóvenes de todas partes: las puertas están abiertas para ellas y deben perseguir sus sueños

Linda B. Buck

Hace poco más de un siglo en el que Marie Curie obtuviera el reconocimiento a sus investigaciones través del premio Nóbel en el campo de la física y química, otras más han podido alcanzarlo y hace 20 años, Linda Buck al recibirlo pronunciaba con optimismo que estaban abiertas las puertas de la ciencia para las mujeres; y nos gustaría pensar que así es, pero los datos nos muestran otra la realidad.

Actualmente, las mujeres y las niñas somos la mitad de la población en el mundo y, por ello la mitad de su potencial, por lo que si se busca cumplir la meta de los Objetivos de Desarrollo Sustentable (ODS) es necesario alcanzar condiciones de igualdad en todos los ámbitos.

A nivel global, las cifras de la UNESCO estiman que, aunque las mujeres representan 33 por ciento de todos los investigadores, sólo 12 por ciento de los miembros de las academias científicas son mujeres.

Las investigadoras suelen tener carreras más cortas y peor pagadas, ya que suelen recibir becas de investigación más modestas que sus colegas masculinos y su trabajo está subrepresentado en las revistas de alto nivel y a menudo no se las tiene en cuenta para los ascensos.

Hoy se piensa que las puertas están abiertas y que las mujeres pueden dedicarse a la ciencia, pero es evidente que los estereotipos y roles sociales de género siguen impactando su acceso y permanencia, iniciando con la brecha de sueños y terminando con las cargas de trabajo derivadas principalmente de las tareas del cuidado, esto se aprecia en el número de estudiantes y científicas en las universidades.

De acuerdo con el Centro de Investigaciones y Estudios de Género, en 2015 la población estudiantil de la UNAM estaba compuesta por 50.7% de mujeres y por 49.3% hombres, considerando que los porcentajes cambian por facultad y por carrera, por el posgrado y área del conocimiento.

La licenciatura en la que menos mujeres estaban inscritas fue la de Ingeniería mecánica y eléctrica pues por cada 100 estudiantes había 9 alumnas. En los posgrados, en físico matemáticas hubo 30 mujeres por cada cien hombres. En el caso de las carreras no científicas, la licenciatura en pedagogía tenía 480 mujeres por cada 100 hombres. Importante resaltar que la participación de las mujeres en las carreras científicas no se relaciona con la capacidad, pues el promedio de las calificaciones en el bachillerato fue de 8.0 para las mujeres y 7.5 para los hombres.

Para nuestro estado el caso debe tomarse con mayor seriedad y prontitud, de acuerdo con un estudio realizado por Pablo Clark y Teresa Ruiz, investigadores de Sociedad Incluyente, Sinaloa se encuentra con un 15 por ciento y se coloca a nivel nacional entre las cinco entidades con menor presencia de mujeres estudiando carreras relacionadas con ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, conocidas también como STEM por sus siglas en inglés.

Lo anterior nos debe motivar a impulsar la igualdad de oportunidades de las mujeres y las niñas en la ciencia, con la convicción de que eso no sólo ayudará a reducir la brecha salarial de género, sino a mejorar su seguridad económica y garantizar una fuerza de trabajo diversa y talentosa.

Las cifras hablan de la necesidad de una estrategia con perspectiva de género que permita fortalecer los sistemas de educación, ciencia, tecnología e innovación para el desarrollo económico igualitario

La brecha persiste.