/ miércoles 4 de mayo de 2022

¿Pareja y maternidad “cuestan” a las mujeres?

Las fechas nos ponen reflexivas respecto a la maternidad, va más allá de la experiencia personal; es el ánimo colectivo de las conversaciones con la familia, amistades o el círculo profesional lo que invita a contrastar con datos, las resistencias generacionales que ahí se debaten y que se vuelven obstáculos en las decisiones sobre el matrimonio y tener hijas e hijos.

Debemos reconocer como válida la existencia negativa de implicaciones económicas y sociales de la maternidad en las mujeres de una sociedad, aún hoy patriarcal como lo es la mexicana, que van más allá de muchos desvelos y preocupaciones y que se extienden a la renuncia o pausa en el desarrollo laboral, profesional y académico, el tiempo libre y la independencia económica.

Los datos más confiables los tenemos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo de 2017 que indican que 35.2 millones de mujeres de 15 años y más han sido madres, de las cuales siete de cada 10 están casadas o unidas; aproximadamente 20% son viudas, separadas o divorciadas y casi 10% de ellas madres solteras, pero en México ¿celebramos esta maternidad o la castigamos?

No es ningún supuesto: el análisis del empleo formal evidencia una penalización laboral a la maternidad, penalización que inicia en el embarazo y para cuando las hijas o hijos cumplen seis años ya se ha generando una considerable brecha laboral y salarial. Desigualdad que es mayor entre las casadas, pobres y jóvenes, llegando hasta 40% menos empleabilidad, esto en los datos presentados por la investigadora del Colegio de México; Carolina Rivas-Herrera y colegas.

Profundizando en el tema, el estatus formal en las relaciones de pareja acentúa la penalización laboral: para las madres con pareja es del 40% en relación con los padres y del 36% en relación con las no madres con una sanción salarial similar en ambos casos. Las madres solteras tienen una brecha salarial menor a los hombres, es apenas ocho por ciento puesto que continúan en sus empleos en las condiciones que sean y recurren a sus madres o padres para el apoyo en la crianza.

La edad es también un obstáculo mayor: si las mujeres tienen a sus hijas e hijos antes de los 25, en comparación con los padres tendrán un 28% menos opciones de empleo y 21% menos retribución salarial, si lo hacen después de los 40 el 6% dejará de trabajar o ganará 4% menos, esto nos dice mucho de la indefensión y vulnerabilidad de las mujeres jóvenes frente al mercado laboral en la maternidad.

Ahora qué sucede si analizamos en exclusiva las consecuencias del estatus de nuestras relaciones de pareja en términos salariales de acuerdo con datos de IMCO e INEGI: Las mujeres ganan 84.9 pesos por cada 100 que gana un hombre, y esto medido desde un igual en cargo y en relación conyugal; lo sorprendente es que el ingreso de las mujeres mejora cuando están separadas (88.9 pesos por cada 100 de hombre en su misma condición) llegando a ganar más que un hombre cuando están solteras (108.5 pesos por cada 100 de hombre en igualdad de condiciones).

Como resumen de lo anterior se tiene, que México y de acuerdo con las mismas fuentes de IMCO e INEGI el 24% de las mujeres casadas en edad productiva (entre 15 y 64 años) trabajan en 2020, en contraste con 84% de los hombres casados de la misma edad. Lo anterior refrenda estereotipos, por un lado, el del hombre proveedor y por otro el de la mujer dedicada al hogar dependiente en gran medida del ingreso de su pareja (la mujer en casa y el hombre en lo público), lo cual va en claro detrimento de la autonomía económica de las mujeres e incluso impacta en el potencial económico del país al desaprovechar en general la mano de obra y también el talento de las mujeres.

La ausencia de políticas que trasciendan al sector público para generar igualdad laboral y de no discriminación en el mercado laboral, la falta de sensibilización de los hombres en el tema de cuidados, aunado a la ausencia misma de un Sistema Nacional de Cuidados genera, en la mayoría de los casos, costos adicionales para las mujeres que son madres o están casadas que resultan sorprendentes, ¿Cuántos costos más identificas tú? Lo cual se traduce en brechas y que me pregunto: ¿Cuántas brechas más hay que cerrar?

Las fechas nos ponen reflexivas respecto a la maternidad, va más allá de la experiencia personal; es el ánimo colectivo de las conversaciones con la familia, amistades o el círculo profesional lo que invita a contrastar con datos, las resistencias generacionales que ahí se debaten y que se vuelven obstáculos en las decisiones sobre el matrimonio y tener hijas e hijos.

Debemos reconocer como válida la existencia negativa de implicaciones económicas y sociales de la maternidad en las mujeres de una sociedad, aún hoy patriarcal como lo es la mexicana, que van más allá de muchos desvelos y preocupaciones y que se extienden a la renuncia o pausa en el desarrollo laboral, profesional y académico, el tiempo libre y la independencia económica.

Los datos más confiables los tenemos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo de 2017 que indican que 35.2 millones de mujeres de 15 años y más han sido madres, de las cuales siete de cada 10 están casadas o unidas; aproximadamente 20% son viudas, separadas o divorciadas y casi 10% de ellas madres solteras, pero en México ¿celebramos esta maternidad o la castigamos?

No es ningún supuesto: el análisis del empleo formal evidencia una penalización laboral a la maternidad, penalización que inicia en el embarazo y para cuando las hijas o hijos cumplen seis años ya se ha generando una considerable brecha laboral y salarial. Desigualdad que es mayor entre las casadas, pobres y jóvenes, llegando hasta 40% menos empleabilidad, esto en los datos presentados por la investigadora del Colegio de México; Carolina Rivas-Herrera y colegas.

Profundizando en el tema, el estatus formal en las relaciones de pareja acentúa la penalización laboral: para las madres con pareja es del 40% en relación con los padres y del 36% en relación con las no madres con una sanción salarial similar en ambos casos. Las madres solteras tienen una brecha salarial menor a los hombres, es apenas ocho por ciento puesto que continúan en sus empleos en las condiciones que sean y recurren a sus madres o padres para el apoyo en la crianza.

La edad es también un obstáculo mayor: si las mujeres tienen a sus hijas e hijos antes de los 25, en comparación con los padres tendrán un 28% menos opciones de empleo y 21% menos retribución salarial, si lo hacen después de los 40 el 6% dejará de trabajar o ganará 4% menos, esto nos dice mucho de la indefensión y vulnerabilidad de las mujeres jóvenes frente al mercado laboral en la maternidad.

Ahora qué sucede si analizamos en exclusiva las consecuencias del estatus de nuestras relaciones de pareja en términos salariales de acuerdo con datos de IMCO e INEGI: Las mujeres ganan 84.9 pesos por cada 100 que gana un hombre, y esto medido desde un igual en cargo y en relación conyugal; lo sorprendente es que el ingreso de las mujeres mejora cuando están separadas (88.9 pesos por cada 100 de hombre en su misma condición) llegando a ganar más que un hombre cuando están solteras (108.5 pesos por cada 100 de hombre en igualdad de condiciones).

Como resumen de lo anterior se tiene, que México y de acuerdo con las mismas fuentes de IMCO e INEGI el 24% de las mujeres casadas en edad productiva (entre 15 y 64 años) trabajan en 2020, en contraste con 84% de los hombres casados de la misma edad. Lo anterior refrenda estereotipos, por un lado, el del hombre proveedor y por otro el de la mujer dedicada al hogar dependiente en gran medida del ingreso de su pareja (la mujer en casa y el hombre en lo público), lo cual va en claro detrimento de la autonomía económica de las mujeres e incluso impacta en el potencial económico del país al desaprovechar en general la mano de obra y también el talento de las mujeres.

La ausencia de políticas que trasciendan al sector público para generar igualdad laboral y de no discriminación en el mercado laboral, la falta de sensibilización de los hombres en el tema de cuidados, aunado a la ausencia misma de un Sistema Nacional de Cuidados genera, en la mayoría de los casos, costos adicionales para las mujeres que son madres o están casadas que resultan sorprendentes, ¿Cuántos costos más identificas tú? Lo cual se traduce en brechas y que me pregunto: ¿Cuántas brechas más hay que cerrar?