/ lunes 17 de enero de 2022

No miren arriba

De la broma radiofónica de Orson Welles a No miren arriba, en lo personal ha sido para mí el Mundo de Arriba puesto por encima del Cielo de en Medio y la Tierra de Abajo, vertical y horizontalmente, lo objetivo y lo abstracto, lo concreto y lo subjetivo, dependiendo y pendiendo de la paralaje en el paraje y en el paisaje cósmico y terrenal, no habiendo más que el universo inclusivo y exclusivo en relación del tiempo y del espacio natural y humano que es lo aquí-la tierra, allí-el cielo y allá-el mundo en “La guerra de los dos mundos” wellesiano y el No miren arriba Hollywoodense.

Para la broma radiofónica y peliculesca, el Mundo de Arriba es el capitalismo de lujo y funeral, de vigilancia y digital el que a mí-me atrae para imaginármelo críticamente desde el lugar, el sitio, el lado y el no lugar en que estoy inmóvil y móvil, estático y extático, vivo y mirando-divagapensante en lo alto de la sierra Madre Occidental, midiendo y desmidiendo lo que para el poeta Ungaretti fue y es:

“Me ilumino de inmensidad”.

La inmensidad es la necesidad de la condición humana que es más inmensa que la necedad del ser humano que se mide y se desmide en la desmesura por la cantidad, no siendo la calidad si es que la calidad es la artificialidad en que el ser humano-el hombre-la mujer se poseen y se desposeen como productos sustitutos y prostitutos de sí mismos, incluyéndose-penetrándose, excluyéndose-vaciándose en el tálamo-sexual y en el túmulo sepulcral.

George Orwell que es el panóptico del vigilar y castigar en Michel Foucault como la licuefacción de lo sólido a lo líquido en Zygmunt Bauman y el simulacro del crimen perfecto de Jean Baudrillard pasa a la psicopolítica del enjambre de Byung-Chul Han para que en la Politik de David Runciman, la concentración sea la dispersión-fragmentación en que el mundo de arriba es lo que trasmina y gotea del cielo de en medio a la tierra de abajo, sigue siendo más la política que la economía en la desaparición del dinero que nunca ha sido más que contante, y no, sonante, como el oro, la ilusión de tenerlo es ahora la criptomoneda de lo inexistente para solventar la vida de abajo que la vida de arriba pocas veces “mira hacia abajo”, quedando la vida de en medio colgando de la miserabilidad de la política y la economía para el consumo de la condición humana y de la naturaleza en un atardecer crepuscular que se nos está viniendo de frente por seguir mirando arriba.

No miren arriba es la ignorancia y la estupidez que nos escupe y nos gotea hacia abajo, contagiándonos con la saliva de la inteligencia artificial en la liquidez plástica y plastinada de los ojos-anteojos con que miramos, para lo que Chul Han es el ultimátum espectacular y maravilloso de lo último por venir y que está en el mercado inalámbrico de la vida/está con la vida/otra:

“La interconexión digital favorece que el Internet no se manifieste como un espacio de la acción comunicativa y común” como se creyó que era o sería democrático, creativo y constructivo, siendo lo que es actualmente: “Hoy Internet no es otra cosa que una caja de resonancia del yo aislado”, multimediático, virtual y digital, irreal e inexistente con la estupidez y la imbecilidad de las redes sociales más reaccionarias que contestatarias con las taras hereditarias del anal-fabetismo funcional y digital.

Que el mundo de arriba nos mantenga porque nos sostiene en la sola expectativa de que no puede pasarle nada a nadie y a alguien del cielo de en medio a la tierra de abajo, porque los riesgos están sellados por una seguridad desde el primer mundo hasta el último mundo, vertical y horizontal, objetiva y abstracta, concreta ysubjetivamente, dependemos y pendemos de querer estar en el mundo de arriba para que no nos suceda nada a nadie y alguien abajo en la tierra, en lo que la acción violenta pero pasiva de la tecnología allá arriba es la basura espacial, aquí abajo es la basura terrenal con que nos consumimos en el humor de los cuerpos y en el humus de los huesos cardios del corazón y de la memoria, cuando el no miremos arriba es-estar descendiendo por los círculos céntricos yperiféricos del mundo-inmundo, del cielo-ultramundo y de la tierra-inframundana e inhumana, no siendo el apocalipsis ni tampoco el fin del mundo, acaso el caos de no saber por qué arriba la gravedad es tan liviana y abajo es tan pesada más acá y más allá del horizonte oculto que ha sido y es otra forma de amanecer, atardecer y anochecer sin poder ver más que a través de las luminarias urbanas esa otra oscuridad que nadie ni alguien sabe de qué está hecha esa-otra-oscuridad natural y humana.

De la broma radiofónica de Orson Welles a No miren arriba, en lo personal ha sido para mí el Mundo de Arriba puesto por encima del Cielo de en Medio y la Tierra de Abajo, vertical y horizontalmente, lo objetivo y lo abstracto, lo concreto y lo subjetivo, dependiendo y pendiendo de la paralaje en el paraje y en el paisaje cósmico y terrenal, no habiendo más que el universo inclusivo y exclusivo en relación del tiempo y del espacio natural y humano que es lo aquí-la tierra, allí-el cielo y allá-el mundo en “La guerra de los dos mundos” wellesiano y el No miren arriba Hollywoodense.

Para la broma radiofónica y peliculesca, el Mundo de Arriba es el capitalismo de lujo y funeral, de vigilancia y digital el que a mí-me atrae para imaginármelo críticamente desde el lugar, el sitio, el lado y el no lugar en que estoy inmóvil y móvil, estático y extático, vivo y mirando-divagapensante en lo alto de la sierra Madre Occidental, midiendo y desmidiendo lo que para el poeta Ungaretti fue y es:

“Me ilumino de inmensidad”.

La inmensidad es la necesidad de la condición humana que es más inmensa que la necedad del ser humano que se mide y se desmide en la desmesura por la cantidad, no siendo la calidad si es que la calidad es la artificialidad en que el ser humano-el hombre-la mujer se poseen y se desposeen como productos sustitutos y prostitutos de sí mismos, incluyéndose-penetrándose, excluyéndose-vaciándose en el tálamo-sexual y en el túmulo sepulcral.

George Orwell que es el panóptico del vigilar y castigar en Michel Foucault como la licuefacción de lo sólido a lo líquido en Zygmunt Bauman y el simulacro del crimen perfecto de Jean Baudrillard pasa a la psicopolítica del enjambre de Byung-Chul Han para que en la Politik de David Runciman, la concentración sea la dispersión-fragmentación en que el mundo de arriba es lo que trasmina y gotea del cielo de en medio a la tierra de abajo, sigue siendo más la política que la economía en la desaparición del dinero que nunca ha sido más que contante, y no, sonante, como el oro, la ilusión de tenerlo es ahora la criptomoneda de lo inexistente para solventar la vida de abajo que la vida de arriba pocas veces “mira hacia abajo”, quedando la vida de en medio colgando de la miserabilidad de la política y la economía para el consumo de la condición humana y de la naturaleza en un atardecer crepuscular que se nos está viniendo de frente por seguir mirando arriba.

No miren arriba es la ignorancia y la estupidez que nos escupe y nos gotea hacia abajo, contagiándonos con la saliva de la inteligencia artificial en la liquidez plástica y plastinada de los ojos-anteojos con que miramos, para lo que Chul Han es el ultimátum espectacular y maravilloso de lo último por venir y que está en el mercado inalámbrico de la vida/está con la vida/otra:

“La interconexión digital favorece que el Internet no se manifieste como un espacio de la acción comunicativa y común” como se creyó que era o sería democrático, creativo y constructivo, siendo lo que es actualmente: “Hoy Internet no es otra cosa que una caja de resonancia del yo aislado”, multimediático, virtual y digital, irreal e inexistente con la estupidez y la imbecilidad de las redes sociales más reaccionarias que contestatarias con las taras hereditarias del anal-fabetismo funcional y digital.

Que el mundo de arriba nos mantenga porque nos sostiene en la sola expectativa de que no puede pasarle nada a nadie y a alguien del cielo de en medio a la tierra de abajo, porque los riesgos están sellados por una seguridad desde el primer mundo hasta el último mundo, vertical y horizontal, objetiva y abstracta, concreta ysubjetivamente, dependemos y pendemos de querer estar en el mundo de arriba para que no nos suceda nada a nadie y alguien abajo en la tierra, en lo que la acción violenta pero pasiva de la tecnología allá arriba es la basura espacial, aquí abajo es la basura terrenal con que nos consumimos en el humor de los cuerpos y en el humus de los huesos cardios del corazón y de la memoria, cuando el no miremos arriba es-estar descendiendo por los círculos céntricos yperiféricos del mundo-inmundo, del cielo-ultramundo y de la tierra-inframundana e inhumana, no siendo el apocalipsis ni tampoco el fin del mundo, acaso el caos de no saber por qué arriba la gravedad es tan liviana y abajo es tan pesada más acá y más allá del horizonte oculto que ha sido y es otra forma de amanecer, atardecer y anochecer sin poder ver más que a través de las luminarias urbanas esa otra oscuridad que nadie ni alguien sabe de qué está hecha esa-otra-oscuridad natural y humana.

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