/ viernes 20 de octubre de 2023

La voz del cácaro | Tan lejos de Gaza y tan cerca de los gringos

De nuevo Occidente y, sus poderosos medios de comunicación, han inclinado la balanza a favor del pueblo israelí en el conflicto armado que se vive en la Franja de Gaza.

Muchas cosas deberían preocuparnos a los mexicanos de esta guerra. Una de ellas es que si el grupo terrorista Hamás o, cualquier otro, decide atacar intereses estadounidenses como una forma de venganza por el apoyo dado a Israel, la frontera con México podría convertirse en la principal puerta de entrada a otra pesadilla.


Si ya de por sí las relaciones entre México y los gringos no atraviesan precisamente por su mejor momento, con el conflicto palestino las cosas prometen agravarse. Más allá de la postura del gobierno de la 4T de mantenerse “neutral” frente a las masacres y abusos cometidos tanto por el ejército israelí, como por el grupo terrorista Hamás, México por su posición geográfica y la fragilidad de la enorme frontera que comparte con Estados Unidos, es paso obligado para todo aquel que busque cruzar al otro lado de contrabando. Y eso por supuesto incluye a terroristas y mercenarios venidos de cualquier lugar. Todo está en que encuentren a un pollero competente. Y claro, que cuenten con los cinco mil dólares que normalmente cuesta la pasada.

El daño que el terrorismo podría infligir a los gringos es enorme. Y es que los ataques no sólo podrían ocurrir en territorio estadounidense, sino también en México, en cualquier lugar donde halla intereses norteamericanos. Y vaya que hay muchos. Desde los más obvios, como la embajada o, algún consulado, hasta escuelas y grandes empresas. También podrían lanzarse contra turistas o residentes. Eso sin dejar de lado a la comunidad judía. No es descabellado imaginar un escenario de esas proporciones. Para muestra, lo que ocurrió en Bruselas el pasado lunes, donde un supuesto yihadista de origen tunecino, que se supone estaba ilegal en Bélgica, bajó de una moto y mató a tiros a dos ciudadanos suecos, poco antes de que comenzara un partido clasificatorio para la Eurocopa entre Bélgica y Suecia.

Y mientras eso ocurría en Europa, en Chicago, un viejo de setenta y tantos años asesinaba con un cuchillo militar a un niño palestino y dejaba mal herida a su madre. Poco antes, en Francia, el profesor de un instituto también era apuñalado por un islamista. Pero no sólo la frontera norte de México podría ser una puerta de entrada al terrorismo. También la frontera sur, la cual se ha convertido en tierra de nadie; un paso de la muerte donde se trafican seres humanos, armas y droga por igual. Ahí no hay muros ni Border Patrol. Ahí nomás rifan tres amos: la Guardia Nacional, el Instituto Nacional de Migración y, por supuesto, la maña. Nada menos. Así que están dadas todas las condiciones para una posible infiltración.


¿Estamos preparados?


La pregunta que salta es si nuestro ejército está preparado para prevenir una posible infiltración de terroristas en México. Habría que decir que con el temido spyware Pegasus, el programa espía más avanzado del mundo, el Ejército ha podido intervenir las conversaciones de miles de teléfonos celulares, además de bajar correos electrónicos, mensajes de texto y fotos. Así que no sería raro que supiera de la presencia de grupos islamistas. El problema es que ese mismo Ejército que espía, también es espiado a toda hora. ¿O no nos enteramos por las filtraciones de Guacamaya Leaks, que un coronel del Ejército vendía equipo táctico, armas y granadas, además de proporcionar información de operativos, a los mañosos? ¿No fue por Guacamaya Leaks que supimos de los viajes de “terciopelo” del Secretario de la Defensa y su bonita familia? Hoy en día la información es de quien tiene dinero para pagarla. Sin importar su nacionalidad ni el uso que le dé a tal información.

Así que de paso habría que preguntar qué uso le da el Ejército a la información que obtiene mediante el espionaje. Porque de poco sirve que esté enterado de una probable conspiración contra algún objetivo gringo, si la atención está puesta en negocios mucho más rentables, como lo es administrar la mina de oro de las aduanas, o inaugurar una nueva línea aérea o, ya de plano, terminar de construir el tan accidentado Tren Maya. Hay prioridades.


Medias tintas

Resulta mala idea eso de hacerse pasar por neutral en un conflicto donde la diferencia de fuerzas entre un lado y otro es tan desproporcionada. En términos políticos, la neutralidad, bajo tal circunstancia, suele percibirse como un gesto de cobardía y desinterés. ¿Somos o no somos? Las medias tintas sólo atraen incertidumbre y desconfianza por parte del vecindario. Si López Obrador está convencido de que los ataques de Hamás se justifican por los abusos cometidos durante décadas por los israelíes contra el pueblo palestino, debería decirlo con todas sus letras. Tal y como lo hizo el presidente colombiano. Por supuesto, tanto los gringos como la comunidad judía de Colombia, se le echaron encima. Es el precio que hay que pagar por ser congruentes entre lo que pensamos, lo que decimos y lo que hacemos. Aunque para alguien como López Obrador eso resulte imposible. ¿Dónde quedó eso de que primero los pobres?

Ahora que si estar del lado del pueblo palestino, es visto por la comunidad internacional como algo deleznable, el presidente tendría que unirse a la condena generalizada de Occidente, en la que como siempre, los árabes son los monstruos, y los valerosos judíos, las víctimas; un discurso tramposo que hemos visto y escuchado toda la vida, manipulado y difundido por la televisión, el cine y las redes sociales, los cuales suelen estar en manos de judíos. ¿O alguna vez hemos visto alguna de esas películas hollywoodenses de guerra, donde los árabes no sean los malos del cuento? En fin, mientras aparecen los guerrilleros de Hamás o de Hezbolá, o los mentados talibanes, en alguna de nuestras fronteras, más vale estar a las vivas. No vaya a ser que nos agarren dormidos. Ya pasó en Israel.


De nuevo Occidente y, sus poderosos medios de comunicación, han inclinado la balanza a favor del pueblo israelí en el conflicto armado que se vive en la Franja de Gaza.

Muchas cosas deberían preocuparnos a los mexicanos de esta guerra. Una de ellas es que si el grupo terrorista Hamás o, cualquier otro, decide atacar intereses estadounidenses como una forma de venganza por el apoyo dado a Israel, la frontera con México podría convertirse en la principal puerta de entrada a otra pesadilla.


Si ya de por sí las relaciones entre México y los gringos no atraviesan precisamente por su mejor momento, con el conflicto palestino las cosas prometen agravarse. Más allá de la postura del gobierno de la 4T de mantenerse “neutral” frente a las masacres y abusos cometidos tanto por el ejército israelí, como por el grupo terrorista Hamás, México por su posición geográfica y la fragilidad de la enorme frontera que comparte con Estados Unidos, es paso obligado para todo aquel que busque cruzar al otro lado de contrabando. Y eso por supuesto incluye a terroristas y mercenarios venidos de cualquier lugar. Todo está en que encuentren a un pollero competente. Y claro, que cuenten con los cinco mil dólares que normalmente cuesta la pasada.

El daño que el terrorismo podría infligir a los gringos es enorme. Y es que los ataques no sólo podrían ocurrir en territorio estadounidense, sino también en México, en cualquier lugar donde halla intereses norteamericanos. Y vaya que hay muchos. Desde los más obvios, como la embajada o, algún consulado, hasta escuelas y grandes empresas. También podrían lanzarse contra turistas o residentes. Eso sin dejar de lado a la comunidad judía. No es descabellado imaginar un escenario de esas proporciones. Para muestra, lo que ocurrió en Bruselas el pasado lunes, donde un supuesto yihadista de origen tunecino, que se supone estaba ilegal en Bélgica, bajó de una moto y mató a tiros a dos ciudadanos suecos, poco antes de que comenzara un partido clasificatorio para la Eurocopa entre Bélgica y Suecia.

Y mientras eso ocurría en Europa, en Chicago, un viejo de setenta y tantos años asesinaba con un cuchillo militar a un niño palestino y dejaba mal herida a su madre. Poco antes, en Francia, el profesor de un instituto también era apuñalado por un islamista. Pero no sólo la frontera norte de México podría ser una puerta de entrada al terrorismo. También la frontera sur, la cual se ha convertido en tierra de nadie; un paso de la muerte donde se trafican seres humanos, armas y droga por igual. Ahí no hay muros ni Border Patrol. Ahí nomás rifan tres amos: la Guardia Nacional, el Instituto Nacional de Migración y, por supuesto, la maña. Nada menos. Así que están dadas todas las condiciones para una posible infiltración.


¿Estamos preparados?


La pregunta que salta es si nuestro ejército está preparado para prevenir una posible infiltración de terroristas en México. Habría que decir que con el temido spyware Pegasus, el programa espía más avanzado del mundo, el Ejército ha podido intervenir las conversaciones de miles de teléfonos celulares, además de bajar correos electrónicos, mensajes de texto y fotos. Así que no sería raro que supiera de la presencia de grupos islamistas. El problema es que ese mismo Ejército que espía, también es espiado a toda hora. ¿O no nos enteramos por las filtraciones de Guacamaya Leaks, que un coronel del Ejército vendía equipo táctico, armas y granadas, además de proporcionar información de operativos, a los mañosos? ¿No fue por Guacamaya Leaks que supimos de los viajes de “terciopelo” del Secretario de la Defensa y su bonita familia? Hoy en día la información es de quien tiene dinero para pagarla. Sin importar su nacionalidad ni el uso que le dé a tal información.

Así que de paso habría que preguntar qué uso le da el Ejército a la información que obtiene mediante el espionaje. Porque de poco sirve que esté enterado de una probable conspiración contra algún objetivo gringo, si la atención está puesta en negocios mucho más rentables, como lo es administrar la mina de oro de las aduanas, o inaugurar una nueva línea aérea o, ya de plano, terminar de construir el tan accidentado Tren Maya. Hay prioridades.


Medias tintas

Resulta mala idea eso de hacerse pasar por neutral en un conflicto donde la diferencia de fuerzas entre un lado y otro es tan desproporcionada. En términos políticos, la neutralidad, bajo tal circunstancia, suele percibirse como un gesto de cobardía y desinterés. ¿Somos o no somos? Las medias tintas sólo atraen incertidumbre y desconfianza por parte del vecindario. Si López Obrador está convencido de que los ataques de Hamás se justifican por los abusos cometidos durante décadas por los israelíes contra el pueblo palestino, debería decirlo con todas sus letras. Tal y como lo hizo el presidente colombiano. Por supuesto, tanto los gringos como la comunidad judía de Colombia, se le echaron encima. Es el precio que hay que pagar por ser congruentes entre lo que pensamos, lo que decimos y lo que hacemos. Aunque para alguien como López Obrador eso resulte imposible. ¿Dónde quedó eso de que primero los pobres?

Ahora que si estar del lado del pueblo palestino, es visto por la comunidad internacional como algo deleznable, el presidente tendría que unirse a la condena generalizada de Occidente, en la que como siempre, los árabes son los monstruos, y los valerosos judíos, las víctimas; un discurso tramposo que hemos visto y escuchado toda la vida, manipulado y difundido por la televisión, el cine y las redes sociales, los cuales suelen estar en manos de judíos. ¿O alguna vez hemos visto alguna de esas películas hollywoodenses de guerra, donde los árabes no sean los malos del cuento? En fin, mientras aparecen los guerrilleros de Hamás o de Hezbolá, o los mentados talibanes, en alguna de nuestras fronteras, más vale estar a las vivas. No vaya a ser que nos agarren dormidos. Ya pasó en Israel.