/ viernes 8 de diciembre de 2023

La voz del cácaro | El Triste Regreso de Samuel

Todo era color de rosa en la carrera presidencial de Samuel García, hasta que los malosos del PRIAN, sus adversarios políticos, le cobraron la factura. Simplemente le echaron a andar al Congreso de Nuevo León para que éste nombrara a un gobernador interino, en vez de aceptar al incondicional que el propio Samuel trató de imponer como encargado del despacho del gobernador, mientras éste se lanzaba en busca de la Grande. Ese fue el punto de quiebre. A partir de ahí todo se derrumbó. La negra suerte de Samuel podría ser el desenlace de una tragicomedia, intrincada y previsible, una fábula sobre el poder y todos sus demonios.

Corría el mes de enero pasado cuando comenzaron los jaloneos entre Samuel García y los diputados locales del PRI y el PAN. En aquel momento los prianistas presentaron una demanda de juicio político en contra de Samuel; lo querían tumbar como gobernador por no haber presentado a tiempo el presupuesto de Egresos para 2023. En aquella ocasión el presidente López Obrador salió a hacerle el paro diciendo que el gobernador era víctima de la presión y el chantaje. Y de ahí pal real, los encontronazos entre Samuel y el PRIAN no cesaron. Hasta las modificaciones al escudo de armas de Nuevo León, hechas por el gobierno estatal, se convirtieron en objeto de gritos y sombrerazos. Ya lo traían entre ojos.

Ya con la bendición presidencial y el ego a tope, Samuel creyó que traía al diablo de las orejas. Se sintió intocable. Y cómo no, si además Marianis, su esposa, se había convertido en la influencer de moda. Juntos tenían a Nuevo León en la palma de la mano. Pero los nubarrones volvieron a asomar en el horizonte político del flamante gobernador, a tal grado, de que con el argumento de que existía una persecución política para dar al traste con sus aspiraciones presidenciales, Samuel se amparó para evitar una probable aprehensión. Como quien dice, se curó en salud.

Pero no fue solo, de refilón también se amparó toda su raza; desde sus papás y hermanos, hasta Marianis, pasando por sus cuñados. Bueno, hasta al esposo de su cuñada le tocó un amparo. ¿En qué enjuagues andaría metida la familia? Dicen las malas lenguas que los podrían acusar de corrupción y lavado de dinero. No debería sorprender.

El regreso obligado

Antes de asumir la licencia que le solicitó al Congreso para ausentarse por seis meses, Samuel se aseguró de nombrar a un incondicional suyo para que fungiera como su encargado de despacho. Alguien incapaz de meterlo a la cárcel y dispuesto a protegerlo de cualquier “eventualidad”. El problema fue que dicho Congreso, instigado por el PRIAN, hizo la maldad de designar a otro funcionario del gobierno neoleonés como gobernador interino. Con ello la carrera política de Samuel se mecía en el aire. Ya sin fuero de por medio, en cualquier momento el gobernador interino podía iniciar una investigación o un proceso judicial en su contra. Así que después de todo el reality show, Samuel no tuvo más remedio que renunciar a su sueño húmedo de ser presidente y regresar como gobernador del estado. Con ello vuelve a tener el tiempo y el poder a su favor para “arreglar” cualquier entuerto que pudiera meterlo en aprietos.

¿A caso Samuel y sus asesores jurídicos no sabían o, no imaginaban, que el Congreso de Nuevo León podría echarles abajo la designación de un jefe de despacho, para luego, haciendo uso de sus facultades, nombrar a un gobernador interino? Sería ingenuo pensar que no. La Constitución del Estado es muy clara al respecto. Si Samuel actuó como lo hizo, es porque en Palacio Nacional lo echaron a andar. Lo chamaquearon, pues. Y es que antes de que todo se fuera al traste, Samuel era el opositor soñado, sobre todo para alguien con los alcances del presidente López Obrador.

Ciertamente, el candidato de Movimiento Ciudadano contaba con pocas posibilidades de darle batalla a Claudia Sheinbaum en la elección presidencial, pero tenía todo a su favor para arrebatarle una buena cantidad de votos a Xóchitl Gálvez, la principal adversaria de Sheinbaum. Pero todo terminó por derrumbarse. Ello con el aval y el beneplácito de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Y, claro, con una dedicatoria especial de parte de Norma Piña, presidente de dicha Corte, para López Obrador. Le cobró aquello de los fideicomisos.

Licencia a modo

Si bien, el hecho de que la SCJN haya avalado la decisión del Congreso de Nuevo León de desconocer al jefe de despacho impuesto por Samuel, es un estate quieto para el presidente, es también una muestra de que en una verdadera democracia deben prevalecer órganos que sirvan para equilibrar el poder entre las instituciones del Estado. Es la única forma de amarrarle las manos, tanto a los aspirantes a reyezuelos, como a sus lacayos.

En este caso la SCJN hizo lo que correspondía y evitó que Samuel y sus socios abusaran del poder ganado en las urnas. Sería interesante saber qué piensa un morro o una morra que, recién cumplidos los dieciocho años, votó en 2021 por el candidato de Movimiento Ciudadano a gobernador de Nuevo León, y que hoy ve cómo, después de dar veinte maromas y hacer un ridículo monumental, Samuel García se ve forzado a renunciar a la candidatura presidencial, para volver al cargo que despreció, con tal de cubrirse las espaldas y las de su familia. Quizá sea legal, dado que las leyes mexicanas lo permiten, pero eso de que un funcionario de alto nivel tenga la opción de solicitar una licencia para dejar tirado, en el momento que le venga en gana, el cargo que juró ejercer, es un agravio, una auténtica mentada de madre, contra quienes votaron por él. Por eso hay que votar por el político que promete menos, ése será el que menos nos decepcione.

Un revés de la SPCOJN al presidente. Una verdadera democracia.

Todo era color de rosa en la carrera presidencial de Samuel García, hasta que los malosos del PRIAN, sus adversarios políticos, le cobraron la factura. Simplemente le echaron a andar al Congreso de Nuevo León para que éste nombrara a un gobernador interino, en vez de aceptar al incondicional que el propio Samuel trató de imponer como encargado del despacho del gobernador, mientras éste se lanzaba en busca de la Grande. Ese fue el punto de quiebre. A partir de ahí todo se derrumbó. La negra suerte de Samuel podría ser el desenlace de una tragicomedia, intrincada y previsible, una fábula sobre el poder y todos sus demonios.

Corría el mes de enero pasado cuando comenzaron los jaloneos entre Samuel García y los diputados locales del PRI y el PAN. En aquel momento los prianistas presentaron una demanda de juicio político en contra de Samuel; lo querían tumbar como gobernador por no haber presentado a tiempo el presupuesto de Egresos para 2023. En aquella ocasión el presidente López Obrador salió a hacerle el paro diciendo que el gobernador era víctima de la presión y el chantaje. Y de ahí pal real, los encontronazos entre Samuel y el PRIAN no cesaron. Hasta las modificaciones al escudo de armas de Nuevo León, hechas por el gobierno estatal, se convirtieron en objeto de gritos y sombrerazos. Ya lo traían entre ojos.

Ya con la bendición presidencial y el ego a tope, Samuel creyó que traía al diablo de las orejas. Se sintió intocable. Y cómo no, si además Marianis, su esposa, se había convertido en la influencer de moda. Juntos tenían a Nuevo León en la palma de la mano. Pero los nubarrones volvieron a asomar en el horizonte político del flamante gobernador, a tal grado, de que con el argumento de que existía una persecución política para dar al traste con sus aspiraciones presidenciales, Samuel se amparó para evitar una probable aprehensión. Como quien dice, se curó en salud.

Pero no fue solo, de refilón también se amparó toda su raza; desde sus papás y hermanos, hasta Marianis, pasando por sus cuñados. Bueno, hasta al esposo de su cuñada le tocó un amparo. ¿En qué enjuagues andaría metida la familia? Dicen las malas lenguas que los podrían acusar de corrupción y lavado de dinero. No debería sorprender.

El regreso obligado

Antes de asumir la licencia que le solicitó al Congreso para ausentarse por seis meses, Samuel se aseguró de nombrar a un incondicional suyo para que fungiera como su encargado de despacho. Alguien incapaz de meterlo a la cárcel y dispuesto a protegerlo de cualquier “eventualidad”. El problema fue que dicho Congreso, instigado por el PRIAN, hizo la maldad de designar a otro funcionario del gobierno neoleonés como gobernador interino. Con ello la carrera política de Samuel se mecía en el aire. Ya sin fuero de por medio, en cualquier momento el gobernador interino podía iniciar una investigación o un proceso judicial en su contra. Así que después de todo el reality show, Samuel no tuvo más remedio que renunciar a su sueño húmedo de ser presidente y regresar como gobernador del estado. Con ello vuelve a tener el tiempo y el poder a su favor para “arreglar” cualquier entuerto que pudiera meterlo en aprietos.

¿A caso Samuel y sus asesores jurídicos no sabían o, no imaginaban, que el Congreso de Nuevo León podría echarles abajo la designación de un jefe de despacho, para luego, haciendo uso de sus facultades, nombrar a un gobernador interino? Sería ingenuo pensar que no. La Constitución del Estado es muy clara al respecto. Si Samuel actuó como lo hizo, es porque en Palacio Nacional lo echaron a andar. Lo chamaquearon, pues. Y es que antes de que todo se fuera al traste, Samuel era el opositor soñado, sobre todo para alguien con los alcances del presidente López Obrador.

Ciertamente, el candidato de Movimiento Ciudadano contaba con pocas posibilidades de darle batalla a Claudia Sheinbaum en la elección presidencial, pero tenía todo a su favor para arrebatarle una buena cantidad de votos a Xóchitl Gálvez, la principal adversaria de Sheinbaum. Pero todo terminó por derrumbarse. Ello con el aval y el beneplácito de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Y, claro, con una dedicatoria especial de parte de Norma Piña, presidente de dicha Corte, para López Obrador. Le cobró aquello de los fideicomisos.

Licencia a modo

Si bien, el hecho de que la SCJN haya avalado la decisión del Congreso de Nuevo León de desconocer al jefe de despacho impuesto por Samuel, es un estate quieto para el presidente, es también una muestra de que en una verdadera democracia deben prevalecer órganos que sirvan para equilibrar el poder entre las instituciones del Estado. Es la única forma de amarrarle las manos, tanto a los aspirantes a reyezuelos, como a sus lacayos.

En este caso la SCJN hizo lo que correspondía y evitó que Samuel y sus socios abusaran del poder ganado en las urnas. Sería interesante saber qué piensa un morro o una morra que, recién cumplidos los dieciocho años, votó en 2021 por el candidato de Movimiento Ciudadano a gobernador de Nuevo León, y que hoy ve cómo, después de dar veinte maromas y hacer un ridículo monumental, Samuel García se ve forzado a renunciar a la candidatura presidencial, para volver al cargo que despreció, con tal de cubrirse las espaldas y las de su familia. Quizá sea legal, dado que las leyes mexicanas lo permiten, pero eso de que un funcionario de alto nivel tenga la opción de solicitar una licencia para dejar tirado, en el momento que le venga en gana, el cargo que juró ejercer, es un agravio, una auténtica mentada de madre, contra quienes votaron por él. Por eso hay que votar por el político que promete menos, ése será el que menos nos decepcione.

Un revés de la SPCOJN al presidente. Una verdadera democracia.