Culiacán, Sin.- José Carlos Martínez, pintor desde que se acuerda y un apasionado del trabajo bien hecho, dijo que pintar El Puente Negro es un honor histórico y el reto más grande de su vida. Junto a su equipo de 7 hombres espera completar la tarea en 30 días.
Hijo del pintor Joaquín Martínez, José Carlos nació entre brochas y cubetas, fue aprendiendo el oficio familiar junto a sus hermanos. Propietarios de su trabajo y empresa salieron adelante, dignificando lo que representa ser pintor y el valor de su trabajo.
A los 14 años José Carlos pintó, junto a padre y hermanos, la Catedral de Culiacán. Trabajo titánico para un adolescente y queda como su más preciado recuerdo junto a don Joaquín. Curiosamente fue esa vez la última que se pintó la iglesia de blanco, y era 1986; mismo año que El Puente Negro recibía su última rehabilitación hasta hoy.
A sus 47 años, José Carlos agradece la oportunidad de realizar esta labor. De la mano de Pinturas América, empresa para la que trabaja, esperan concluir la obra en un aproximado de 30 días.
"Es un gran reto y sé que no va ser el último de mi vida, quizás vengan más y mayores, pero hasta ahora contar que pinté la Catedral y El Puente Negro son mis mayores logros" dijo, el pintor.
Aunque ahora solo lo acompaña un hermano, dice que mira a su equipo como una familia, porque están juntos frente al gran reto y peligro.
Comemos juntos, nos vemos todo el día, entre nosotros nos cuidamos cuando estamos arriba; ¿Cómo no vamos a ser familia?. José Carlos
¿De qué color van a pintar El Puente Negro?
La pregunta recurrente le causa risas a los pintores mientras siguen raspando el óxido de décadas acumulado en la estructura.
"Pues negro, ni modo que blanco…" dicen, casi al unísono.
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El largo tramo que conecta las riberas de los ríos Tamazula y Humaya, ahí donde se forma el cauce del río Culiacán. Fue el primer símbolo de la civilización porfirista en Sinaloa, inaugurado en 1907 con una gran fiesta y repique de campanas dio paso a una nueva era comercial y económica para el noroeste de México y convertido, después, en símbolo casi absoluto de la capital sinaloense.
La gran obra que requiere entre 80 y 150 cubetas de pintura negra industrial, espera darle cara renovada a la identidad sinaloense. Y en palabras del comandante pintor, José Carlos: "Yo me sentiré satisfecho cuando hayamos terminado de pintar y rehabilitar, pero también cuando vea a los ciudadanos cuidando nuestro emblema, no rayándolo ni maltratándolo. Porque las manos fueron para construir, no para destruir".
A principios de marzo estará lista la nueva cara del Puente Negro, y con ello una renovada motivación para la ciudad. Mientras tanto José Carlos y su familia seguirán sacando la belleza oculta entre óxido y polvo del guardián metálico de los 3 ríos.
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