Culiacán, Sin.- En la pesca es bien sabido que hay rachas buenas y malas en cada temporada, pero la falta de lluvia y el apenas 10 por ciento de capacidad de agua en la presa Sanalona, deja a los pescadores sin otra alternativa que buscar otra fuente de ingreso.
Faltan pocos días para que inicie la veda y en la presa de Sanalona, el pescador Víctor Manuel de 48 años, está lejos de llegar a la buena pesca que había antes de la sequía.
En el final de su jornada del jueves, cuando lo único que le queda es filetear el pescado resignado por el mal día, recuerda como antes lograba pescar hasta 20 y 30 kilos y ahora en sequía, apenas es entre cuatro o cinco kilos. En ganancias, de ganar mil pesos por día, disminuyó a 200.
Víctor Manuel tiene 40 años dedicándose a este oficio que aprendió por sus abuelos en su niñez, esa época en el que ganar su propio dinero, tener una lancha y seguir los pasos de sus familiares, lo impulsó a ser pescador.
Aunque por unos años se aventuró por la frontera, al final decidió regresar a la presa Sanalona, en donde por cuatro décadas ha sido un pescador más de la zona y ha presenciado cómo poco a poco se ha estado escaseando el agua, quedando en sus recuerdos esos años en los que el nivel del vital líquido era superior.
Para el señor Víctor, desde el año pasado empezó la mala racha y, aunque por unas semanas la pesca fue buena, en general, los números fueron rojos, tanto para él, como para su hijo que siguió sus pasos. Cada mañana procuran llegan juntos desde las 5:00 horas con la esperanza de tener una jornada favorecedora.
El calor es cada vez más intenso en el fondo de la presa, ese lugar en donde todo el día se quedan varias lanchitas, mientras que los buitres, garzas y hasta perros están en búsqueda de alimento.
El camino es agrietado por unas zonas, un reflejo más de la crítica sequía que ya se está atravesando en Sinaloa, en algunas partes hay incluso llantas de automóviles que han dejado quienes bajan a la presa.
En Sanalona, la presa se convirtió en un punto turístico para los sinaloenses, sobre todo para los culichis, primero para pasar un rato agradable y ahora para ver con sus propios ojos como el nivel de agua no deja de bajar.
“Hay que cuidarla, el agua, porque si no llueve, nos la vamos a ver grave”, dice el pescador, quien por años ha tratado de seguir el consejo de sus abuelos, cuidar la presa, porque de ahí sale para comer.
En mediodía del jueves, son pocos los pescadores que quedan fileteando los pocos kilos de pescado que sacaron, algunos ya están alistando sus tierras para sembrar y a Víctor Manuel, no le queda más que suspirar diciendo “a ver cómo nos va mañana”.
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