/ jueves 23 de julio de 2020

La adaptación de José Hernández, un ambulante en la nueva normalidad

Los cruceros se convirtieron en el nuevo punto de ventas del comerciante

Culiacán, Sin. José pasó de vender sus artesías en el Centro de la ciudad, en ese primer cuadro que se había visto conflictuado por el cierre de calles, a los cruceros asoleados de Culiacán.

El riesgo y el temor de contagiarse de coronavirus fueron dejados de lado por el comerciante ambulante, José Hernández Ramírez, al salir todos los días a los cruceros a vender los cubrebocas que el mismo confecciona, con el fin de recibir unos cuantos pesos para poder mantener a su esposa y cuatro hijos.

Desde hace 30 años, José se dedica al comercio ambulante, también conocido como “informal” en las calles de Culiacán y desde hace nueve años se instaló en el centro de la ciudad en la calle Ángel Flores casi esquina con avenida Álvaro Obregón, en la venta de artesanías y juguetes.

Las muñequitas mexicanas, peluches de personajes de moda, las pulseras y las plumas tejidas tuvieron que guardarse en casa en segundo plano, para adaptarse a la nueva demanda de la ciudadanía con los cubrebocas, esa parte de la prenda que ahora es obligatorio para salir a las calles.

Aprovechando que desde pequeño se le inculcó el arte de la artesanía por parte de su familia, José, tomó las telas suficientes para empezar a confeccionar cubrebocas, a la par que las autoridades municipales anunciaban que los comercios del centro se iban a cerrar al ser catalogados como “no esenciales”.

TRABAJO ESENCIAL

“Sí fue preocupante esa información, que daba el presidente de productos no esenciales, porque una cosa es que el producto no sea esencial, pero el trabajo sí es esencial, las familias tienen que comer, dar educación a los hijos, vestido, sacar adelante tu familia y llevar el sustento de la casa”, expresó.

Cargando en sus hombros la responsabilidad de su esposa y cuatro hijos, quienes el mayor tiene apenas nueve años y el menor 11 meses, el comerciante ambulante se negó a quedarse en casa esperando a que la ayuda le llegara del cielo y planeó una estrategia de trabajo.


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UN PIZCA DE ESPERANZA

Desde las 9:00 horas, José se instalaba en el crucero del boulevard Universitarios y Avenida Álvaro Obregón con su cubrebocas puesto y su mercancía en mano, pero ahora sin la compañía de sus hijos, quienes anteriormente en ocasiones lo acompañaban en el primer cuadro de la ciudad y que, por el riesgo, no se atrevió a exponerlos.

Sin hora de salida y prácticamente “hasta que el cuerpo aguantaba”, las jornadas de trabajo se hacían cada vez más pesadas por las altas temperaturas que se presentaban en la capital sinaloense, logrando vender alrededor de 100 piezas diarias, cifra que se ha reducido por la alta competencia que hay.

Foto: Cortesía | José Hernández

Ya acoplado a la rutina, cuando se cerraron las tiendas de venta de telas en Culiacán, José, tuvo que hacer pedidos en línea en los comercios de la Ciudad de México, en donde no se bajaron las cortinas y que, por la distancia entre estados, hacía el pedido con anticipación para seguir vendiendo los cubrebocas de tela.

Aunque la situación en ocasiones no era la más favorable, el comerciante, reconoció que no sentía preocupación al estar siempre en coordinación con el departamento de mercados del ayuntamiento, en donde no se les negó la oportunidad de regresar a vender al centro, pero, con la única condición de que tenían que esperar más.


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PALIATIVOS

Además de que en ese periodo (de marzo a julio) recibieron despensas por parte de diferentes autoridades y solicitó los préstamos que ofertaba gobierno del estado y la federación, como una ayuda para solventar los gastos que continuaban en su hogar y los materiales para los cubrebocas.

Ahora ya trabajando de vuelta en su espacio en el primer cuadro de la ciudad, cumpliendo con las medidas de sanidad y trabajando un día sí y otro no, de nueva cuenta se ofertan todos sus productos, con el plus de los cubrebocas.

José, tiene la esperanza de que el comercio ambulante va a sobrevivir a la crisis que provocó la pandemia, al acudir más personas al Centro y que al adaptarse a las necesidades, espera seguir recibiendo recursos para mantener a su familia. Como muchos otros, todavía no se recupera del golpe que implicó ser sacado del Centro por varias semanas, semanas que parecieron transcurrir en cámara lenta.

Dice que hoy está de vuelta. Quiere salir adelante y sacar a los suyos. No es de los que esperan a ver hundirse el barco, sino de los que sacan la casta en medio de la estrechez que ha generado la ola epidémica.

SIN OPORTUNIDADES

Cientos de comerciantes ambulantes en Culiacán y Sinaloa no tuvieron oportunidad de tener un ingreso durante los días más difíciles, por lo que hoy en día apenas se recomponen del confinamiento.

TRABAJO INFORMAL

Hasta la fecha no se ha informado de un programa dirigido a los pequeños comerciantes no formales que puedan ayudarlos a seguir en la lucha.


Una cosa es que el producto no sea esencial, pero el trabajo sí es esencial, las familias tienen que comer, dar educación a los hijos, vestido, sacar adelante tu familia y llevar el sustento de la casa

José Hernández




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Culiacán, Sin. José pasó de vender sus artesías en el Centro de la ciudad, en ese primer cuadro que se había visto conflictuado por el cierre de calles, a los cruceros asoleados de Culiacán.

El riesgo y el temor de contagiarse de coronavirus fueron dejados de lado por el comerciante ambulante, José Hernández Ramírez, al salir todos los días a los cruceros a vender los cubrebocas que el mismo confecciona, con el fin de recibir unos cuantos pesos para poder mantener a su esposa y cuatro hijos.

Desde hace 30 años, José se dedica al comercio ambulante, también conocido como “informal” en las calles de Culiacán y desde hace nueve años se instaló en el centro de la ciudad en la calle Ángel Flores casi esquina con avenida Álvaro Obregón, en la venta de artesanías y juguetes.

Las muñequitas mexicanas, peluches de personajes de moda, las pulseras y las plumas tejidas tuvieron que guardarse en casa en segundo plano, para adaptarse a la nueva demanda de la ciudadanía con los cubrebocas, esa parte de la prenda que ahora es obligatorio para salir a las calles.

Aprovechando que desde pequeño se le inculcó el arte de la artesanía por parte de su familia, José, tomó las telas suficientes para empezar a confeccionar cubrebocas, a la par que las autoridades municipales anunciaban que los comercios del centro se iban a cerrar al ser catalogados como “no esenciales”.

TRABAJO ESENCIAL

“Sí fue preocupante esa información, que daba el presidente de productos no esenciales, porque una cosa es que el producto no sea esencial, pero el trabajo sí es esencial, las familias tienen que comer, dar educación a los hijos, vestido, sacar adelante tu familia y llevar el sustento de la casa”, expresó.

Cargando en sus hombros la responsabilidad de su esposa y cuatro hijos, quienes el mayor tiene apenas nueve años y el menor 11 meses, el comerciante ambulante se negó a quedarse en casa esperando a que la ayuda le llegara del cielo y planeó una estrategia de trabajo.


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UN PIZCA DE ESPERANZA

Desde las 9:00 horas, José se instalaba en el crucero del boulevard Universitarios y Avenida Álvaro Obregón con su cubrebocas puesto y su mercancía en mano, pero ahora sin la compañía de sus hijos, quienes anteriormente en ocasiones lo acompañaban en el primer cuadro de la ciudad y que, por el riesgo, no se atrevió a exponerlos.

Sin hora de salida y prácticamente “hasta que el cuerpo aguantaba”, las jornadas de trabajo se hacían cada vez más pesadas por las altas temperaturas que se presentaban en la capital sinaloense, logrando vender alrededor de 100 piezas diarias, cifra que se ha reducido por la alta competencia que hay.

Foto: Cortesía | José Hernández

Ya acoplado a la rutina, cuando se cerraron las tiendas de venta de telas en Culiacán, José, tuvo que hacer pedidos en línea en los comercios de la Ciudad de México, en donde no se bajaron las cortinas y que, por la distancia entre estados, hacía el pedido con anticipación para seguir vendiendo los cubrebocas de tela.

Aunque la situación en ocasiones no era la más favorable, el comerciante, reconoció que no sentía preocupación al estar siempre en coordinación con el departamento de mercados del ayuntamiento, en donde no se les negó la oportunidad de regresar a vender al centro, pero, con la única condición de que tenían que esperar más.


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Además de que en ese periodo (de marzo a julio) recibieron despensas por parte de diferentes autoridades y solicitó los préstamos que ofertaba gobierno del estado y la federación, como una ayuda para solventar los gastos que continuaban en su hogar y los materiales para los cubrebocas.

Ahora ya trabajando de vuelta en su espacio en el primer cuadro de la ciudad, cumpliendo con las medidas de sanidad y trabajando un día sí y otro no, de nueva cuenta se ofertan todos sus productos, con el plus de los cubrebocas.

José, tiene la esperanza de que el comercio ambulante va a sobrevivir a la crisis que provocó la pandemia, al acudir más personas al Centro y que al adaptarse a las necesidades, espera seguir recibiendo recursos para mantener a su familia. Como muchos otros, todavía no se recupera del golpe que implicó ser sacado del Centro por varias semanas, semanas que parecieron transcurrir en cámara lenta.

Dice que hoy está de vuelta. Quiere salir adelante y sacar a los suyos. No es de los que esperan a ver hundirse el barco, sino de los que sacan la casta en medio de la estrechez que ha generado la ola epidémica.

SIN OPORTUNIDADES

Cientos de comerciantes ambulantes en Culiacán y Sinaloa no tuvieron oportunidad de tener un ingreso durante los días más difíciles, por lo que hoy en día apenas se recomponen del confinamiento.

TRABAJO INFORMAL

Hasta la fecha no se ha informado de un programa dirigido a los pequeños comerciantes no formales que puedan ayudarlos a seguir en la lucha.


Una cosa es que el producto no sea esencial, pero el trabajo sí es esencial, las familias tienen que comer, dar educación a los hijos, vestido, sacar adelante tu familia y llevar el sustento de la casa

José Hernández




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