Centros clandestinos, las mazmorras de la muerte

Dos testimonios, dos dolorosas vivencias que hablan del paso por este infierno de la rehabilitación

Irene Medrano Villanueva I El Sol de Sinaloa

  · sábado 15 de febrero de 2020

Fotos: Juan Carlos Cruz I El Sol de Sinaloa

Culiacán, Sin. - “Si existe el infierno yo paso… ya pagué aquí en este mundo con creces mi travesía por la vida”, señala Alberto, a quien llamaremos así para proteger su identidad. Mientras habla se frota su brazo izquierdo que quedó chueco por los golpes que recibió.

Meditabundo, con mirada recelosa, nervioso, lento al hablar, Alberto narra su paso por un Centro de Rehabilitación Clandestino. “Yo les llamaría la mazmorra de la muerte, porque no te queda otra más que esperar cuál va a ser el otro castigo, porque se te olvida hasta rezar, porque Dios se olvida de ti en estos lugares…”

Alberto se refiere a un centro de rehabilitación irregular donde lo ingresaron a la fuerza.

Su adicción fue amonestada a golpes “para que no vuelvas a caer”, me decían. Sin opción a responder, el joven recuerda que lloraba y que sus gritos lo ahogaban; tras cada pregunta recibía un golpe en el rostro con una toalla mojada.

Mirna Medina, reconocimiento al mérito Agustina Ramírez que este día le fue entregado. Foto: Efrén Cárdenas I El Sol de Sinaloa

Las historias de tortura se viven en silencio en casas que funcionan como centros clandestinos de rehabilitación. Generalmente, están ubicados en sectores populares, donde ofrecen supuestos tratamientos contra las drogas a bajo costo. No tienen permisos; tampoco especialistas ni un plan terapéutico.

Su hermano pagó su internamiento, “creo que dio tres mil pesos para el primer mes de tratamiento. Me sacó de la calle y me llevó al averno”.

Me agarraron. Me encontraron completamente drogado en la calle, y por acuerdo de mi hermano me recluyeron, me lastimaron, me quebraron mi brazo como castigo por no seguir las reglas. Durante el mes y medio que estuve allí nadie me visitó. La gente que me conoce pensó que me habían desaparecido, matado o algo así.

Alberto

Señala que fue liberado por un amigo que lo buscó y exigió que “me liberaran, le requirieron que pagar el medio mes que se debía, no sé cómo le hizo, porque no quiso pagarlos, al contrario, les dijo que los iba a denunciar, me dejaron libre, pero no me liberaron de mis fantasmas que me quedaron, ahora mi mundo se divide entre las drogas y mi locura”.

SU HISTORIA

A sus 19 años –ahora tiene 21-, dice que vio cosas terribles en ese centro que se hacía llamar “Amor por la vida”, recuerda que el custodio solía golpear a quienes no lo obedecían.

A las chicas les apagaban colillas de cigarro en sus piernas y hasta en sus partes. A los chicos los ataba con cinta canela, con un bate los golpeaba y los dejaba ahí por horas para “ubicarnos y dejar las drogas.

Alberto

Cuando estudiaba la carrera de Ingeniería, dice que cayó en las drogas por una decepción amorosa, ahora piensa que la rehabilitación forzosa no es el método correcto porque a él no le sirvió para dejar las drogas y el alcohol.

Los que ingresamos sin nuestro consentimiento a esos lugares acabamos locos y más furiosos y en lugar de rehabilitarte sales con ganas de acabarte las drogas. Ese es mi caso porque a mí hasta me violaron y eso nunca se lo voy a perdonar a mi hermano… mi única familia.

Alberto


Foto: Jazmín Ballesteros │ El Sol de Sinaloa

INICIATIVA

La diputada Flora Isela Miranda advierte que urge legislar en favor de este pequeño grupo excluido de la sociedad, ya que dijo que en Sinaloa hacen falta más centros en donde verdaderamente se pueda ayudar a los jóvenes y adultos adictos a sustancias tóxicas para lograr readaptarlos a la sociedad.

Por ello presentó iniciativa de reformas a la Ley que regula la Prevención y el Control de las Adicciones en el Estado de Sinaloa para que se preste atención a este problema y se cierren centros que no cumplan con la norma, que no tengan reglamento, pero, sobre todo, quien abre uno, no los vea como una empresa, sino como un prestador de servicio a la comunidad.

Precisó que las reformas a la mencionada Ley son también para darles más atribuciones a las autoridades competentes y así se realice un mejor trabajo en pro de los centros de rehabilitación y los adictos para lograr un buen tratamiento a sus adicciones.

La diputada Miranda Leal asegura que en el estado hay 18 centros de rehabilitación clandestinos, “eso es de acuerdo a la Comisión Estatal de Prevención y Tratamiento Contra las Adicciones, pero es casi seguro que existan más centros de este tipo y que no estén enterados, porque es la gente la que sabe de ellos”.

Fotos: Juan Carlos Cruz I El Sol de Sinaloa

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Dijo que en esos centros que operan bajo un esquema de internamiento forzados atentan contra normas locales e internacionales, se les da un acto inhumano a los internos que ahí están por los malos tratos, tortura, alimentos en descomposición, humillaciones e instalaciones insalubres.

En Sinaloa hay tres tipos de centros de rehabilitación los certificados por la Comisión Nacional contra las Adicciones –Conadic-; los registrados, pero no certificados y los clandestinos, donde las autoridades no tienen noticia de ellos, pero sí la comunidad sabe que existen y operan sin ningún tipo de regulación.

Cristhian Aldo Muñoz Madrid, titular de la Comisión Estatal de Prevención y Tratamiento Contra las Adicciones (Ceptca) informó que hay un registro de 156 centros de rehabilitación en Sinaloa, y para este mes de febrero se esperan que 42 de ellos ya estén acreditados por la Comisión Nacional contra las Adicciones Conadic.

EL CASO DE MARINA

A “Marina” también en un centro de rehabilitación clandestino le dijeron que tendría un despertar espiritual, pero de repente se vio desnuda, envuelta con cinta de embalaje y atada a un camastro.

No sabe cuánto tiempo pasó así, lo cierto, es que recuerda que fue liberada de las vendas que la ataban y su aspecto todavía lo repasa en su memoria.

Me vi envuelta en orines y suciedad, cubierta de moretones. Éramos varios entre hombres y mujeres, nuestro terapista nos recitaba los Salmos por las noches totalmente desnudos, al concluir las oraciones nos daban un fuerte golpe en la espalda con un bate.

Marina

En el encierro pasamos “la mona” o la fase de abstinencia que es de lo más terrible, porque a fuerza de golpes y recriminaciones, donde nos hacen sentirnos los malos, nos quieren “limpiar” de drogas, pero que, al salir, “efectivamente para la sociedad somos los peores, estamos resentidos y así seguimos por la vida…drogadictos, amargados y locos”.

Los que ingresamos sin nuestro consentimiento a esos lugares acabamos locos y más furiosos y en lugar de rehabilitarte sales con ganas de acabarte las drogas.

Alberto, Adicto en recuperación

ILEGALES

La diputada de Morena Flor Isela Miranda señala que es necesario que se legisle en favor de este grupo de la sociedad que requiere tratamiento serio para salir de las acciones.

156 Son los centros de rehabilitación que cuentan con registro ante las autoridades, y por lo tanto son más confiables.


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