/ sábado 6 de julio de 2019

Los famosos ‘canasteros’ de Escuinapa, un oficio artesanal

La familia Castro se ha dedicado por décadas a la elaboración de los canastos de palma

Escuinapa.- Hablar de los canastos de palma que se elaboran en Escuinapa es remontarse a la familia Castro, avecindada en la Colonia Pueblo Nuevo, la cual durante décadas se ha dedicado a la elaboración de estos artículos que tienen su toque artesanal.

Francisco Castro, quien forma parte de esta familia, es quien ha logrado mantener vigente este oficio, el cual lo aprendió de su papá, quien ya hace algunos años falleció.

“Desde que yo tengo uso de razón, aquí en la casa se hacen canastos, fue de mi papá (Gonzalo) de quien aprendí este oficio, él siempre se dedicó a esto, podemos decir que él falleció haciendo canastos, nunca dejó de hacerlos, siempre nos mantuvo de esto”, dice.

Comentó que además de ser el sustento para su familia, la elaboración de los canastos era también la forma de subsistir de otras personas, ya que en su casa, que es donde se tiene el taller, tenían varios trabajadores.

Antes aquí siempre estaba lleno de gente, decenas de canastos se hacían a diario, de los canastos comíamos nosotros y otras familias más; no era el único taller, había otras partes aquí mismo en Escuinapa donde hacían, pero podemos decir que aquí con nosotros era más conocido.

Comentó que estos canastos eran utilizados para almacenar el camarón seco en los tiempos de bonanza del crustáceo en Escuinapa, además de que en los hogares escuinapenses nunca faltaba uno.

“A la casa que fueras mínimo un canasto había, las mujeres los usaban para ir al mercado, ahí le echaban el mandado o para guardar lo que fuera, pero eran muy útiles, por eso era que se hacían y se vendían mucho”.

Reconoció que el uso de este artículo en los últimos 20 años fue mermando, lo que causó afectaciones en la venta, además de que la tradición de éstos se fue perdiendo.

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La gente los dejó de usar, ahorita es raro mirar un canasto, ya empezaron a comprar las bolsas de plástico para ir hacer el mandado, y pues el negocio fue mermando poco a poco, ya somos pocos quienes aún nos mantenemos haciéndolos.

Externó que los canastos ya han dejado de ser un negocio rentable, pero a pesar de esto, él sigue haciéndolos, ya que no dejan de ser buscados.

“En los ratos que tengo libres me pongo a hacer uno o dos, la gente no deja de venir a buscar o también cuando hacen algún pedido especial, ya se pone uno a hacerlos, pero ya no es el negocio que era de antaño”.

Por último, dijo sentir orgullo, ya que en sus manos se mantiene viva una tradición, tanto de su familia como la cultura escuinapense, lo cual, dice estar seguro perdurará, ya que sus hijos también han aprendido del oficio que el abuelo les enseñó.

Puedes leer: Desplazados de la sierra viven en condiciones precarias y de extrema pobreza en Mazatlán

“Me da gusto que la gente venga y los procure, si nosotros lo dejáramos los canastos prácticamente se extinguirían, pero por lo pronto van a durar varios años aún, porque además de mí, también mis hijos aprendieron a hacerlos y les seguiremos fomentando a los nietos, porque los canastos es algo que a nosotros nos caracteriza”, concluyó.


TRADICIÓN

Los canastos eran utilizados para almacenar el camarón seco en los tiempos de bonanza del crustáceo en Escuinapa, además de que en los hogares escuinapenses nunca faltaba uno.


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Escuinapa.- Hablar de los canastos de palma que se elaboran en Escuinapa es remontarse a la familia Castro, avecindada en la Colonia Pueblo Nuevo, la cual durante décadas se ha dedicado a la elaboración de estos artículos que tienen su toque artesanal.

Francisco Castro, quien forma parte de esta familia, es quien ha logrado mantener vigente este oficio, el cual lo aprendió de su papá, quien ya hace algunos años falleció.

“Desde que yo tengo uso de razón, aquí en la casa se hacen canastos, fue de mi papá (Gonzalo) de quien aprendí este oficio, él siempre se dedicó a esto, podemos decir que él falleció haciendo canastos, nunca dejó de hacerlos, siempre nos mantuvo de esto”, dice.

Comentó que además de ser el sustento para su familia, la elaboración de los canastos era también la forma de subsistir de otras personas, ya que en su casa, que es donde se tiene el taller, tenían varios trabajadores.

Antes aquí siempre estaba lleno de gente, decenas de canastos se hacían a diario, de los canastos comíamos nosotros y otras familias más; no era el único taller, había otras partes aquí mismo en Escuinapa donde hacían, pero podemos decir que aquí con nosotros era más conocido.

Comentó que estos canastos eran utilizados para almacenar el camarón seco en los tiempos de bonanza del crustáceo en Escuinapa, además de que en los hogares escuinapenses nunca faltaba uno.

“A la casa que fueras mínimo un canasto había, las mujeres los usaban para ir al mercado, ahí le echaban el mandado o para guardar lo que fuera, pero eran muy útiles, por eso era que se hacían y se vendían mucho”.

Reconoció que el uso de este artículo en los últimos 20 años fue mermando, lo que causó afectaciones en la venta, además de que la tradición de éstos se fue perdiendo.

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La gente los dejó de usar, ahorita es raro mirar un canasto, ya empezaron a comprar las bolsas de plástico para ir hacer el mandado, y pues el negocio fue mermando poco a poco, ya somos pocos quienes aún nos mantenemos haciéndolos.

Externó que los canastos ya han dejado de ser un negocio rentable, pero a pesar de esto, él sigue haciéndolos, ya que no dejan de ser buscados.

“En los ratos que tengo libres me pongo a hacer uno o dos, la gente no deja de venir a buscar o también cuando hacen algún pedido especial, ya se pone uno a hacerlos, pero ya no es el negocio que era de antaño”.

Por último, dijo sentir orgullo, ya que en sus manos se mantiene viva una tradición, tanto de su familia como la cultura escuinapense, lo cual, dice estar seguro perdurará, ya que sus hijos también han aprendido del oficio que el abuelo les enseñó.

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“Me da gusto que la gente venga y los procure, si nosotros lo dejáramos los canastos prácticamente se extinguirían, pero por lo pronto van a durar varios años aún, porque además de mí, también mis hijos aprendieron a hacerlos y les seguiremos fomentando a los nietos, porque los canastos es algo que a nosotros nos caracteriza”, concluyó.


TRADICIÓN

Los canastos eran utilizados para almacenar el camarón seco en los tiempos de bonanza del crustáceo en Escuinapa, además de que en los hogares escuinapenses nunca faltaba uno.


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