Allá a finales de los 80 se preparaba, en las aulas de la Universidad de Occidente (hoy UAdeO) lo que vendría a ser la tercera generación de Licenciados en Comunicación y en ese selecto grupo se encontraba Jesús Humberto Sainz Gaxiola.
A lo largo de cuatro años (1986-90) recibió todos los conocimientos que se requieren en la institución educativa para luego incursionar en algún medio de comunicación local, que bien podría ser la radio, televisión o periódico impreso.
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A Humberto Sainz la oportunidad que en su momento se le presentó fue el medio impreso (Noroeste de Culiacán) y no la dejó escapar, aún cuando su ilusión era formar parte de la plantilla de la radio, pero en esta última faceta eran pocos los espacios que existían para la difusión del deporte y ya estaban ocupados.
Así pues, en el año de 1990, inicia su formación en la Crónica Deportiva donde era más recurrente la existencia de periodistas hechos en el campo de batalla, donde se producían las acciones y emociones, y él llegaba precedido de un título profesional que lo obligaba a redoblar esfuerzos, era momento de poner en práctica y demostrar lo aprendido en las aulas.
A su llegada a Noroeste, él y yo hicimos buen equipo, nos apoyábamos en todo y nuestra amistad poco a poco fue creciendo. Ello nos llevó a conocernos más allá de la pluma y la libreta, involucramos a nuestras familias; hijos y esposas.
Llegó el momento de ser algo más que amigos, al solicitarme que fuera el padrino de bautismo de su hija Diana (Dianita para mí y mi esposa Silvia), y con gusto y de corazón lo hicimos porque ya existía esa química que se requiere para dar un paso importante en la vida familiar y social.
Las reuniones familiares resultaron más frecuentes y la relación también, pero sin olvidar que habría que cumplir con las obligaciones laborales de manera puntual.
Recuerdo que uno de sus hobbies era jugar billar y lo hacíamos de manera recurrente, ya fuera en establecimientos ubicados en el centro de la ciudad, o en su natal Aguaruto.
Hombro con hombro
Fueron seis años los que compartimos redacción en el Noroeste de Culiacán y él emigró a El Sol de Sinaloa (septiembre de 1996) buscando crecer periodísticamente, sin embargo ello no fue motivo de distanciamiento.
Humberto se adentró más a la responsabilidad que le confirieron (Editor de Deportes) y apenas nos alcanzaba el tiempo para coincidir en la cobertura de los diversos eventos deportivos de casa.
Me quedaba claro que para mi compadre no existían barreras cuando se trataba de crecer en su área laboral y así sucedió, pues el permanecer por muchos años como editor es prueba que su capacidad de dirección no estaba en tela de duda.
Diez años después tuve el privilegio de volver a compartir redacción con él, ahora en El Sol de Sinaloa, precisamente a invitación de él y con el aval del entonces Director General, licenciado Jorge Luis Télles Salazar.
Ahí inició otra etapa de relación con mi compadre Humberto, ahora bajo su dirección recibiendo las órdenes de trabajo a realizar diariamente. Desde luego, siempre con respeto mutuo, máxime que las reglas de trabajo ya estaban trazadas por el conocimiento de cómo se desarrolla el deporte local.
Fueron en El Sol de Sinaloa escasos 16 años durante los que tuve la fortuna de estrechar una amistad surgida gracias a la generosidad de lo que es la Crónica Deportiva.
Le doy gracias a él, a mi comadre María de Jesús (Chuyita), a nuestra ahijada Dianita, así como a sus hermanas, por todos estos años que nos permitimos compartir desde diferentes escenarios.
Humberto tenía sus propias características, era muy difícil verlo enojado, observaba buena relación con todos, siempre se sintió jovial, pero sobre todo, era alegre y conversador de diferentes temas.
Su llegada al edificio de El Sol de Sinaloa se notaba fácilmente, pues ingresaba como un jilguerillo, silbando una canción, mismo que llamaba poderosamente la atención de los presentes.
Más allá del área laboral, tuvimos la fortuna de llevar nuestra ya sólida relación de amistad al terreno de juego en la práctica del softbol defendiendo orgullosamente la playera de El Sol de Sinaloa en diversos torneos de la localidad.
