/ viernes 22 de febrero de 2019

Pueblo bueno y sabio


Éxodo 18: Y entró Moisés en medio de la nube, y subió al monte; y estuvo Moisés en el monte cuarenta días y cuarenta noches. 19:20: Y el SEÑOR descendió al monte Sinaí, a la cumbre del monte; y llamó el Señor a Moisés a la cumbre del monte, y Moisés subió.”

Abajo, el pueblo presionaba a Aarón, hermano de Moisés. Querían que les hiciera un Dios, a quien adorar. Antes, el pueblo de Israel escuchó la voz de Dios mismo tronar del cielo, dándoles audiblemente los Diez Mandamientos, a la nación judía. Esa experiencia conmovedora, trascendente, única, no cambió sus corazones. Menos a las nuevas generaciones, a casi 3500 años, de distancia.

Dios Jehová, consciente de lo que sucede, de la falta de liderazgo de Aarón que no se impone al “pueblo bueno y sabio” judío, y que había producido con joyas de oro un torete, le dice a Moisés: “Anda, desciende, porque tu pueblo que sacaste de la tierra de Egipto se ha corrompido. Pronto se han apartado del camino que yo les mandé; se han hecho un becerro de fundición, y lo han adorado, y le han ofrecido sacrificios”.

Y Moisés baja del Monte Sinaí a cumplir la orden Celestial, como el Papa Francisco Baja de la aeronave Alitalia que lo trajo a suelo mexicano, aquel 12 de febrero del 2016, desde el Vaticano. En ese entonces, Francisco, revela un discurso evangélico más humano, ríspido políticamente, consciente que su iglesia como el gobierno, se han alejado del “pueblo bueno y sabio”. “Pueblo bueno y sabio” irritado por la corrupción, la impunidad, la violencia y criminalización oficial, sin castigo. “Pueblo bueno y sabio”, adorador de ídolos, que ha dejado de creer, en el gobierno, en la iglesia. Coincidencias.

El Líder del Catolicismo en ese entonces, aprovecha la recepción que se le ofrece en Palacio Nacional ante el gabinete Peñista, en Pleno. Como si recordara a Jesús en el templo de su Padre cuando arremete contra los mercaderes, sin misericordia, el Papa, expresa fuertes palabras sobre la corrupción que se padece, que cimbran la conciencia enmohecida, de muchos de los oyentes. No así, por lo que se puede deducir hoy, la del entonces presidente Enrique Peña.

“Cada vez que buscamos el camino del privilegio o el beneficio de unos pocos en detrimento del bien de todos, tarde o temprano, la vida en sociedad se vuelve un terreno fértil para la corrupción, el narcotráfico, la exclusión de las culturas diferentes, la violencia e incluso el tráfico de personas, el secuestro y la muerte, causando sufrimiento y frenando el desarrollo”, señaló el actual Hombre de las Sandalias del Pescador.

A los Señores de la Sotana Púrpura obispada, reunidos en la catedral metropolitana, les expone sin piedad, la no idolatría al nuevo becerro de oro: “No tengan miedo a la transparencia. La Iglesia no necesita de la oscuridad, para trabajar. Vigilen para que sus miradas, no se cubran de las penumbras de la niebla, de la mundanalidad; no se dejen corromper por el materialismo trivial, ni por las ilusiones seductoras de los acuerdos, debajo de la mesa”. Otra coincidencia.

Vaya visita pastoral, aquella. Francisco, la nueva voz de los humildes, como la del Ganzo que vuela sin descanso. Otra coincidencia. El “no tengan miedo a ser transparentes”, Si tienen que pelearse, peléense. Si tienen que decirse cosas, díganlas. Pero como hombres, en la cara. Y como hombres de Dios, que después van a rezar juntos, si se pasaron de la raya, vayan a pedirse perdón. Los que se pasaron de la raya, pidan perdón a Dios, por no haber obedecido el séptimo mandamiento, no robarás”.

Quizás también el Papa, necesite su Guardianacional, para serenar al “Pueblo bueno y sabio”, adorador de cuanto ídolo o faraónllegue al poder, sin importar el color


Éxodo 18: Y entró Moisés en medio de la nube, y subió al monte; y estuvo Moisés en el monte cuarenta días y cuarenta noches. 19:20: Y el SEÑOR descendió al monte Sinaí, a la cumbre del monte; y llamó el Señor a Moisés a la cumbre del monte, y Moisés subió.”

Abajo, el pueblo presionaba a Aarón, hermano de Moisés. Querían que les hiciera un Dios, a quien adorar. Antes, el pueblo de Israel escuchó la voz de Dios mismo tronar del cielo, dándoles audiblemente los Diez Mandamientos, a la nación judía. Esa experiencia conmovedora, trascendente, única, no cambió sus corazones. Menos a las nuevas generaciones, a casi 3500 años, de distancia.

Dios Jehová, consciente de lo que sucede, de la falta de liderazgo de Aarón que no se impone al “pueblo bueno y sabio” judío, y que había producido con joyas de oro un torete, le dice a Moisés: “Anda, desciende, porque tu pueblo que sacaste de la tierra de Egipto se ha corrompido. Pronto se han apartado del camino que yo les mandé; se han hecho un becerro de fundición, y lo han adorado, y le han ofrecido sacrificios”.

Y Moisés baja del Monte Sinaí a cumplir la orden Celestial, como el Papa Francisco Baja de la aeronave Alitalia que lo trajo a suelo mexicano, aquel 12 de febrero del 2016, desde el Vaticano. En ese entonces, Francisco, revela un discurso evangélico más humano, ríspido políticamente, consciente que su iglesia como el gobierno, se han alejado del “pueblo bueno y sabio”. “Pueblo bueno y sabio” irritado por la corrupción, la impunidad, la violencia y criminalización oficial, sin castigo. “Pueblo bueno y sabio”, adorador de ídolos, que ha dejado de creer, en el gobierno, en la iglesia. Coincidencias.

El Líder del Catolicismo en ese entonces, aprovecha la recepción que se le ofrece en Palacio Nacional ante el gabinete Peñista, en Pleno. Como si recordara a Jesús en el templo de su Padre cuando arremete contra los mercaderes, sin misericordia, el Papa, expresa fuertes palabras sobre la corrupción que se padece, que cimbran la conciencia enmohecida, de muchos de los oyentes. No así, por lo que se puede deducir hoy, la del entonces presidente Enrique Peña.

“Cada vez que buscamos el camino del privilegio o el beneficio de unos pocos en detrimento del bien de todos, tarde o temprano, la vida en sociedad se vuelve un terreno fértil para la corrupción, el narcotráfico, la exclusión de las culturas diferentes, la violencia e incluso el tráfico de personas, el secuestro y la muerte, causando sufrimiento y frenando el desarrollo”, señaló el actual Hombre de las Sandalias del Pescador.

A los Señores de la Sotana Púrpura obispada, reunidos en la catedral metropolitana, les expone sin piedad, la no idolatría al nuevo becerro de oro: “No tengan miedo a la transparencia. La Iglesia no necesita de la oscuridad, para trabajar. Vigilen para que sus miradas, no se cubran de las penumbras de la niebla, de la mundanalidad; no se dejen corromper por el materialismo trivial, ni por las ilusiones seductoras de los acuerdos, debajo de la mesa”. Otra coincidencia.

Vaya visita pastoral, aquella. Francisco, la nueva voz de los humildes, como la del Ganzo que vuela sin descanso. Otra coincidencia. El “no tengan miedo a ser transparentes”, Si tienen que pelearse, peléense. Si tienen que decirse cosas, díganlas. Pero como hombres, en la cara. Y como hombres de Dios, que después van a rezar juntos, si se pasaron de la raya, vayan a pedirse perdón. Los que se pasaron de la raya, pidan perdón a Dios, por no haber obedecido el séptimo mandamiento, no robarás”.

Quizás también el Papa, necesite su Guardianacional, para serenar al “Pueblo bueno y sabio”, adorador de cuanto ídolo o faraónllegue al poder, sin importar el color

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