El estado de Sonora se consolidó durante los últimos años como una de las principales vías de tránsito de estupefacientes de América Latina. Durante los tiempos de la 4T, o lo que es lo mismo, de Alfonso Durazo, la violencia ha transformado a la entidad en una zona de guerra, de la que no les gusta hablar en Palacio Nacional, porque les encanta creer que todo el país se pacificó por arte de magia con la llegada del de Tabasco al poder.
No es secreto que además de los enviados de López Obrador que llegaron a apoyar al que también fue portavoz y secretario particular del expresidente Vicente Fox, arribaron unos tres mil elementos de la Guardia Nacional a tratar de controlar el caos que tiene entre las manos el que era encargado de seguridad de este sexenio de la transformación.
En los últimos años se han incrementado a este estado casi en 30 por ciento los recursos provenientes del Convenio de Coordinación en el marco del Sistema Nacional de Seguridad Pública. A los más de mil millones de pesos que recibe del Fondo de Aportaciones para la Seguridad Pública de la Federación, se le sumaron otros 350 millones, convirtiéndose en una de las entidades más beneficiadas en esta materia de toda la República Mexicana.
No obstante, por más capital que se le invirtió desde el centro, Sonora no logra salir de la crisis de inseguridad, empezando porque los recursos asignados nunca se vieron cristalizados. Por ejemplo, entre los objetivos que se prometieron a la Federación, estaba el de estructurar una numerosa policía estatal de élite; pero, en los hechos, el estado cuenta únicamente con mil 500 policías locales; es decir, tan sólo 0.5 por cada mil habitantes, colocándose como la octava entidad con la tasa más baja en esta materia en todo el territorio nacional.
Los resultados en materia de seguridad tampoco reflejan los recursos que se canalizaron; pues, durante las conferencias de Palacio Nacional, los enviados de Sedena han destacado que en los últimos años Sonora ha aumentado sus tasas de homicidios dolosos a 216 casos por cada 100 mil habitantes, por encima de la media nacional y colocándose en la posición número siete a nivel país. Las tasas de secuestros y extorsiones también han aumentado.
Además, Sonora ocupa el lugar número nueve entre los estados con mayores índices de asesinatos de policías. Es, junto con Oaxaca, la entidad en la que más asesinatos se cometen contra defensores del medio ambiente, y también es miembro distinguido de las seis plazas con mayores índices de desapariciones en todo el país, a la par de Jalisco, Nuevo León, Baja California, Estado de México y Tamaulipas. Lo cierto es que en el tema de comunicación y propaganda, operan muy bien, pues poco se habla de Sonora en todo el país, ni bien, ni mal. Con todo y que en algún momento se hablaba de que sería una zona de litio y empresas del futuro.
Con todos estos datos, no se alcanza a entender cómo es que la secretaria de Seguridad Pública sonorense, María Dolores del Río Sánchez, decidió renunciar a su cargo para competir como candidata de Morena a la alcaldía de Hermosillo, y mucho menos cómo es que en sus diversos mítines políticos intenta usar como elemento positivo su trayectoria y su gestión.