/ domingo 12 de mayo de 2019

La cicatriz y los recuerdos no se borra…

17 años han pasado de aquella matanza con motivo de la festividad del Día de Las Madres en esa comunidad serrana que dejó saldo de 12 personas muertas

Culiacán, Sin. La alegría regresó este 10 de mayo para los habitantes de la comunidad de San Jerónimo de Ajoya, municipio de San Ignacio, después de aquella noche negra donde fueron masacradas 12 personas, entre ellas dos agentes de la policía estatal.

La festividad en la plazuela de esta zona fue apagada ese día del año 2002 luego de que un grupo armado, comandado por el extinto gavillero Ramón Gallardo “El Gato” Campista, tomara por asalto dicha comunidad y cometiera la barbarie.

Poco a poco Ajoya ha regresado a la “normalidad”. San Jerónimo antes de la masacre era habitado por alrededor de mil personas. Tras el cruento ataque a lo mucho quedó 80 habitantes que no pudieron emigrar. En la actualidad, dicha comunidad es habitada por alrededor de 200 personas, la mayoría familias jóvenes.

En el año 2018, se efectuó un baile para celebrar al patrono de la iglesia “San Jerónimo de Loyola”, en la que participaron con alegría habitantes y familias de poblados inmediatos. En este 2019, la festividad regresó con motivo del Día de las Madres, la misma conmemoración de hace 17 años, pero en esta ocasión no enlutó a las familias.

Todo estaba incluido… Agua, refrescos y cerveza, había para brindar. Incluso la comida era gratis para todos los asistentes.

Las fachadas de las casas y sus calles ya no lucían igual que hace 17 años. Hay nuevos colores en los inmuebles y el remozamiento de la plazuela, así como de su capilla. Las familias que salieron huyendo de la violencia y retornaron, ahora ven sus casas rehabilitadas, aquéllas que casi se encontraban destruidas por el abandono.

El enemigo ya había muerto, todos podían regresar. Ramón Gallardo “El Gato” Campista, es encontrado asesinado en el entronque de la carretera Internacional México 15 con la carretera que dirige a Cosalá.

Su cuerpo inerte, bañado en sangre, mostraba un mensaje en cartulina que rezaba: “Por fin cayó Ramón Gallardo alias “El Gato”, tanto tiempo que anduvimos tras de ti, pero a cada chango se le llega la hora y te tocó a ti. Ahí está ese secuestrador que tanto daño hizo a la gente”.

Tras confirmarse su deceso por las autoridades investigadoras, muchos habitantes decidieron regresar. Otras familias prefirieron quedarse en sus nuevos hogares. Los que en su momento eran niños desplazados, ahora ya tenían su familia.

El 10 de mayo del 2002, “El Gato” buscaba a su presa. Su enemigo era un sujeto a quien le apodaban “El Betito”, identificado como brazo armado en esa zona de Joaquín Archivaldo “El Chapo” Guzmán Loera.

Se decía que “El Betito” departía en la fiesta del pueblo esa tarde y donde se encontraban mujeres, niños, ancianos y jóvenes.

Ramón Gallardo, acompañado por alrededor de 25 gavilleros, toma por asalto el poblado y mata primeramente a dos elementos de la policía que resguardaban el jolgorio.


También lee: Encuentran cuerpo en estado de descomposición en la sindicatura de Baila


Gallardo Campista era señalado de liderar una célula criminal que operaba en los municipios de San Ignacio y Cosalá, a la cual se le atribuyen diversos hechos criminales.

Originario de la comunidad El Caballo de Arriba, San Ignacio, "El Gato" además de la masacre de Ajoya, es acusado de liderar una banda de gatilleros y secuestradores denominada Los Pintos, que tenían su centro de operaciones en la sierra de San Ignacio, Cosalá y Durango, los cuales, según las autoridades, han cometido una larga lista de crímenes en la zona serrana centro-sur del estado.

“El Gato” permaneció prófugo de la justicia por más de 16 años hasta que fue cazado. Grupos antagónicos del crimen organizado lo atraparon y tras someterlo con tortura, terminó siendo asesinado con el tiro de gracia.


LUTO EN AJOYA


Haciendo un poco de historia, la noche del viernes 10 de mayo del 2002, habitantes de Ajoya departían en el festejo del Día de las Madres.

Muy cerca de ahí, se encontraba un pequeño cuarto que servía como base de la Policía Estatal Preventiva (PEP), misma que era fortalecida con barricas de costales de arena para cualquier enfrentamiento. En esas fechas dicha zona era considerada por la autoridad como “caliente”. La policía tenía que estar “preparada” para cualquier contingencia. Había antecedentes que gavilleros mataban y secuestraban a “quien sea”.

El reloj marcaba las 21:40 horas cuando la música es interrumpida por ráfagas de “cuerno de chivo” y “chanates”, así como de fusiles de asalto ligero conocidos como FAL que portaban no menos de 25 sujetos que habían ingresado por “el lado” del río.

Una vez adueñados del lugar fuego y sangre cubrió la zona. 10 pobladores eran masacrados salvajemente, así como dos oficiales de policía que resguardaban el festín.

A la cabeza de los asesinos se encontraba Ramón Gallardo, presunto líder de la gavilla al que las autoridades relacionaban en aquel entonces con el cartel de Los Arellano Félix. Aunque “El Gato” confesó en una ocasión no trabajar para ningún cartel.

La tragedia fue grande para la comunidad de San Jerónimo de Ajoya. Sus muertos quedaron regados sobre la calle Principal. Ocho sobrevivientes de la muerte terminaron en hospitales con heridas de bala.

De los 25 sujetos identificados por la autoridad como participantes en el ataque, seis están muertos y uno arrestado. 18 están prófugos de la justicia. El caso aún está bajo investigación en la Fiscalía General del Estado.


EL MENSAJE

“Por fin cayó Ramón Gallardo alias “El Gato”, tanto tiempo que anduvimos tras de tí, pero a cada chango se le llega la hora y te tocó a ti. Ahí está ese secuestrador que tanto daño hizo a la gente”


ENEMIGO

“El Gato” buscaba esa noche del 2002 a un sujeto a quien le apodaban “El Betito”, identificado como brazo armado, en esa zona, de Joaquín Archivaldo “El Chapo” Guzmán Loera.



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Culiacán, Sin. La alegría regresó este 10 de mayo para los habitantes de la comunidad de San Jerónimo de Ajoya, municipio de San Ignacio, después de aquella noche negra donde fueron masacradas 12 personas, entre ellas dos agentes de la policía estatal.

La festividad en la plazuela de esta zona fue apagada ese día del año 2002 luego de que un grupo armado, comandado por el extinto gavillero Ramón Gallardo “El Gato” Campista, tomara por asalto dicha comunidad y cometiera la barbarie.

Poco a poco Ajoya ha regresado a la “normalidad”. San Jerónimo antes de la masacre era habitado por alrededor de mil personas. Tras el cruento ataque a lo mucho quedó 80 habitantes que no pudieron emigrar. En la actualidad, dicha comunidad es habitada por alrededor de 200 personas, la mayoría familias jóvenes.

En el año 2018, se efectuó un baile para celebrar al patrono de la iglesia “San Jerónimo de Loyola”, en la que participaron con alegría habitantes y familias de poblados inmediatos. En este 2019, la festividad regresó con motivo del Día de las Madres, la misma conmemoración de hace 17 años, pero en esta ocasión no enlutó a las familias.

Todo estaba incluido… Agua, refrescos y cerveza, había para brindar. Incluso la comida era gratis para todos los asistentes.

Las fachadas de las casas y sus calles ya no lucían igual que hace 17 años. Hay nuevos colores en los inmuebles y el remozamiento de la plazuela, así como de su capilla. Las familias que salieron huyendo de la violencia y retornaron, ahora ven sus casas rehabilitadas, aquéllas que casi se encontraban destruidas por el abandono.

El enemigo ya había muerto, todos podían regresar. Ramón Gallardo “El Gato” Campista, es encontrado asesinado en el entronque de la carretera Internacional México 15 con la carretera que dirige a Cosalá.

Su cuerpo inerte, bañado en sangre, mostraba un mensaje en cartulina que rezaba: “Por fin cayó Ramón Gallardo alias “El Gato”, tanto tiempo que anduvimos tras de ti, pero a cada chango se le llega la hora y te tocó a ti. Ahí está ese secuestrador que tanto daño hizo a la gente”.

Tras confirmarse su deceso por las autoridades investigadoras, muchos habitantes decidieron regresar. Otras familias prefirieron quedarse en sus nuevos hogares. Los que en su momento eran niños desplazados, ahora ya tenían su familia.

El 10 de mayo del 2002, “El Gato” buscaba a su presa. Su enemigo era un sujeto a quien le apodaban “El Betito”, identificado como brazo armado en esa zona de Joaquín Archivaldo “El Chapo” Guzmán Loera.

Se decía que “El Betito” departía en la fiesta del pueblo esa tarde y donde se encontraban mujeres, niños, ancianos y jóvenes.

Ramón Gallardo, acompañado por alrededor de 25 gavilleros, toma por asalto el poblado y mata primeramente a dos elementos de la policía que resguardaban el jolgorio.


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Gallardo Campista era señalado de liderar una célula criminal que operaba en los municipios de San Ignacio y Cosalá, a la cual se le atribuyen diversos hechos criminales.

Originario de la comunidad El Caballo de Arriba, San Ignacio, "El Gato" además de la masacre de Ajoya, es acusado de liderar una banda de gatilleros y secuestradores denominada Los Pintos, que tenían su centro de operaciones en la sierra de San Ignacio, Cosalá y Durango, los cuales, según las autoridades, han cometido una larga lista de crímenes en la zona serrana centro-sur del estado.

“El Gato” permaneció prófugo de la justicia por más de 16 años hasta que fue cazado. Grupos antagónicos del crimen organizado lo atraparon y tras someterlo con tortura, terminó siendo asesinado con el tiro de gracia.


LUTO EN AJOYA


Haciendo un poco de historia, la noche del viernes 10 de mayo del 2002, habitantes de Ajoya departían en el festejo del Día de las Madres.

Muy cerca de ahí, se encontraba un pequeño cuarto que servía como base de la Policía Estatal Preventiva (PEP), misma que era fortalecida con barricas de costales de arena para cualquier enfrentamiento. En esas fechas dicha zona era considerada por la autoridad como “caliente”. La policía tenía que estar “preparada” para cualquier contingencia. Había antecedentes que gavilleros mataban y secuestraban a “quien sea”.

El reloj marcaba las 21:40 horas cuando la música es interrumpida por ráfagas de “cuerno de chivo” y “chanates”, así como de fusiles de asalto ligero conocidos como FAL que portaban no menos de 25 sujetos que habían ingresado por “el lado” del río.

Una vez adueñados del lugar fuego y sangre cubrió la zona. 10 pobladores eran masacrados salvajemente, así como dos oficiales de policía que resguardaban el festín.

A la cabeza de los asesinos se encontraba Ramón Gallardo, presunto líder de la gavilla al que las autoridades relacionaban en aquel entonces con el cartel de Los Arellano Félix. Aunque “El Gato” confesó en una ocasión no trabajar para ningún cartel.

La tragedia fue grande para la comunidad de San Jerónimo de Ajoya. Sus muertos quedaron regados sobre la calle Principal. Ocho sobrevivientes de la muerte terminaron en hospitales con heridas de bala.

De los 25 sujetos identificados por la autoridad como participantes en el ataque, seis están muertos y uno arrestado. 18 están prófugos de la justicia. El caso aún está bajo investigación en la Fiscalía General del Estado.


EL MENSAJE

“Por fin cayó Ramón Gallardo alias “El Gato”, tanto tiempo que anduvimos tras de tí, pero a cada chango se le llega la hora y te tocó a ti. Ahí está ese secuestrador que tanto daño hizo a la gente”


ENEMIGO

“El Gato” buscaba esa noche del 2002 a un sujeto a quien le apodaban “El Betito”, identificado como brazo armado, en esa zona, de Joaquín Archivaldo “El Chapo” Guzmán Loera.



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