Mazatlán, Sin. Son viajeros de negocios, vendedores informales foráneos, que se trasladan generalmente del centro del país, procedentes del Estado de México, Toluca, Querétaro, Hidalgo y Tlaxcala.
Cada año familias completas elaboran antifaces, gorros, coronas, confeti, además de comenzar a comprar productos chinos, como pelucas, lentes, máscaras, juguetes luminosos, con precios que oscilan entre los 30 y 120 pesos.
Ellos también dejan derrama económica en la ciudad, consumen alimentos en los mercados, se bañan en playa, pagan por el uso de baño y regadera.
EL VIAJE
Algunos se trasladan desde un o dos días antes de que inicie la fiesta, necesitan encontrar un lugar donde hospedarse, aunque hace ya cuatro años que prefieren rentar autobuses, también hay camionetas con camper, en ellas viajan nueve personas por unidad, vienen desde abuelos, padres, hijos, nueras y yernos.
Estas unidades se estacionan cerca de la zona costera, donde las personas hacen sus tenderetes de ropa lavada, cocinan en anafres o braceros como les decimos acá. Nada les sale gratis, pues les cobran derecho de piso y permanencia.
TRADICIÓN DE 20 AÑOS
Daniel González tiene 19 años, desde que estaba en brazos, comenzó a venir a Mazatlán, aunque su familia ya tenía años realizando estos viajes al puerto.
Este año se movieron en dos camionetas equipadas para el viaje con canastilla de equipaje, donde acomodan el producto, junto con él vienen 17 personas más, entre familiares y chalanes, como el mismo lo describe.
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Llegaron a la costa mazatleca el miércoles, día que comenzaron a explorar las zonas de venta, el primer día de buenos ingresos por puesto fue el día viernes y esperaban que el sábado repuntara. Este día recaudaron mil quinientos pesos, de los que la comida y todos los servicios que puedan llegar a necesitar.
La jornada comienza a las 11 de la mañana, luego del desayuno comienzan a armar sus carritos, a las cuatro de la tarde ya están ubicados en Olas Altas y 12 horas después a las cuatro de la mañana, se retiran a descansar y tomar fuerzas.
Para nosotros los días fuertes son viernes y sábado, el domingo casi no se vende. Antes nos dejaban trabajar sobre la avenida que estaba libre, pero ahora nos dejan en las boca calles, y cuando ya se termina el desfile, es cuando nos dejan subir al Malecón.
Daniel González.
Ellos no disfrutan tanto el Carnaval, lo que si aprovechan es el mar, donde se relajan un poco cada día.
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