/ viernes 25 de octubre de 2019

Una familia bajo la tensión del jueves negro, en Culiacán

Una ciudadana relata lo que pasó el jueves 17 de octubre a través de sus familiares y novio, quienes se encontraban en las zonas de guerra

Culiacán, Sin. - El día que el narco tomó Culiacán, los perpetradores de los tiroteos no sólo se apropiaron de las calles y causaron daños materiales, sino que pusieron en tensión a una ciudad entera, entre ellos, la familia de Citlalli y su novio, quienes ese jueves se encontraban distribuidos en los puntos donde se dieron los enfrentamientos armados y los bloqueos, primero con el uso de vehículos chocados que después fueron incendiados.

Citlalli es parte del departamento de recursos humanos en la empresa donde labora, la cual no está situada en donde ese día las balas y el fuego fueron parte del paisaje. Mientras se encontraba en su oficina se enteró de lo que estaba pasando en Culiacán, justo afuera del edificio donde su mamá labora, la Torre 120 ubicada el Desarrollo Urbano Tres Ríos.

Mi mamá me contó que balas perdidas estaban llegando a la torre, entonces les dijeron a los empleados que se pasaran al cuarto y quinto piso, donde aún ahí, más arriba, se seguían sintiendo las balas muy cercanas.

Citlalli

No sólo era la madre de Citlalli, pues su novio también se encontraba trabajando en uno de los lugares donde, como se vio en videos en redes sociales, un hombre arriba de una camioneta doble rodado apuntaba con un arma llamada Barret.

Mi mamá, tratando de no preocuparme, me comentó que el convoy se había recorrido hacia la Obregón, en el Centro, entonces pensé en mi novio. Él trabaja en el edificio "La Lonja" justo en la Avenida Álvaro Obregón.

Citlalli

Aunque Citlalli no se encontraba físicamente en peligro, su madre y su novio estaban en los puntos principales donde había detonaciones de arma y hombres armados que se apropiaban de las calles, lo cual fue para ella una tortura mental.

Lo peor que te puedas imaginar me pasó por la mente, mi mamá me decía que no pasaba nada, que estuviera tranquila. Hubo un momento en el que no tuve comunicación con ella porque se quedó sin internet, ya que con los disparos se dañaron algunas conexiones del edificio donde se encontraba.

Citlalli

La pareja de Citlalli, comenta ella, casi se tuvo que quedar a dormir en su oficina de trabajo, pues no había manera de moverse. El transporte público no estaba funcionando, el peligro latente de que las armas volvieran a sonar o los hombres armados se metieran al edificio; lo mantuvieron en resguardo.

"Mi hermano también me tuvo con pendiente, él se encontraba en Costa Rica trabajando. En los mensajes de Whatsapp que recibía con videos y audios, me enteré que tenían tomadas las casetas para entrar a Culiacán, ¿qué no pude pensar en ese momento?", señaló.

Citlalli no salió de su trabajo hasta pasadas las 6:00 de la tarde, como casi todos los que no tuvieron que quedarse a dormir en sus oficinas ese día. Para esa hora ya había un parcial silencio en Culiacán, pues aún se percibían detonaciones de armas en lugares aislados.

"Ese día no dejé mi carro en el estacionamiento de la empresa, caminé lo más rápido que pude hacia él y manejé a la casa de mi abuela, ese sería el punto de reunión para todos, pues las familias culichis buscamos unión cuando cosas así pasan", expresó.

Al punto de encuentro llegó su madrina, quien había tenido un fuerte acercamiento con un miembro del grupo armado que tomó Culiacán.

"Mi madrina, en su ruta para llegar a la casa de mi abuela se topó con uno de los sicarios, estos le chocaron bloqueándole el paso, el hombre armado que le chocó se bajó de la camioneta que conducía. Traía un cuerno de chivo en la mano y le dijo: quítese a la verga, señora. Entonces mi madrina retrocedió rápidamente y tomó otra ruta, y llegó a casa de mi abuela muy asustada".

Pese a todo lo que estaba sucediendo con los integrantes de la familia de Citlalli, ellos le insistían en que no pasaba nada, con la intención de no preocuparla, pero Citlalli, que a sus 25 años ya ha sido testigo de fuertes hechos violentos, sabe que no se puede ignorar así nada más lo que sucede en ese momento.

"Claro que pasa algo, yo recuerdo que cuando vi morir a alguien enfrente de mí no volví a pasar por esa calle, me quedó la sensación, al igual que cuando me asaltaron".

Ya en la noche estaban reunidos todos en la casa de la abuela de Citlalli, tratando de bajar la tensión, excepto su hermano quien pasó la noche en Costa Rica en casa de un familiar, pues aún los accesos a Culiacán estaban bloqueados por el narco.

Pasó ya una semana y Citlalli, quien relató esto aún nerviosa, da un testimonio de que lo que pasó ese jueves no se va dándole vuelta a la página como han dicho las autoridades municipales y estatales.

El día siguiente fue difícil; iba manejando a mi trabajo sola, tenía miedo que algo pasara en el trayecto y hasta ahora cuando veo una camioneta de esas que parecen de malandros, trato de no hacer contacto visual, uno no sabe si por eso te pueden llegar a matar.

Citlalli

La familia y pareja de Citlalli han vuelto a sus trabajos, tratando de reincorporarse a sus actividades de una manera natural, pero el recuerdo de cuando sus oficinas se volvieron un refugio por la guerra que se dio en la ciudad en un día normal, los acompaña.



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Culiacán, Sin. - El día que el narco tomó Culiacán, los perpetradores de los tiroteos no sólo se apropiaron de las calles y causaron daños materiales, sino que pusieron en tensión a una ciudad entera, entre ellos, la familia de Citlalli y su novio, quienes ese jueves se encontraban distribuidos en los puntos donde se dieron los enfrentamientos armados y los bloqueos, primero con el uso de vehículos chocados que después fueron incendiados.

Citlalli es parte del departamento de recursos humanos en la empresa donde labora, la cual no está situada en donde ese día las balas y el fuego fueron parte del paisaje. Mientras se encontraba en su oficina se enteró de lo que estaba pasando en Culiacán, justo afuera del edificio donde su mamá labora, la Torre 120 ubicada el Desarrollo Urbano Tres Ríos.

Mi mamá me contó que balas perdidas estaban llegando a la torre, entonces les dijeron a los empleados que se pasaran al cuarto y quinto piso, donde aún ahí, más arriba, se seguían sintiendo las balas muy cercanas.

Citlalli

No sólo era la madre de Citlalli, pues su novio también se encontraba trabajando en uno de los lugares donde, como se vio en videos en redes sociales, un hombre arriba de una camioneta doble rodado apuntaba con un arma llamada Barret.

Mi mamá, tratando de no preocuparme, me comentó que el convoy se había recorrido hacia la Obregón, en el Centro, entonces pensé en mi novio. Él trabaja en el edificio "La Lonja" justo en la Avenida Álvaro Obregón.

Citlalli

Aunque Citlalli no se encontraba físicamente en peligro, su madre y su novio estaban en los puntos principales donde había detonaciones de arma y hombres armados que se apropiaban de las calles, lo cual fue para ella una tortura mental.

Lo peor que te puedas imaginar me pasó por la mente, mi mamá me decía que no pasaba nada, que estuviera tranquila. Hubo un momento en el que no tuve comunicación con ella porque se quedó sin internet, ya que con los disparos se dañaron algunas conexiones del edificio donde se encontraba.

Citlalli

La pareja de Citlalli, comenta ella, casi se tuvo que quedar a dormir en su oficina de trabajo, pues no había manera de moverse. El transporte público no estaba funcionando, el peligro latente de que las armas volvieran a sonar o los hombres armados se metieran al edificio; lo mantuvieron en resguardo.

"Mi hermano también me tuvo con pendiente, él se encontraba en Costa Rica trabajando. En los mensajes de Whatsapp que recibía con videos y audios, me enteré que tenían tomadas las casetas para entrar a Culiacán, ¿qué no pude pensar en ese momento?", señaló.

Citlalli no salió de su trabajo hasta pasadas las 6:00 de la tarde, como casi todos los que no tuvieron que quedarse a dormir en sus oficinas ese día. Para esa hora ya había un parcial silencio en Culiacán, pues aún se percibían detonaciones de armas en lugares aislados.

"Ese día no dejé mi carro en el estacionamiento de la empresa, caminé lo más rápido que pude hacia él y manejé a la casa de mi abuela, ese sería el punto de reunión para todos, pues las familias culichis buscamos unión cuando cosas así pasan", expresó.

Al punto de encuentro llegó su madrina, quien había tenido un fuerte acercamiento con un miembro del grupo armado que tomó Culiacán.

"Mi madrina, en su ruta para llegar a la casa de mi abuela se topó con uno de los sicarios, estos le chocaron bloqueándole el paso, el hombre armado que le chocó se bajó de la camioneta que conducía. Traía un cuerno de chivo en la mano y le dijo: quítese a la verga, señora. Entonces mi madrina retrocedió rápidamente y tomó otra ruta, y llegó a casa de mi abuela muy asustada".

Pese a todo lo que estaba sucediendo con los integrantes de la familia de Citlalli, ellos le insistían en que no pasaba nada, con la intención de no preocuparla, pero Citlalli, que a sus 25 años ya ha sido testigo de fuertes hechos violentos, sabe que no se puede ignorar así nada más lo que sucede en ese momento.

"Claro que pasa algo, yo recuerdo que cuando vi morir a alguien enfrente de mí no volví a pasar por esa calle, me quedó la sensación, al igual que cuando me asaltaron".

Ya en la noche estaban reunidos todos en la casa de la abuela de Citlalli, tratando de bajar la tensión, excepto su hermano quien pasó la noche en Costa Rica en casa de un familiar, pues aún los accesos a Culiacán estaban bloqueados por el narco.

Pasó ya una semana y Citlalli, quien relató esto aún nerviosa, da un testimonio de que lo que pasó ese jueves no se va dándole vuelta a la página como han dicho las autoridades municipales y estatales.

El día siguiente fue difícil; iba manejando a mi trabajo sola, tenía miedo que algo pasara en el trayecto y hasta ahora cuando veo una camioneta de esas que parecen de malandros, trato de no hacer contacto visual, uno no sabe si por eso te pueden llegar a matar.

Citlalli

La familia y pareja de Citlalli han vuelto a sus trabajos, tratando de reincorporarse a sus actividades de una manera natural, pero el recuerdo de cuando sus oficinas se volvieron un refugio por la guerra que se dio en la ciudad en un día normal, los acompaña.



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