/ sábado 6 de junio de 2020

Un repartidor de comida contra la pandemia

Benjamín Islas, está en la espera de volver a salir con sus hijos en un ambiente seguro

Culiacán, Sin.- Es mediodía en Culiacán. El calor se manifesta en su máxima expresión, pero eso a Bejamín Islas no lo apura. En las calles de la ciudad, el riesgo de contagio es elevado, pues Sinaloa se mantiene en semáforo rojo, y más cuando tienes que entregar comida a domicilio. Uno nunca sabe si al tocar el timbre, el virus aguarda detrás de la puerta.

Benjamín Islas lleva años trabajando como repartidor en moto para un restaurante. Dice que desde que comenzó a azotar la pandemia, su mayor preocupación nunca ha sido él, sino sus hijos y su familia.

Con tres pequeños que proteger, dos niños en casa y una niña que vive con su ex pareja, el hecho de tener que salir a la calle durante la pandemia no fue en un aspecto que le quitara el sueño, confiando en que el estaría bien, pero quienes tendrían que entrar al confinamiento eran sus seres queridos.

"Nunca he sentido temor por mí, siento temor por mis hijos, por mi familia, que todos se cuidaran”, expresó, Benjamín, al reconocer que la pandemia por Covid-19 no ha provocado muchos cambios en su estilo de vida y la rutina sigue siendo la misma, pero los cuidados están ahí como una medida de protección. Con el pensamiento de no ser una víctima más de la enfermedad.

Benjamín es un joven que desde hace tres años se dedica a ser repartidor de un reconocido restaurante de sushi, al haber sido la opción de trabajo más factible mientras estudiaba, por tener un horario que se acoplaba con su estilo de vida de ese entonces.

Foto: Cortesía │ Benjamín Islas

UN TRABAJO ESENCIAL

Los repartidores, al igual que otras profesiones que eran hasta cierto modo ignoradas por la sociedad, se han convertido en un aspecto esencial para la nueva rutina diaria que las personas están tomando durante el confinamiento. Son ahora los responsables de trasladar los alimentos hacía los hogares, con toda la seguridad que es posible.

Además de la moto, la comida por entregar, el casco y su uniforme, se ha añadido a su outfit el uso obligatorio del cubrebocas, lentes y el gel antibacterial para que cada vez que hace la entrega de un pedido, los clientes desde sus casas perciban que en el restaurante se están tomando las medidas necesarias para proteger la salud de todos.

Con un horario de trabajo corrido de 10:00 a 18:00 horas, con excepción de los días miércoles, Benjamín se prepara desde casa con el uso de los artículos de protección que se han adoptado en la sociedad, se despide de su familia y con confianza sale a las calles de Culiacán a hacer frente al coronavirus, haciendo su primera parada en el restaurante.

MEDIDAS

En el establecimiento, las reglas son claras: todos los colaboradores tienen que hacer uso de cubrebocas, gel antibacterial y se les tiene que tomar la temperatura en cada inicio de turno. Todo anotado en una bitácora, como parte de los lineamientos que emitió Protección Civil por acuerdos de la Secretaría de Salud. En el caso de las motocicletas, cada uno se hace responsable de las unidades y en el transcurso del día se limpian con toallitas desinfectantes.

Las primeras ordenes están listas para enviar y para Benjamín esto no ha cambiado, obtiene la dirección, recoge el alimento y una bolsa con el dinero que será la feria por entregar al cliente, guarda el pedido en el depósito trasero de su motocicleta y ya con el uso de cubrebocas y lentes, se pone casco, para ingresar a las calles de la ciudad.

Al llegar al destino, el repartidor se ha encontrado con diferentes situaciones desde que inició la contingencia, al haber familias que han adoptado diferentes medidas de seguridad; algunos salen con cubrebocas y piden que mantenga la distancia y otros más exagerados, de lejos le piden que deje la bolsa de la comida en un lugar, en donde ya está el dinero con que se va a pagar y en donde también deja la bolsa con la feria del cliente.



Por si o por no, yo mantenía mi distancia, por ellos, porque nosotros cargamos cubrebocas, lentes, las medidas que pidió Protección Civil, yo me conduzco con mucho respeto obviamente Bejamín Islas



Fue en las dos primeras fases de la contingencia cuando Benjamín se percató de que las personas se estaban cuidando más por el temor que tenían a enfermarse y cada vez que entregaba un pedido, las cortas conversaciones con el cliente era contar el estado en que estaban las calles de la ciudad, si se veía gente o no.

En sus trayectos del restaurante al domicilio de las personas que esperaban el sushi, con la confianza de que se están tomando todas las medidas de sanidad, por dos semanas el repartidor vio con sorpresa como las calles permanecían con poco flujo de automóviles, situación que cambió hasta que llegó el Día del Niño.



Yo seguía mi rutina normal y sí se veía un poco solo, pero no pasaron ni dos semanas cuando la gente como que se hartó, después vino el Día del Niño y la gente era el pretexto que buscaban, se alocó, salieron todos y les valió si había pandemia Bejamín Islas



Ahora ya en la fase tres de la contingencia, Benjamín ha visto como las personas han buscado un pretexto para salir del encierro de sus casas, prefiriendo los clientes la opción del ordene y recoja, que el hecho de que el repartidor de la empresa haga el traslado correspondiente a su hogar para entregar la comida.



La gente ahorita ya está como más tranquila, como que están retomando ya las actividades, pero cuando la gente se hartaba que yo le llevaba el pedido a domicilio pedían ir por él, como para distraerse, obviamente se le entregaba en el carro Bejamín Islas



Ya de regreso a su rutina personal, los días de descanso que normalmente eran dedicados a sus tres hijos con salidas a comer o al cine, ahora son visitas cortas con la niña más grande, porque prefiere que la pequeña permanezca en un ambiente seguro, al igual que sus otros dos hijos.

Te puede interesar: Generación Pospandemia: Niños, frente a la nueva normalidad

MEDIDAS EN CASA

Cada vez que llega a su casa desinfecta sus zapatos con Lysol, deja la ropa en un sesto separado, se baña.

RUTINA

Aunque el coronavirus es una enfermedad que como se dice, “llegó para quedarse”, no ha provocado grandes cambios en la rutina de Benjamín.









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Culiacán, Sin.- Es mediodía en Culiacán. El calor se manifesta en su máxima expresión, pero eso a Bejamín Islas no lo apura. En las calles de la ciudad, el riesgo de contagio es elevado, pues Sinaloa se mantiene en semáforo rojo, y más cuando tienes que entregar comida a domicilio. Uno nunca sabe si al tocar el timbre, el virus aguarda detrás de la puerta.

Benjamín Islas lleva años trabajando como repartidor en moto para un restaurante. Dice que desde que comenzó a azotar la pandemia, su mayor preocupación nunca ha sido él, sino sus hijos y su familia.

Con tres pequeños que proteger, dos niños en casa y una niña que vive con su ex pareja, el hecho de tener que salir a la calle durante la pandemia no fue en un aspecto que le quitara el sueño, confiando en que el estaría bien, pero quienes tendrían que entrar al confinamiento eran sus seres queridos.

"Nunca he sentido temor por mí, siento temor por mis hijos, por mi familia, que todos se cuidaran”, expresó, Benjamín, al reconocer que la pandemia por Covid-19 no ha provocado muchos cambios en su estilo de vida y la rutina sigue siendo la misma, pero los cuidados están ahí como una medida de protección. Con el pensamiento de no ser una víctima más de la enfermedad.

Benjamín es un joven que desde hace tres años se dedica a ser repartidor de un reconocido restaurante de sushi, al haber sido la opción de trabajo más factible mientras estudiaba, por tener un horario que se acoplaba con su estilo de vida de ese entonces.

Foto: Cortesía │ Benjamín Islas

UN TRABAJO ESENCIAL

Los repartidores, al igual que otras profesiones que eran hasta cierto modo ignoradas por la sociedad, se han convertido en un aspecto esencial para la nueva rutina diaria que las personas están tomando durante el confinamiento. Son ahora los responsables de trasladar los alimentos hacía los hogares, con toda la seguridad que es posible.

Además de la moto, la comida por entregar, el casco y su uniforme, se ha añadido a su outfit el uso obligatorio del cubrebocas, lentes y el gel antibacterial para que cada vez que hace la entrega de un pedido, los clientes desde sus casas perciban que en el restaurante se están tomando las medidas necesarias para proteger la salud de todos.

Con un horario de trabajo corrido de 10:00 a 18:00 horas, con excepción de los días miércoles, Benjamín se prepara desde casa con el uso de los artículos de protección que se han adoptado en la sociedad, se despide de su familia y con confianza sale a las calles de Culiacán a hacer frente al coronavirus, haciendo su primera parada en el restaurante.

MEDIDAS

En el establecimiento, las reglas son claras: todos los colaboradores tienen que hacer uso de cubrebocas, gel antibacterial y se les tiene que tomar la temperatura en cada inicio de turno. Todo anotado en una bitácora, como parte de los lineamientos que emitió Protección Civil por acuerdos de la Secretaría de Salud. En el caso de las motocicletas, cada uno se hace responsable de las unidades y en el transcurso del día se limpian con toallitas desinfectantes.

Las primeras ordenes están listas para enviar y para Benjamín esto no ha cambiado, obtiene la dirección, recoge el alimento y una bolsa con el dinero que será la feria por entregar al cliente, guarda el pedido en el depósito trasero de su motocicleta y ya con el uso de cubrebocas y lentes, se pone casco, para ingresar a las calles de la ciudad.

Al llegar al destino, el repartidor se ha encontrado con diferentes situaciones desde que inició la contingencia, al haber familias que han adoptado diferentes medidas de seguridad; algunos salen con cubrebocas y piden que mantenga la distancia y otros más exagerados, de lejos le piden que deje la bolsa de la comida en un lugar, en donde ya está el dinero con que se va a pagar y en donde también deja la bolsa con la feria del cliente.



Por si o por no, yo mantenía mi distancia, por ellos, porque nosotros cargamos cubrebocas, lentes, las medidas que pidió Protección Civil, yo me conduzco con mucho respeto obviamente Bejamín Islas



Fue en las dos primeras fases de la contingencia cuando Benjamín se percató de que las personas se estaban cuidando más por el temor que tenían a enfermarse y cada vez que entregaba un pedido, las cortas conversaciones con el cliente era contar el estado en que estaban las calles de la ciudad, si se veía gente o no.

En sus trayectos del restaurante al domicilio de las personas que esperaban el sushi, con la confianza de que se están tomando todas las medidas de sanidad, por dos semanas el repartidor vio con sorpresa como las calles permanecían con poco flujo de automóviles, situación que cambió hasta que llegó el Día del Niño.



Yo seguía mi rutina normal y sí se veía un poco solo, pero no pasaron ni dos semanas cuando la gente como que se hartó, después vino el Día del Niño y la gente era el pretexto que buscaban, se alocó, salieron todos y les valió si había pandemia Bejamín Islas



Ahora ya en la fase tres de la contingencia, Benjamín ha visto como las personas han buscado un pretexto para salir del encierro de sus casas, prefiriendo los clientes la opción del ordene y recoja, que el hecho de que el repartidor de la empresa haga el traslado correspondiente a su hogar para entregar la comida.



La gente ahorita ya está como más tranquila, como que están retomando ya las actividades, pero cuando la gente se hartaba que yo le llevaba el pedido a domicilio pedían ir por él, como para distraerse, obviamente se le entregaba en el carro Bejamín Islas



Ya de regreso a su rutina personal, los días de descanso que normalmente eran dedicados a sus tres hijos con salidas a comer o al cine, ahora son visitas cortas con la niña más grande, porque prefiere que la pequeña permanezca en un ambiente seguro, al igual que sus otros dos hijos.

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MEDIDAS EN CASA

Cada vez que llega a su casa desinfecta sus zapatos con Lysol, deja la ropa en un sesto separado, se baña.

RUTINA

Aunque el coronavirus es una enfermedad que como se dice, “llegó para quedarse”, no ha provocado grandes cambios en la rutina de Benjamín.









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