/ sábado 14 de septiembre de 2019

Última Crónicas de Ambulancia: Todo puede pasar

Para los alumnos de Cruz Roja que apenas comienzan a ver el mundo que les espera

Culiacán,Sin.- César es un alumno en vías de convertirse en Técnico en Urgencias Médicas (TUM) y entre sus primeros servicios abordo de una ambulancia cuenta el que hasta ahora le ha dejado cierta marca por la delicadeza del mismo. Su tutor lo acompañaba y ni con toda esa experiencia se podía confiar en que todo saliera bien aquella madrugada.

César estaba en su séptima guardia, era de madrugada y junto a su tutor estaban revisando su unidad de emergencia para tener todo listo por cualquier urgencia. Las horas pasaban mientras el alumno resolvía sus dudas junto al maestro, nada grave había pasado y parecía una guardia regular. Ya relajados y platicando vieron como dos compañeros bajaron rápidamente y tomaron otra unidad para salir a toda prisa rumbo al norte de la ciudad. Sin más información subieron a la sala de paramédicos para preguntar qué había sucedido.

Una balacera para el norte de la mancha urbana y fueron a auxiliar a los heridos, nada más. Esa fue la información que recibieron y segundos después el llamado de apoyo llegó: la unidad que acababa de partir llevaba a ciertos pacientes heridos con rumbo al hospital y necesitaban otra ambulancia de apoyo pues una patrulla llevaba a dos heridos de bala más y necesitaban pronta atención.

"¿Para dónde nos vamos?" preguntó, César. El radio operador les dijo que por toda la Obregón encontrarían a varias patrullas, que ahí era.

César y su tutor partieron a dicho destino, comenzaron a recorrer la avenida Álvaro Obregón de sur a norte en busca del bullicioso ruido de sirenas policiales sin saber bien a que se iban a enfrentar. A la altura de una conocida librería vieron a decenas de patrullas arremolinándose y con una señal de linterna supieron que ahí estaban los heridos. Los oficiales no dieron tiempo más que para subirlos a la ambulancia, sin más explicaciones le ordenaron a los paramédicos que partieran rumbo al hospital.

Dos heridos, uno más grave que el otro y el tutor se encargó de él; un disparo en el antebrazo, fractura y mucha sangre. El segundo, de quien se encargó César, tenía heridas en la espalda y abdomen a causa de rosones de bala, nada grave pero requería atención. Sus nervios estaban tenso pues al partir hacía el hospital volteó a las ventanas traseras de la ambulancia para ver a decenas de patrullas escoltados. Una mirada con su tutor le dio a entender que no era nada bueno. César procedió a vendar al paciente herido, limpiar las heridas y tomar sus signos vitales; todo lo que aprendió en los cursos estaba poniéndolo a prueba esa madrugada pero con mil kilos de presión sobre sus hombros.

Los sujetos heridos hablaban entre ellos, pero César no escuchaba o no identificaba sus palabras, estaba concentrado en llegar lo más rápido y dejar todo eso atrás. Cuando llegan al hospital llenando de luz roja y azul el ambiente y el ruido de los motores de las patrullas es de esperarse que las personas ahí hicieran alboroto y comenzaron a acercarse a ver qué había pasado.

"Llegaron muchas patrullas ¿a quién traerán?" Se oían murmullos entre el gentío del área de urgencias.

Los heridos bajaron por su propio pie no sin tener a un oficial pegado a ellos en todo momento. Tanto César y su tutor no veían la hora de irse de allí, la seguridad en esos casos puede ser engañosa pero no se mostraron nerviosos, ni inseguros, al contrario irradiaban calma para los que veían todo el escenario.

Te puede interesar: La matanza en Ajoya: ‘Cicatrices’ de una masacre

Después de entregar los pacientes al médico, los paramédicos salieron rumbo a su estación no sin esa sensación de paranoia normal en estos casos, César recibió buenos comentarios de su tutor por haber mantenido la calma, también le aseguró que en esos casos tan delicados lo mejor es terminar rápido, pues nunca se sabe a quién puedes estar atendiendo y si alguien lo quiere seguir viendo vivo o muerto. César terminó su séptima guardia con esas palabras en mente, esas palabras que tendrá grabadas durante toda su carrera como paramédico y que tarde o temprano tenía que escuchar.


EN AMBULANCIA

Una situación de estrés puede ser un gran examen frente a sus tutores

TRASLADO

Sus nervios estaban tensos al ver a decenas de patrullas escoltando la ambulancia


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Culiacán,Sin.- César es un alumno en vías de convertirse en Técnico en Urgencias Médicas (TUM) y entre sus primeros servicios abordo de una ambulancia cuenta el que hasta ahora le ha dejado cierta marca por la delicadeza del mismo. Su tutor lo acompañaba y ni con toda esa experiencia se podía confiar en que todo saliera bien aquella madrugada.

César estaba en su séptima guardia, era de madrugada y junto a su tutor estaban revisando su unidad de emergencia para tener todo listo por cualquier urgencia. Las horas pasaban mientras el alumno resolvía sus dudas junto al maestro, nada grave había pasado y parecía una guardia regular. Ya relajados y platicando vieron como dos compañeros bajaron rápidamente y tomaron otra unidad para salir a toda prisa rumbo al norte de la ciudad. Sin más información subieron a la sala de paramédicos para preguntar qué había sucedido.

Una balacera para el norte de la mancha urbana y fueron a auxiliar a los heridos, nada más. Esa fue la información que recibieron y segundos después el llamado de apoyo llegó: la unidad que acababa de partir llevaba a ciertos pacientes heridos con rumbo al hospital y necesitaban otra ambulancia de apoyo pues una patrulla llevaba a dos heridos de bala más y necesitaban pronta atención.

"¿Para dónde nos vamos?" preguntó, César. El radio operador les dijo que por toda la Obregón encontrarían a varias patrullas, que ahí era.

César y su tutor partieron a dicho destino, comenzaron a recorrer la avenida Álvaro Obregón de sur a norte en busca del bullicioso ruido de sirenas policiales sin saber bien a que se iban a enfrentar. A la altura de una conocida librería vieron a decenas de patrullas arremolinándose y con una señal de linterna supieron que ahí estaban los heridos. Los oficiales no dieron tiempo más que para subirlos a la ambulancia, sin más explicaciones le ordenaron a los paramédicos que partieran rumbo al hospital.

Dos heridos, uno más grave que el otro y el tutor se encargó de él; un disparo en el antebrazo, fractura y mucha sangre. El segundo, de quien se encargó César, tenía heridas en la espalda y abdomen a causa de rosones de bala, nada grave pero requería atención. Sus nervios estaban tenso pues al partir hacía el hospital volteó a las ventanas traseras de la ambulancia para ver a decenas de patrullas escoltados. Una mirada con su tutor le dio a entender que no era nada bueno. César procedió a vendar al paciente herido, limpiar las heridas y tomar sus signos vitales; todo lo que aprendió en los cursos estaba poniéndolo a prueba esa madrugada pero con mil kilos de presión sobre sus hombros.

Los sujetos heridos hablaban entre ellos, pero César no escuchaba o no identificaba sus palabras, estaba concentrado en llegar lo más rápido y dejar todo eso atrás. Cuando llegan al hospital llenando de luz roja y azul el ambiente y el ruido de los motores de las patrullas es de esperarse que las personas ahí hicieran alboroto y comenzaron a acercarse a ver qué había pasado.

"Llegaron muchas patrullas ¿a quién traerán?" Se oían murmullos entre el gentío del área de urgencias.

Los heridos bajaron por su propio pie no sin tener a un oficial pegado a ellos en todo momento. Tanto César y su tutor no veían la hora de irse de allí, la seguridad en esos casos puede ser engañosa pero no se mostraron nerviosos, ni inseguros, al contrario irradiaban calma para los que veían todo el escenario.

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Después de entregar los pacientes al médico, los paramédicos salieron rumbo a su estación no sin esa sensación de paranoia normal en estos casos, César recibió buenos comentarios de su tutor por haber mantenido la calma, también le aseguró que en esos casos tan delicados lo mejor es terminar rápido, pues nunca se sabe a quién puedes estar atendiendo y si alguien lo quiere seguir viendo vivo o muerto. César terminó su séptima guardia con esas palabras en mente, esas palabras que tendrá grabadas durante toda su carrera como paramédico y que tarde o temprano tenía que escuchar.


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