Culiacán, Sin.- Rubén Amado Izábal Rodelo se encuentra en una esquina del Mercado Garmendia, en una silla de ruedas demasiado desgastada por el uso y una bolsa sonda, vende unos globos del Día del Amor atados a un banco para que no escapen al viento.
Desde hace tiempo, dice, sale a vender lo que puede: rastrillos, cables de teléfonos celulares, micas, pequeñas mercancías que el transeúnte puede necesitar y, por lo tanto, comprarle para darle su sustento.
En estos días, Rubén Amado se hizo de unos globos de helio en forma de corazón para unirse a la oferta de mercancía por el Día del Amor. Este domingo 13 de febrero, cuenta, nadie le ha comprado uno de esos globitos que flotan aprisionados entre los hilos.
“Cómprenme algo”, señala cuando se le aborda. Relata que hace 28 años fue víctima de la delincuencia luego de que al tratar de evitar un asalto a mano armado le dispararon y la bala se incrustó en su espalda.
“Soy parapléjico, por evitar un asalto me pegaron un balazo y quedé discapacitado por una lesión lumbar irreversible”, indica.
Cuando habla se mueve en la silla de ruedas, porque dice que siempre trae dolor. “Siempre traigo el dolor conmigo, pero así ando trabajando”.
Las secuelas de aquel disparo, señala, es cargar con una colostomía, una hernia en la ingle y afectaciones irreversibles en la columna, cosa que le impiden caminar.
Por eso, dice, pide a las personas “de buen corazón” de Culiacán que se acerquen a su puestecito ubicado en la esquina de Ángel Flores y Domingo Rubí, para que le compren algo o le ayuden con algunos pañales, una despensa, quizá otra silla de ruedas.
“Soy el único sostén de mi familia, tengo dos hijas pequeñas y vivimos en Cañadas”, refiere y su voz se quiebra al hablar. “Aunque sean cómprenme de las cosas que vendo, siempre se los agradeceré”, concluye.
Rubén Amado tiene su puesto en este céntrico punto y cualquier ayuda, dice, le vendría bien para sacar adelante a su familia.
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