Culiacán, Sin.- Desde sus 16 años de edad, Jesús Omar Flores Angulo, encontró en el ordeñamiento de leche de vaca, una actividad para preservar y heredar a sus nuevas generaciones, pues desde la llegada de la industrialización, es una tarea que poco a poco ha sido abandonada por los ganaderos y trabajadores del campo.
A sus 22 años de edad, Jesús Omar disfruta recibir el alba cada mañana, en un establo situado en la comunidad de El Limón de los Ramos, a unos 16 kilómetros al norte de Culiacán, donde se acompaña de nueve vacas lecheras, algunos becerros, chivos, borregos y gallos que entonan melodías mientras él trabaja.
Desde las 5:00 de la madrugada, antes de que el cielo reviente con el primer haz de luz, Omar arriba al rancho ‘El Cacique’, donde enfila de una en una a sus nueve vacas y en orden las va sacando para alimentarlas.
EL CUIDADO DEL GANADO
Las llama por su nombre. Habla con ellas. Por ejemplo, a una le dice Zeus y de inmediato una vaca asoma su cabeza y se arrima hacia él, luego se abre la puerta y la dirige hacia el área de ordeñamiento, le acaricia el lomo y le amarra las patas, posteriormente a eso, le arrima un el silo para que se alimenten mientras exprime las ubres de donde brota el líquido blanquecino.
El joven, originario de Badiraguato, comenta que esta actividad obligatoriamente se tiene que realizar de madrugada, debido a que las vacas están mayormente descansadas y eso permite que el flujo de la leche baje más rápido. De otra manera, la leche "se caliente".
“El proceso de ordeñamiento debe ser temprano porque la vaca está descansada y eso hace que baje la leche más rápido, además de que están más frescas, están más frescas y baja la leche más rápido, ya en la tarde hace calor y ocupan inyectarlas para que baje la leche, además comen a gusto ellas y trabaja uno más agusto”, explica.
En promedio, el joven ordeña 50 litros de leche, mismos que son ofertados a un quesero del pueblo a quien el litro es vendido por la mínima cantidad de siete pesos.
Ahí en ese pueblo al norte de Culiacán, los ciudadanos valoran más los productos frescos que son más orgánicos, con más nutrientes y menos conservadores.
Jesús Omar, busca preservar esta tradición antiquísima y heredarles a sus hijos la actividad de ordeñar a las vacas, pues aunque apenas tiene los 22 años de edad, ya es un hombre de familia.
Cuenta que él y su familia "bajaron" de Badiraguato en busca de mejores oportunidades, y que por lo pronto su trabajo en "El Cacique", le da para sacar adelante a su esposa y sus hijos.
Aseveró que aunque la industrialización abona la rapidez del trabajo, la calidad del producto, el sabor y el precio jamás serán igualados, pues el trabajo con animales de granja en los establos va más allá de obtener un litro de leche o un huevo de gallina, sino de procurar la salud del ganado y hacerlo con gusto y con amor.
Luego de una jornada que dura casi dos horas, Jesús Omar suelta a los becerros para que se junten con sus madres y puedan alimentarse también.
Estas a su vez, se abalanzan sobre el silo dispuestos en los comederos. Para entonces, el cielo ya amaneció y la actividad en el rancho se vuelve más incesante.
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