Culiacán, Sin.- Héctor tiene más de quince días que llegó de Honduras a bordo del tren La Bestia, junto con 200 inmigrantes que se fueron quedando en el camino, su ilusión como la de todos, era el sueño americano, pero, la pandemia, los hizo volver a la realidad, y ahora, algunos de ellos, navegan por las calles de Culiacán.
Para avanzar para arriba está difícil porque eso de esta pandemia va a generar una crisis mundial y si hay crisis en Estados Unidos a qué va uno, mejor me regreso para estar con mi familia para ver de qué manera puedo ayudarla, nada más que abran la frontera porqué aquí en México también se va a poner difícil.
Héctor
Advierte que se vio en la necesidad de abandonar su lugar de origen -Danlí el Paraíso- por la crisis política y económica que se vive en Honduras.
Esa situación me obligó dejar mi tierra, aparte de eso la situación de que hay poco trabajo porque las pandillas no te dejan trabajar, te extorsionan con el impuesto de guerra no queda de otra que abandonar la tierra de uno.
Héctor
Dijo que para lograr su aventura tuvo que sacar a su familia –dos hijos y una menor-, del lugar donde vivían “porque de plano ahí no se puede vivir”.
Recuerda que su vida era tranquila, tenía trabajo en el campo y últimamente un restaurante “pero la extorsión nos llegó y no nos pudimos sostener porque lo poquito que nos quedaba a duras cachas podíamos comprar comida y luego la extorsión no hubo más remedio que cerrar”.
Asegura que la única salida que tienen en este momento los hondureños es arriesgarse e irse a Estados Unidos.
LOS RIESGOS
Desafortunadamente esta aventura me tocó ahorita que no hay paso ni pa´ regresarme pa´ atrás, ni para avanzar pa´ adelante, por eso tengo que quedarme aquí en Culiacán a resistir esta pandemia, por un rato, por mientras.
Héctor
Mientras pide la caridad entre los pocos automovilistas que transitan las calles solitarias de la capital del estado, Héctor lamenta que no le quedaba de otra que salirse den Honduras porque las autoridades están coludidas con los pandilleros para que sigan haciendo daño, dejando a su familia.
Con todo esto no se en que va a parar, porque apenas ellos tienen para comer catrachas (tortillas) con frijoles, mientras yo me vine en busca de una mejor vida.
Héctor
Relata que su travesía junto con otros migrantes la hizo toda en tren, mejor conocido como el burro y duró 15 días para llegar hasta Culiacán, además de que durante el trayecto pasó frío, hambre y lo peor, fue asaltado.
Desafortunadamente en el camino nos asaltaron, fueron los mismos compatriotas que se vienen huyendo de allá que vienen huyendo de las autoridades y se vienen a seguir haciendo daño acá, nos asaltan, nos roban los pocos centavitos que traemos.Héctor
Asegura que él traía mil dólares para llegar hasta la frontera con Estados Unidos, le robaron más de 750 dólares.
Sin ninguna protección contra el Covid-19 siguió adelante hasta que se enteró que no había paso en la frontera, lo que lo obligó a desistir de su travesía.
EL ARRIBO
Al llegar a Culiacán se hospedó en casa de una familia hondureña que ya tiene algún tiempo en Sinaloa, ya que traía su teléfono, le llamó y ahora paga su hospedaje.
Yo traía su teléfono les llamé, me hospedaron pagándole la estancia. Ahora de lo poquito que estoy ganando con lo que la gente me da, le mando a la familia, 500 pesos a la semana.
Héctor
Sin embargo, lamenta que gana poco debido a que la gente se resiste a bajar los cristales de su automóvil para ayudarlo, lo que lo ha provocado a un obligado ayuno.
Ayunamos para poder juntar y mandarle a la familia; un amigo me dijo que tengo que comer porque si me enfermo entonces valemos madre, pero la prioridad son los hijos, uno de padre en lo primero que piensa es en los hijos y por ellos trato de ahorrar lo más que puedo.
Héctor
De Culiacán dijo que es una ciudad muy hospitalaria.
De todo lo que he recorrido de México, la gente en Culiacán es muy hospitalaria, la verdad, mentiroso fuera que dijera otra cosa.Héctor
Sin embargo, lamenta que se ha encontrado con gente que los está discriminando por la pandemia.
A veces nos dicen cosas, quizá por ignorancia, no sé, de todos modos uno se tiene que acostumbrar, uno tiene que aprender en la vida, porque no todas las personas son iguales, pero no me puedo quejar.
Héctor
APOYOS
Para las personas que están de paso en Sinaloa se abrieron varios lugares, como la Iglesia del Carmen, donde dan apoyo a la gente.
SIN PROTECCIÓN
Como toda persona “sin documentos”, los migrantes centroamericanos también se arriesgan en las calles de Sinaloa.
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