/ jueves 6 de mayo de 2021

Mario y la Wendy durmieron en catres en la Bicentenario

El candidato de la Coalición Va por Sinaloa y su esposa durmieron en casa María Juana Robles en una de las colonias más marginadas de la capital sinaloense

Culiacán, Sin.- ¡Estoy preocupadona…! dice emocionada María Juana Robles López, “Juany”, mientras otea por la calle oscura en espera de que su huésped de lujo le llegue en cualquier momento y darle posada en esa noche primaveral donde se empieza a sentir la calor.

Es la Bicentenario, ubicada a un lado del basurón municipal, una de las colonias más marginadas de la capital del estado, la mayor parte de sus habitantes viven de lo que pepenan en la basura. Las casas, la mayoría están hechas de lámina, cartón y material reciclado y en una de esas Mario Zamora Gastélum y su inseparable Wendy pasaron la noche.

A lo lejos se escucha el aullar de un perro, las calles parecen boca de lobo y la familia Aldaz Robles sigue oteando por la calle Criollos, la casa marcada con el número 1355 está lista, para hacer historia, ya que, por primera vez un candidato en Sinaloa conviviría en las meras entrañas de un hogar sinaloense, un hogar pobre, pero con un enorme corazón.

En ese hogar viven siete de familia: mamá, papá, cuatro hijos y una nieta -un cuartito de tres por seis metros que se usa como recámara donde duermen todos hacinados y de día se habilita como tiendita-, un bañito sin techo y la cocina, pero como dice doña Juany “en un jarrito cabe todo sabiéndolo acomodar”.

Optimista, trabajadora y generosa, “la Juany” –como la llaman sus allegados-, se truena los dedos, no llega su invitado, “esperamos que todo nos salga bien, primero Dios”, dice en medio de una risa nerviosa, luego recuerda que hace unas semanas Mario Gastélum le había dicho que un día iba a estar en su casa, pero, no “a dormir”, dice en broma.

Se dice bendecida de que un “señorón” se haya dignado a estar en su humilde casa que con sacrificios la ha convertido en una “mansión”, ya es de material, todavía está en obra negra, ya no entra el calorón o el frio por las rendijas; hace 20 años, cuando llegaron, parapetaron su hogar con reciclaje, por eso, hoy se ufana que “el Mario” llegue de un momento a otro.

Procedentes de Tala, Jalisco, iban de paso y decidieron quedarse. Con el tiempo se hicieron del terreno en 5 mil pesos y empezaron a construir su hogar. El piso lo consiguieron a través de los programas de apoyo que tenía la Secretaría de Desarrollo Social. Y las paredes a como fueron pudiendo. Para el techo aportó un dinero y el Sistema DIF les apoyó.

Foto: Cortesía | Mario Zamora

Me ofreció llegar a las diez de la noche, no sé si vaya a cenar aquí, no lo sé, pero aquí le vamos a ofrecer lo que tenemos: unos frijolitos, carnita molida con sus papitas. Ya le tengo el baño listo con su champú, el que usamos en la familia… hay que atender a las visitas como ellos se merecen”, señala.

Dice que la única recamara que tienen se la dejaron a la visita, lo que la acongojaba era no tener una cama digna, sin embargo, el día que fijaron el compromiso, le dijeron que no se apenara que iban a llevar dónde pudiera dormir.

Trajeron dos catres, de esos que se doblan, dos cobertores, dos edredones…La verdad me aliviané mucho…Mario Zamora

Hay fiesta afuera de la casa, los vecinos, los seguidores de la Coalición Va por Sinaloa que conforman los partidos PRI, PAN y PRD se han aglomerado para darle la bienvenida, pasan de las once de la noche y el invitado no llega.

La señora María Juana pidió permiso en su trabajo. Es cocinera por la noche en un casino, ahora, junto con su esposo Mario, un albañil que por su ardua faena está herniado y no trabaja, una de sus hijas va a cumplir 15 años en noviembre. En broma le decimos que ya tiene el padrino seguro.

Se ruboriza, pero aclara, “no me atrevería pedírselo a Mario… no hay que abusar”.

Foto: Cortesía | Mario Zamora

Recuerda que cuando la promesa se hizo realidad y el candidato le pidió de manera formal posada en su casa, “al principio me agarró de curva, le dije déjame. No lo pensé dos veces y le dije bienvenido sea y que se quede aquí el tiempo que quiera esta es su humilde casa; me siento contenta, halagada. Todos me dicen que suertuda eres”.

Cerca de las doce de la noche, después de visitar diversos sectores populares de Culiacán y en la idea de platicar más en la intimidad los problemas que más les apremia, Mario Zamora Gastélum llegaba al hogar que lo cobijaría por esa noche.

Con una pequeña mochila cargada al hombro, el “ahí voy a estar”, se cumplió y cuando el candidato vio a Juany esperándolo sobre la avenida Bicentenario, la espetó con una amplia sonrisa al recordarle “Ya ve, le dije que iba a venir. Mil gracias por invitarme. Es un honor y un orgullo”.

Bienvenidos a mi humilde hogar. Pasen, pasen”, susurraba María Juana al recibir a Mario Zamora y su esposa Wendy Ibarra que en ese momento subían el montón de piedras y tierra habilitadas como escalera.

Yo con todo mi amor y mi corazón le abro las puertas de mi casa. Humildemente mi casita aquí está, pero bienvenidos”, musitaba.

Mario Zamora y la Wendy -como le dicen cariñosamente-, entraron a la casa. Ya eran nueve en esa construcción que está en obra negra.

María Juana le contó a Zamora que la pandemia ha golpeado a su tienda de abarrotes. Bajó la venta y se vio obligada a buscar trabajo.

Me apunté para los créditos que iban a dar, de esos del gobierno. Pero no me tocó nada. Entonces como no vendía nada me puse a trabajar”.

Empezó la cena, café, refresco, unos hot dogs y panes de Cosalá que llevó el candidato, la charla se extendió por casi dos horas, pese a que Mario Zamora, unas horas antes había realizado recorridos por alrededor de 15 colonias de Culiacán, luego se fueron a descansar en sus catres en medio de la vendimia de doña María Juana.

¡Mario nos cumplió…! decía emocionada la familia y la señora Juany confesó: a partir del seis de junio, afuera de mi casita voy a poner un letrero que diga: “aquí durmió el gobernador….




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Culiacán, Sin.- ¡Estoy preocupadona…! dice emocionada María Juana Robles López, “Juany”, mientras otea por la calle oscura en espera de que su huésped de lujo le llegue en cualquier momento y darle posada en esa noche primaveral donde se empieza a sentir la calor.

Es la Bicentenario, ubicada a un lado del basurón municipal, una de las colonias más marginadas de la capital del estado, la mayor parte de sus habitantes viven de lo que pepenan en la basura. Las casas, la mayoría están hechas de lámina, cartón y material reciclado y en una de esas Mario Zamora Gastélum y su inseparable Wendy pasaron la noche.

A lo lejos se escucha el aullar de un perro, las calles parecen boca de lobo y la familia Aldaz Robles sigue oteando por la calle Criollos, la casa marcada con el número 1355 está lista, para hacer historia, ya que, por primera vez un candidato en Sinaloa conviviría en las meras entrañas de un hogar sinaloense, un hogar pobre, pero con un enorme corazón.

En ese hogar viven siete de familia: mamá, papá, cuatro hijos y una nieta -un cuartito de tres por seis metros que se usa como recámara donde duermen todos hacinados y de día se habilita como tiendita-, un bañito sin techo y la cocina, pero como dice doña Juany “en un jarrito cabe todo sabiéndolo acomodar”.

Optimista, trabajadora y generosa, “la Juany” –como la llaman sus allegados-, se truena los dedos, no llega su invitado, “esperamos que todo nos salga bien, primero Dios”, dice en medio de una risa nerviosa, luego recuerda que hace unas semanas Mario Gastélum le había dicho que un día iba a estar en su casa, pero, no “a dormir”, dice en broma.

Se dice bendecida de que un “señorón” se haya dignado a estar en su humilde casa que con sacrificios la ha convertido en una “mansión”, ya es de material, todavía está en obra negra, ya no entra el calorón o el frio por las rendijas; hace 20 años, cuando llegaron, parapetaron su hogar con reciclaje, por eso, hoy se ufana que “el Mario” llegue de un momento a otro.

Procedentes de Tala, Jalisco, iban de paso y decidieron quedarse. Con el tiempo se hicieron del terreno en 5 mil pesos y empezaron a construir su hogar. El piso lo consiguieron a través de los programas de apoyo que tenía la Secretaría de Desarrollo Social. Y las paredes a como fueron pudiendo. Para el techo aportó un dinero y el Sistema DIF les apoyó.

Foto: Cortesía | Mario Zamora

Me ofreció llegar a las diez de la noche, no sé si vaya a cenar aquí, no lo sé, pero aquí le vamos a ofrecer lo que tenemos: unos frijolitos, carnita molida con sus papitas. Ya le tengo el baño listo con su champú, el que usamos en la familia… hay que atender a las visitas como ellos se merecen”, señala.

Dice que la única recamara que tienen se la dejaron a la visita, lo que la acongojaba era no tener una cama digna, sin embargo, el día que fijaron el compromiso, le dijeron que no se apenara que iban a llevar dónde pudiera dormir.

Trajeron dos catres, de esos que se doblan, dos cobertores, dos edredones…La verdad me aliviané mucho…Mario Zamora

Hay fiesta afuera de la casa, los vecinos, los seguidores de la Coalición Va por Sinaloa que conforman los partidos PRI, PAN y PRD se han aglomerado para darle la bienvenida, pasan de las once de la noche y el invitado no llega.

La señora María Juana pidió permiso en su trabajo. Es cocinera por la noche en un casino, ahora, junto con su esposo Mario, un albañil que por su ardua faena está herniado y no trabaja, una de sus hijas va a cumplir 15 años en noviembre. En broma le decimos que ya tiene el padrino seguro.

Se ruboriza, pero aclara, “no me atrevería pedírselo a Mario… no hay que abusar”.

Foto: Cortesía | Mario Zamora

Recuerda que cuando la promesa se hizo realidad y el candidato le pidió de manera formal posada en su casa, “al principio me agarró de curva, le dije déjame. No lo pensé dos veces y le dije bienvenido sea y que se quede aquí el tiempo que quiera esta es su humilde casa; me siento contenta, halagada. Todos me dicen que suertuda eres”.

Cerca de las doce de la noche, después de visitar diversos sectores populares de Culiacán y en la idea de platicar más en la intimidad los problemas que más les apremia, Mario Zamora Gastélum llegaba al hogar que lo cobijaría por esa noche.

Con una pequeña mochila cargada al hombro, el “ahí voy a estar”, se cumplió y cuando el candidato vio a Juany esperándolo sobre la avenida Bicentenario, la espetó con una amplia sonrisa al recordarle “Ya ve, le dije que iba a venir. Mil gracias por invitarme. Es un honor y un orgullo”.

Bienvenidos a mi humilde hogar. Pasen, pasen”, susurraba María Juana al recibir a Mario Zamora y su esposa Wendy Ibarra que en ese momento subían el montón de piedras y tierra habilitadas como escalera.

Yo con todo mi amor y mi corazón le abro las puertas de mi casa. Humildemente mi casita aquí está, pero bienvenidos”, musitaba.

Mario Zamora y la Wendy -como le dicen cariñosamente-, entraron a la casa. Ya eran nueve en esa construcción que está en obra negra.

María Juana le contó a Zamora que la pandemia ha golpeado a su tienda de abarrotes. Bajó la venta y se vio obligada a buscar trabajo.

Me apunté para los créditos que iban a dar, de esos del gobierno. Pero no me tocó nada. Entonces como no vendía nada me puse a trabajar”.

Empezó la cena, café, refresco, unos hot dogs y panes de Cosalá que llevó el candidato, la charla se extendió por casi dos horas, pese a que Mario Zamora, unas horas antes había realizado recorridos por alrededor de 15 colonias de Culiacán, luego se fueron a descansar en sus catres en medio de la vendimia de doña María Juana.

¡Mario nos cumplió…! decía emocionada la familia y la señora Juany confesó: a partir del seis de junio, afuera de mi casita voy a poner un letrero que diga: “aquí durmió el gobernador….




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