/ sábado 31 de octubre de 2020

La reconstrucción de Cecilia Covarrubias

Una joven de 27 años cuenta su experiencia de vida en su lucha contra el cáncer de mama

Culiacán, Sin.- Lo que parecía imposible para Cecilia Covarrubias Audelo, a sus 27 años, un cáncer mama en una mujer joven, se volvió una realidad en carne propia, cuando en una revisión de seguimiento de su fibrosis, la diagnosticaron con la enfermedad el 25 de noviembre de 2016, representando la pérdida y reconstrucción de su mama.

Fue en 2015 cuando Cecilia acudió al ginecólogo después de detectarse una bolita en su seno, la respuesta por parte del doctor fue que era fibrosis, pero al año cuando tenía programada su cita de seguimiento, un poco de dolor en su mama ya amenazaba con otro problema, situación que era ignorado por ella misma.

El resultado del estudio puso en alerta a su ginecólogo, quien le indicó que se realizara más, y después de una mastografía y una biopsia, el resultado fue positivo a cáncer de mama, lo que significó para Cecilia una de las tantas noticias que la iban a impactar en los siguientes años.

En ese momento, ella laboraba como docente en Mazatlán y al recibir la noticia por parte de su doctor de Culiacán, lo primero que pasó por su mente fue el relacionar el cáncer de mama con la muerte y todo un cambio en su estilo de vida.

“Yo me sentía como aturdida, es como estar en el limbo, así lo puedo yo definir, porque se te olvida todo alrededor y empiezas a pensar en que va a pasar conmigo, me voy a morir, que voy a hacer”, contó.

EXPERIENCIA DE VIDA

Su cáncer fue confirmado como tipo dos, el cual se da por un exceso de producción de estrógenos, con más de 80 por ciento de posibilidades de sobrevivencia, al recibir quimioterapias y seguir con un tratamiento para evitar que regrese. Lo que la impulsó a no compadecerse de ella misma y activarse en sus cuidados.

Pocos días después, Cecilia ya estaba en quirófano para el retiro de su mama completa, al no haber la posibilidad de hacer una cirugía conservadora por el tamaño de su seno y después de enviarse a patología se definió el tratamiento: seis ciclos de quimioterapias cada 21 días.

“Realmente no tuve tiempo de llorarle al cáncer, porque me dijeron un 25 de noviembre que lo tenía y el primero de diciembre me operaron, entonces fue vueltas y más vueltas, estudios y más estudios, entonces sí lloré, me desgarré ese día que me lo dijeron, pero de ahí fue actívate, tienes que hacer algo”, reconoció.

Foto: Cortesía | Cecilia Covarrubias

Del 24 de enero al nueve de mayo del 2017 la joven paciente vivió todo tipo de estragos que deja las quimioterapias, con la pérdida del cabello, bajando 10 kilos, teniendo ampollas en la cara, vómito y diarrea. En este lapso, la pregunta ¿por qué a mí? Llegaba, sin encontrar una respuesta médica, al no tener antecedentes en su familia, ser delgada, no fumaba, no tomaba, hacía ejercicio y se alimentaba bien.

RECUPERACIÓN

Cuando acabaron las quimioterapias, el siguiente paso fue acudir a terapia, en donde aprendió la fuerza y la importancia de las emociones, en el que, si no se expresan, el cuerpo de una u otra forma lo va a exteriorizar y aunque no pidió tener cáncer, tenía dos opciones: seguir adelante o hundirse, eligiendo superar la enfermedad.

“Sé que es complicado, pero entendí porque tuve cáncer, entendí que si bien de manera médica es mala suerte o simplemente sucede, de manera emocional, las emociones o nos alivian o nos enferman, todo depende, yo puedo decirte que antes yo era una persona negativa, buscaba el lado malo de las cosas, entonces esto te cambia y si no te cambia, creo que no aprendimos de la situación”, expresó.

Ya con la perspectiva diferente del cáncer de mama y con el apoyo incondicional de su madre, el pilar de la batalla más grande de su vida, Cecilia consideró la idea de reconstruirse por ser joven y por ser medicamente factible el ponerse un implante. Con la ayuda de un doctor de Mazatlán de contactó con una fundación que le dio la oportunidad de operarse.

Foto: Cortesía | Cecilia Covarrubias

PROCESO

En enero de 2018 empezó su proceso, primero con el retiro de un pedazo de musculo y piel de la espalda para injertarlo en su mama, en donde le pusieron un expansor para incorporarle suero, se llenara y se abriera espacio para el implante. Mientras que en su otro seno se hizo una mastectomía para bajar los riesgos de que regresara el cáncer y también se le puso relleno.

“Fue muy doloroso que me quitaran piel de la espalda y musculo, sí fue muy doloroso y queda una cicatriz enorme, esa fue la primera fase, fue en julio de 2018 y el proceso duró como cinco meses, eso de estarme inflando el expansor y estar checando que tanto se podía estirar mi piel”, explicó.

A casi dos años con el implante la lección es que “uno entiende que reconstruir no significa que te van a dejar igual, son cicatrices, son dolores, traer implantes para mi es algo muy natural o lo siento muy natural, realmente yo puedo decirte que no estoy a diario recordando, yo me veo y siento que así soy ya”.

Foto: Cortesía | Cecilia Covarrubias

Puedes leer: El tiempo, la mejor carta contra el cáncer

Más allá de la pérdida de su seno, la caída de su cabello y todos los efectos secundarios de la enfermedad, para Cecilia la peor parte fue saber que no tendría la posibilidad de tener hijos por vivir una menopausia inducida a los 28 años a causa de las quimioterapias y recibir como recomendación retirarse la matriz, opción que rechazó.

Casi como un milagro para ella, en marzo de este año, tuvo su primera menstruación y a ocho meses de tener un ciclo regular, sus estudios más recientes con resultados positivos, le da esa oportunidad que creía como pérdida. Ahora sólo tiene que finalizar su tratamiento en un año y medio y podrá considerar la opción de un embarazo.

“Eso fue lo que me regresó como quien dice, toda la felicidad, porque para mí es algo muy grande el hecho de ser mamá y que me dijeran que existía la posibilidad de no hacerlo, yo te puedo decir que es el golpe más duro que yo he sentido en todo esto, fuera de una mama, fuera del pelo”, aseguró.

Con el implante puesto, la opción de ser mamá, la recuperación del cabello, la fuerza para caminar y hacer sus actividades favoritas, con la recuperación de su peso perdido, para Cecilia el cáncer es un recuerdo más de su vida, que la enseñó a ver la vida de otra manera y tener nuevas amigas que la entendieran de verdad en la fundación Gamma.

Sin restarle a cada una de las enseñanzas, una que tomó mayor fuerza fue el legado que dejó una amiga con cáncer de mama que decía que en lugar de cuestionarse ¿por qué a mí? Se reformulara a ¿para qué? Y la respuesta es para ser mejor persona, ayudar a los demás y dejar ser negativa.

Foto: Cortesía | Cecilia Covarrubias

Es muy bonito al final de cuentas como se vive, como sale uno adelante, como de la fatiga ya puedo andar en bicicleta, ese proceso de recuperación de decir ya puedo salir, ya puedo caminar, ya puedo comer, es maravilloso y es cuando entiendes los pequeños detalles de la vida”, señaló.

Por su experiencia, invita siempre a las mujeres a autoexplorarse para que en caso de dar positivo al cáncer, con la detección temprana tengan mayores posibilidades de vida y no esperar hasta que ya hay mucho dolor en el seno, por representar un cáncer más agresivo.

Con el tiempo como aliado y el mejor regalo de la vida que Cecilia puede dar a sus seres queridos y recibirlo de vuelta, ve su futuro con buenas expectativas, nuevas enseñanzas y la posibilidad de al fin cumplir su sueño de tener un hijo.

PANORAMA

Cada año en México se diagnostican alrededor de 27 mil casos de cáncer de mama.



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Culiacán, Sin.- Lo que parecía imposible para Cecilia Covarrubias Audelo, a sus 27 años, un cáncer mama en una mujer joven, se volvió una realidad en carne propia, cuando en una revisión de seguimiento de su fibrosis, la diagnosticaron con la enfermedad el 25 de noviembre de 2016, representando la pérdida y reconstrucción de su mama.

Fue en 2015 cuando Cecilia acudió al ginecólogo después de detectarse una bolita en su seno, la respuesta por parte del doctor fue que era fibrosis, pero al año cuando tenía programada su cita de seguimiento, un poco de dolor en su mama ya amenazaba con otro problema, situación que era ignorado por ella misma.

El resultado del estudio puso en alerta a su ginecólogo, quien le indicó que se realizara más, y después de una mastografía y una biopsia, el resultado fue positivo a cáncer de mama, lo que significó para Cecilia una de las tantas noticias que la iban a impactar en los siguientes años.

En ese momento, ella laboraba como docente en Mazatlán y al recibir la noticia por parte de su doctor de Culiacán, lo primero que pasó por su mente fue el relacionar el cáncer de mama con la muerte y todo un cambio en su estilo de vida.

“Yo me sentía como aturdida, es como estar en el limbo, así lo puedo yo definir, porque se te olvida todo alrededor y empiezas a pensar en que va a pasar conmigo, me voy a morir, que voy a hacer”, contó.

EXPERIENCIA DE VIDA

Su cáncer fue confirmado como tipo dos, el cual se da por un exceso de producción de estrógenos, con más de 80 por ciento de posibilidades de sobrevivencia, al recibir quimioterapias y seguir con un tratamiento para evitar que regrese. Lo que la impulsó a no compadecerse de ella misma y activarse en sus cuidados.

Pocos días después, Cecilia ya estaba en quirófano para el retiro de su mama completa, al no haber la posibilidad de hacer una cirugía conservadora por el tamaño de su seno y después de enviarse a patología se definió el tratamiento: seis ciclos de quimioterapias cada 21 días.

“Realmente no tuve tiempo de llorarle al cáncer, porque me dijeron un 25 de noviembre que lo tenía y el primero de diciembre me operaron, entonces fue vueltas y más vueltas, estudios y más estudios, entonces sí lloré, me desgarré ese día que me lo dijeron, pero de ahí fue actívate, tienes que hacer algo”, reconoció.

Foto: Cortesía | Cecilia Covarrubias

Del 24 de enero al nueve de mayo del 2017 la joven paciente vivió todo tipo de estragos que deja las quimioterapias, con la pérdida del cabello, bajando 10 kilos, teniendo ampollas en la cara, vómito y diarrea. En este lapso, la pregunta ¿por qué a mí? Llegaba, sin encontrar una respuesta médica, al no tener antecedentes en su familia, ser delgada, no fumaba, no tomaba, hacía ejercicio y se alimentaba bien.

RECUPERACIÓN

Cuando acabaron las quimioterapias, el siguiente paso fue acudir a terapia, en donde aprendió la fuerza y la importancia de las emociones, en el que, si no se expresan, el cuerpo de una u otra forma lo va a exteriorizar y aunque no pidió tener cáncer, tenía dos opciones: seguir adelante o hundirse, eligiendo superar la enfermedad.

“Sé que es complicado, pero entendí porque tuve cáncer, entendí que si bien de manera médica es mala suerte o simplemente sucede, de manera emocional, las emociones o nos alivian o nos enferman, todo depende, yo puedo decirte que antes yo era una persona negativa, buscaba el lado malo de las cosas, entonces esto te cambia y si no te cambia, creo que no aprendimos de la situación”, expresó.

Ya con la perspectiva diferente del cáncer de mama y con el apoyo incondicional de su madre, el pilar de la batalla más grande de su vida, Cecilia consideró la idea de reconstruirse por ser joven y por ser medicamente factible el ponerse un implante. Con la ayuda de un doctor de Mazatlán de contactó con una fundación que le dio la oportunidad de operarse.

Foto: Cortesía | Cecilia Covarrubias

PROCESO

En enero de 2018 empezó su proceso, primero con el retiro de un pedazo de musculo y piel de la espalda para injertarlo en su mama, en donde le pusieron un expansor para incorporarle suero, se llenara y se abriera espacio para el implante. Mientras que en su otro seno se hizo una mastectomía para bajar los riesgos de que regresara el cáncer y también se le puso relleno.

“Fue muy doloroso que me quitaran piel de la espalda y musculo, sí fue muy doloroso y queda una cicatriz enorme, esa fue la primera fase, fue en julio de 2018 y el proceso duró como cinco meses, eso de estarme inflando el expansor y estar checando que tanto se podía estirar mi piel”, explicó.

A casi dos años con el implante la lección es que “uno entiende que reconstruir no significa que te van a dejar igual, son cicatrices, son dolores, traer implantes para mi es algo muy natural o lo siento muy natural, realmente yo puedo decirte que no estoy a diario recordando, yo me veo y siento que así soy ya”.

Foto: Cortesía | Cecilia Covarrubias

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Más allá de la pérdida de su seno, la caída de su cabello y todos los efectos secundarios de la enfermedad, para Cecilia la peor parte fue saber que no tendría la posibilidad de tener hijos por vivir una menopausia inducida a los 28 años a causa de las quimioterapias y recibir como recomendación retirarse la matriz, opción que rechazó.

Casi como un milagro para ella, en marzo de este año, tuvo su primera menstruación y a ocho meses de tener un ciclo regular, sus estudios más recientes con resultados positivos, le da esa oportunidad que creía como pérdida. Ahora sólo tiene que finalizar su tratamiento en un año y medio y podrá considerar la opción de un embarazo.

“Eso fue lo que me regresó como quien dice, toda la felicidad, porque para mí es algo muy grande el hecho de ser mamá y que me dijeran que existía la posibilidad de no hacerlo, yo te puedo decir que es el golpe más duro que yo he sentido en todo esto, fuera de una mama, fuera del pelo”, aseguró.

Con el implante puesto, la opción de ser mamá, la recuperación del cabello, la fuerza para caminar y hacer sus actividades favoritas, con la recuperación de su peso perdido, para Cecilia el cáncer es un recuerdo más de su vida, que la enseñó a ver la vida de otra manera y tener nuevas amigas que la entendieran de verdad en la fundación Gamma.

Sin restarle a cada una de las enseñanzas, una que tomó mayor fuerza fue el legado que dejó una amiga con cáncer de mama que decía que en lugar de cuestionarse ¿por qué a mí? Se reformulara a ¿para qué? Y la respuesta es para ser mejor persona, ayudar a los demás y dejar ser negativa.

Foto: Cortesía | Cecilia Covarrubias

Es muy bonito al final de cuentas como se vive, como sale uno adelante, como de la fatiga ya puedo andar en bicicleta, ese proceso de recuperación de decir ya puedo salir, ya puedo caminar, ya puedo comer, es maravilloso y es cuando entiendes los pequeños detalles de la vida”, señaló.

Por su experiencia, invita siempre a las mujeres a autoexplorarse para que en caso de dar positivo al cáncer, con la detección temprana tengan mayores posibilidades de vida y no esperar hasta que ya hay mucho dolor en el seno, por representar un cáncer más agresivo.

Con el tiempo como aliado y el mejor regalo de la vida que Cecilia puede dar a sus seres queridos y recibirlo de vuelta, ve su futuro con buenas expectativas, nuevas enseñanzas y la posibilidad de al fin cumplir su sueño de tener un hijo.

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