/ sábado 23 de enero de 2021

Jornaleros en el sur de Sinaloa: viven un “calvario”

Cada año llegan al valle de Escuinapa miles de migrantes en busca de una mejor calidad de vida


Escuinapa, Sin.- El buscar obtener una mejor calidad de vida se convierte en un calvario para las familias de jornaleros migrantes que año tras año arriban a la zona del valle del municipio para emplearse en los campos de producción de hortalizas.

Aunque no se tiene un registro exacto de cuántas son las familias o personas que llegan cada año, se estima que son alrededor de 10 mil, entre adultos y niños, quienes se albergan mayormente en las comunidades de Isla del Bosque y Teacapán y en menor número, en las comunidades de Celaya, Palmito y Cristo Rey.

La mayoría de las familias que provienen principalmente de los estados del sur del país, como lo son Guerrero, Oaxaca, Chiapas, permanecen en la zona por un lapso de siete meses, iniciando los arribos en el mes de septiembre y partiendo a sus casas entre marzo y mayo, que es cuando finaliza la temporada de producción.

Aunque la intención de estas familias es mejorar su calidad de vida, esto queda muy distante de la realidad, ya que durante el tiempo que duran viviendo en esta zona, carecen de las necesidades primarias, como lo son vivienda y salud, principalmente.

La mayoría de estas familias viven en hacinamiento, al no contar el municipio con los albergues suficientes, por lo que se ven obligados a alquilar pequeñas habitaciones de cuatro metros por cuatro, en las cuarterías que habitantes de las comunidades han construido para lucrar con la necesidad de estas personas.

En estos pequeños espacios llegan a vivir familias de hasta seis o siete integrantes, teniendo en el interior de estas las cocinas y dormitorios; el servicio de baños tiene que ser compartido con el resto de las familias que habitan en las cuarterías.

Los niños carecen de acceso a la educación. Foto: Jesús López │ El Sol de Mazatlán

Lee aquí: Ileana, una defensora de los niños migrantes

Otro de los servicios que carecen es en materia de salud y atención médica, ya que las clínicas que se tienen en las comunidades son insuficientes para dar atención a la población migrante que llega a los poblados. Año tras año se registran decesos, principalmente de bebés y niños de corta edad, por la falta de atención médica.

Uno de los tantos casos que se viven en esta zona es de la familia de la señora Petra Victoriano, quien cuida de sus cuatro nietos, a quienes en ocasiones no puede darles ni de comer.

“Nosotros venimos desde Guerrero, venimos buscando trabajo para poder vivir, yo me encargo de cuidar a mis nietos, mi hija es quien se va a trabajar, pero hay ocasiones en que no tenemos ni para comer, ahí tengo que darles aunque sea tortillas a los niños”, comenta.

Viven en el valle de Escuinapa durante 7 u 8 meses. Foto: Jesús López │ El Sol de Mazatlán

Aunque algunos pequeños están a cargo de personas mayores, un alto porcentaje de niños son llevados a los campos agrícolas por sus papás, al no tener dónde dejarlos, por lo que tienen que estar “escondiéndose” de las autoridades.

“Nos piden que no llevemos a los niños a trabajar, no los ponemos a trabajar, pero tenemos que llevárnoslos porque no tenemos dónde dejarlos, tenemos que trabajar y no los podemos dejar solos en la casa”, expresó Ceferino Cristóbal.

Foto: Jesús López │ El Sol de Mazatlán

Al igual que la familia de Petra y Ceferino, cientos de familias de jornaleros migrantes padecen de los servicios básicos que les garanticen una mejor calidad de vida.

Cabe mencionar que en la zona del valle solamente se cuenta con un albergue para dar alojamiento a estas familias, el cual tiene una capacidad aproximada para 50 familias. Se tiene otro en construcción en la sindicatura de Teacapán, pero todavía no entra en operación.



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Escuinapa, Sin.- El buscar obtener una mejor calidad de vida se convierte en un calvario para las familias de jornaleros migrantes que año tras año arriban a la zona del valle del municipio para emplearse en los campos de producción de hortalizas.

Aunque no se tiene un registro exacto de cuántas son las familias o personas que llegan cada año, se estima que son alrededor de 10 mil, entre adultos y niños, quienes se albergan mayormente en las comunidades de Isla del Bosque y Teacapán y en menor número, en las comunidades de Celaya, Palmito y Cristo Rey.

La mayoría de las familias que provienen principalmente de los estados del sur del país, como lo son Guerrero, Oaxaca, Chiapas, permanecen en la zona por un lapso de siete meses, iniciando los arribos en el mes de septiembre y partiendo a sus casas entre marzo y mayo, que es cuando finaliza la temporada de producción.

Aunque la intención de estas familias es mejorar su calidad de vida, esto queda muy distante de la realidad, ya que durante el tiempo que duran viviendo en esta zona, carecen de las necesidades primarias, como lo son vivienda y salud, principalmente.

La mayoría de estas familias viven en hacinamiento, al no contar el municipio con los albergues suficientes, por lo que se ven obligados a alquilar pequeñas habitaciones de cuatro metros por cuatro, en las cuarterías que habitantes de las comunidades han construido para lucrar con la necesidad de estas personas.

En estos pequeños espacios llegan a vivir familias de hasta seis o siete integrantes, teniendo en el interior de estas las cocinas y dormitorios; el servicio de baños tiene que ser compartido con el resto de las familias que habitan en las cuarterías.

Los niños carecen de acceso a la educación. Foto: Jesús López │ El Sol de Mazatlán

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Otro de los servicios que carecen es en materia de salud y atención médica, ya que las clínicas que se tienen en las comunidades son insuficientes para dar atención a la población migrante que llega a los poblados. Año tras año se registran decesos, principalmente de bebés y niños de corta edad, por la falta de atención médica.

Uno de los tantos casos que se viven en esta zona es de la familia de la señora Petra Victoriano, quien cuida de sus cuatro nietos, a quienes en ocasiones no puede darles ni de comer.

“Nosotros venimos desde Guerrero, venimos buscando trabajo para poder vivir, yo me encargo de cuidar a mis nietos, mi hija es quien se va a trabajar, pero hay ocasiones en que no tenemos ni para comer, ahí tengo que darles aunque sea tortillas a los niños”, comenta.

Viven en el valle de Escuinapa durante 7 u 8 meses. Foto: Jesús López │ El Sol de Mazatlán

Aunque algunos pequeños están a cargo de personas mayores, un alto porcentaje de niños son llevados a los campos agrícolas por sus papás, al no tener dónde dejarlos, por lo que tienen que estar “escondiéndose” de las autoridades.

“Nos piden que no llevemos a los niños a trabajar, no los ponemos a trabajar, pero tenemos que llevárnoslos porque no tenemos dónde dejarlos, tenemos que trabajar y no los podemos dejar solos en la casa”, expresó Ceferino Cristóbal.

Foto: Jesús López │ El Sol de Mazatlán

Al igual que la familia de Petra y Ceferino, cientos de familias de jornaleros migrantes padecen de los servicios básicos que les garanticen una mejor calidad de vida.

Cabe mencionar que en la zona del valle solamente se cuenta con un albergue para dar alojamiento a estas familias, el cual tiene una capacidad aproximada para 50 familias. Se tiene otro en construcción en la sindicatura de Teacapán, pero todavía no entra en operación.



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