/ lunes 6 de abril de 2020

En la supervivencia  por Covid-19

El panorama para los pequeños vendedores del parque Las Riberas es cada vez más desalentador

Culiacán, Sin.- En la espera de un cliente en un domingo que luce igual de desalentador que las semanas pasadas, llega un señor de la tercera edad vestido con su uniforme de guardia de seguridad privado al único puesto de aguas y bocadillos que queda abierto en el parque Las Riberas: “Penny-lane”.

El señor Luis Ángel que desde las 9:00 horas está instalado en su sitio de hace más de cuatro años, vende apenas una botella de agua y unos chicles a la gente que por su trabajo también están obligados a permanecer en las riberas detrás de la plaza Forum.

El aparentemente último cliente del día, apenas casi las dos de la tarde, compró únicamente unos chicles y que al ser poco el valor económico que tiene, no acepta el peso que tiene de cambio, “así está bien, para la vuelta” le responde, a lo que el pequeño comerciante con la pena guarda ese peso extra en su caja registradora.

La crisis económica originada por la pandemia del coronavirus toma cada vez más fuerza y en el caso de los micro, pequeños y medianos empresarios, han sido los primeros en ser arrasados como efecto secundario, aún y cuando las autoridades estatales y federales se esfuerzan para que la caída no sea tan dura.

“Cada semana ha estado bajando mucho lo que es el margen de ganancia, si te das cuenta, yo esperaba ver más gente hoy, pero pienso yo que también que el horario de verano está coincidiendo mucho”, reconoció el locatario, en espera de recibir al cobrador del ayuntamiento que cada semana va por el pago por el permiso de uso de suelo.

En un día que comúnmente se llena el parque al ser el momento en que los padres se liberan del trabajo y pueden pasar tiempo con sus hijos, reflejan unas pobres ventas en un 20 por ciento, mientras que el 80 por ciento representan pérdidas para un comerciante que tiene la responsabilidad de mantener tanto a sus padres como a su familia, sin ninguna otra opción para percibir ingresos ante el actual cierre de negocios.

El establecimiento que se ha caracterizado siempre en el área por tener durante su jornada de 9:00 a 21:00 horas canciones “oldies” con grupos como los Beatles, tiene ahora su música a un bajo volumen, al no tener a nadie para llamar la atención para que voltee a ver su negocio y compre aunque sea un botella de agua en estos días calurosos.

Tratando de engañar su mente o tener fe, el señor Luis Ángel no dejó de lado su rutina y desde las 9:00 horas abrió su negocio con la pequeña esperanza de tener algo de ganancias y poder llevar alimentos a su hogar, pero sin poder ignorar su presentimiento.

No hay venta, vaya, todo está solo, esta semana yo nomas he venido y la otra muchacha que ves de aquel lado (comerciante de pulseras), hemos estado viniendo esta semana, pero igual a ver si pesca algo uno, pero no, nadie llega.

Luis Angel

A raíz de esta situación y luego de semanas de lucha y cierta negación, el pequeño comerciante ya está cediendo a los efectos secundarios de la crisis económica local y nacional y en su mente ya ronda la idea de cambiar su horario de trabajo “porque, ya estoy viendo que está más tranquilo, realmente yo venía también para ver cómo estaba la situación, cada semana va cambiando la política de la venta”.

Siguiendo las recomendaciones de la Secretaría de Salud, su protección es un gel antibacterial y un cubrebocas, lo único que lo puede cuidar al ser una persona que vive el día al día, de las pocas o muchas ganancias que llegue a generar en una jornada de trabajo y en el que al no haber previsto esta situación no tuvo la oportunidad de generar ahorros.

DESMORALIZADO

Son más de las 15:00 horas del domingo cinco de abril y la resignación llega finalmente, Luis Ángel empieza a guardar sus productos, se va.

NO HAY VENTAS

Desde que empezó la cuarentena nacional, los comerciantes se la están viendo “negras”.


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Culiacán, Sin.- En la espera de un cliente en un domingo que luce igual de desalentador que las semanas pasadas, llega un señor de la tercera edad vestido con su uniforme de guardia de seguridad privado al único puesto de aguas y bocadillos que queda abierto en el parque Las Riberas: “Penny-lane”.

El señor Luis Ángel que desde las 9:00 horas está instalado en su sitio de hace más de cuatro años, vende apenas una botella de agua y unos chicles a la gente que por su trabajo también están obligados a permanecer en las riberas detrás de la plaza Forum.

El aparentemente último cliente del día, apenas casi las dos de la tarde, compró únicamente unos chicles y que al ser poco el valor económico que tiene, no acepta el peso que tiene de cambio, “así está bien, para la vuelta” le responde, a lo que el pequeño comerciante con la pena guarda ese peso extra en su caja registradora.

La crisis económica originada por la pandemia del coronavirus toma cada vez más fuerza y en el caso de los micro, pequeños y medianos empresarios, han sido los primeros en ser arrasados como efecto secundario, aún y cuando las autoridades estatales y federales se esfuerzan para que la caída no sea tan dura.

“Cada semana ha estado bajando mucho lo que es el margen de ganancia, si te das cuenta, yo esperaba ver más gente hoy, pero pienso yo que también que el horario de verano está coincidiendo mucho”, reconoció el locatario, en espera de recibir al cobrador del ayuntamiento que cada semana va por el pago por el permiso de uso de suelo.

En un día que comúnmente se llena el parque al ser el momento en que los padres se liberan del trabajo y pueden pasar tiempo con sus hijos, reflejan unas pobres ventas en un 20 por ciento, mientras que el 80 por ciento representan pérdidas para un comerciante que tiene la responsabilidad de mantener tanto a sus padres como a su familia, sin ninguna otra opción para percibir ingresos ante el actual cierre de negocios.

El establecimiento que se ha caracterizado siempre en el área por tener durante su jornada de 9:00 a 21:00 horas canciones “oldies” con grupos como los Beatles, tiene ahora su música a un bajo volumen, al no tener a nadie para llamar la atención para que voltee a ver su negocio y compre aunque sea un botella de agua en estos días calurosos.

Tratando de engañar su mente o tener fe, el señor Luis Ángel no dejó de lado su rutina y desde las 9:00 horas abrió su negocio con la pequeña esperanza de tener algo de ganancias y poder llevar alimentos a su hogar, pero sin poder ignorar su presentimiento.

No hay venta, vaya, todo está solo, esta semana yo nomas he venido y la otra muchacha que ves de aquel lado (comerciante de pulseras), hemos estado viniendo esta semana, pero igual a ver si pesca algo uno, pero no, nadie llega.

Luis Angel

A raíz de esta situación y luego de semanas de lucha y cierta negación, el pequeño comerciante ya está cediendo a los efectos secundarios de la crisis económica local y nacional y en su mente ya ronda la idea de cambiar su horario de trabajo “porque, ya estoy viendo que está más tranquilo, realmente yo venía también para ver cómo estaba la situación, cada semana va cambiando la política de la venta”.

Siguiendo las recomendaciones de la Secretaría de Salud, su protección es un gel antibacterial y un cubrebocas, lo único que lo puede cuidar al ser una persona que vive el día al día, de las pocas o muchas ganancias que llegue a generar en una jornada de trabajo y en el que al no haber previsto esta situación no tuvo la oportunidad de generar ahorros.

DESMORALIZADO

Son más de las 15:00 horas del domingo cinco de abril y la resignación llega finalmente, Luis Ángel empieza a guardar sus productos, se va.

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