Culiacán, Sin.- En Culiacán se ha incrementado la popularidad en los últimos años a la Santa Muerte, o la “niña blanca” por diversas cuestiones, principalmente, por la pérdida de confianza a las religiones, primordialmente, la católica.
Por todos lados están brotando capillas, templos y estatuas, incluso está rebasando a la devoción que se le tenía a Malverde en Culiacán.
La “niña blanca”, en esta pandemia es la encargada de brindar protección y consuelo en la soledad del encierro, además la consideran prodigiosa y le atribuyen milagros que otros santos no hacen.
Mientras en la capital del estado sólo existe una capilla dedicada al llamado santo de los narcos, la niña blanca le ha ido quitando sus adeptos a Malverde, incluso a San Judas Tadeo.
De acuerdo a vendedores de tiendas exotéricas, la imagen de la santa muerte se vende hasta en 200 por ciento más que la de San Judas Tadeo o de la misma Virgen de Guadalupe, la de Malverde sólo se le encuentra en su capilla.
Las romerías a las diversas capillas que se han instalado en casas, en carreteras, dan cuenta de la invasión a este culto pagano.
ALTARES Y FERVOR
Por la carretera a Sanalona, a un lado del poblado Alcoyonqui, desde lejos se divisa la capilla de la Santa Muerte.
Al llegar sorprende la gran cantidad de flores, veladoras y en lo alto, una monumental figura "las siete potencias" - ya que en una sola se concentran todos los colores-, empuñando una enorme guadaña y a su alrededor, pequeñas santas muertes vestidas de negro, amarillo, morado, rojo y blanco.
Camionetas lujosas estacionadas a un lado del “tejaban” que cobija la enorme estatua y a sus pies, mujeres enjoyadas acomodan las veladoras, mientras los hombres platican tranquilamente.
Llama la atención el gran número de casquillos que hay tirados alrededor de la capilla y a decir de un lugareño, casi todas las noches hay festejos.
“Desde mi casa se escucha la música de viento y los balazos, oiga nos guarecemos temprano porque no nos vaya a tocar una bala perdida”, señala.
Todos los centros exotéricos están haciendo su agosto con la venta de la santa muerte.
TESTIMONIOS
“Yo vengo en busca de mi niña blanca, le pedí por la salud de mi familia que se contagió, nomás se me murió mi abuelito, pero ya estaba muy viejito, se salvó mi mamá, dos hermanos y su servidora, ah, también mis hijos que no se contagiaron”, señala Sylvia.
Dice que ella dejó de creer en los santos porque ya no les tiene fe.
Les he pedido con devoción y nomás no me hacen un milagro y a los sacerdotes ni se les ve, y cuando los llega a mirar, porque uno es pobre no te hacen caso.
Sylvia
Juan González, espiritista, asegura que durante la pandemia, la venta de la imagen esquelética ha aumentado de manera exagerada y la que más se vende es la blanca y la amarilla que significan protección.
“La niña vestida de color blanco representa la purificación total. Ayuda a limpiar toda energía negativa donde abundan las envidias y los rencores, aleja todo mal y la amarilla, significa éxito, dinero y prosperidad”, explica.
Precisa que otra que se vende muy bien es la vestida de negro porque aleja todo tipo de trabajos que pretenden perjudicar a una persona.
“Antes vendíamos de diez a quince imágenes a la semana, ahora la venta se ha duplicado, vendemos hasta cien imágenes de todos los precios. Tenemos la más económica que cuesta 150 pesos, hasta la de 20 mil pesos, ésta ya son palabras mayores, quien me la compra sobre pedido son los narcos, antes eran los más asiduos, pero ahora ya la veneración está revuelta”.
Destaca que la devoción a la muerte, se ha extendido exponencialmente, ya que antes quien buscaba esta imagen era gente ligada al narcotráfico, ahora, sus consumidores son amas de casa, gente común.
“Antes atendíamos a toda esa gente pesada que se dedica al narco, luego empezó a llegar otro tipo de clientes, pero últimamente, desde la pandemia, han aumentado las amas de casa que buscan desesperadamente la ayuda de la niña blanca”.
Mientras limpia su negocio, donde predominan las estatuas de la santa muerte, y un San Antonio volteado, con la cabeza boca abajo y los pies para arriba, esperando a las solteronas para hacer el milagro, don Juan ríe y confiesa: así se va a quedar San Antonio, porque la niña blanca es más poderosa. Aquí tenemos endulzamiento y retorno de parejas, imágenes, veladoras, inciensos, collares, jabones, lociones, santería, pedrería de cuarzo, metales y todo lo que se requiere para los amarres,” explica.
VENERACIÓN
En Sinaloa, a la muerte no se le teme, al contrario, la veneración a este personaje data de muchos años, en Culiacán desde hace más de 30 años, existe una capilla ubicada en la colonia Lázaro Cárdenas, donde se le venera en el hogar de María Isabel López Espinosa, al igual que su familia es su más fiel seguidora y se alegra que siga creciendo la devoción a su niña blanca.
“La santa muerte viene siendo parte de lo que se llama en la iglesia la religiosidad popular. La religiosidad es una manera de llamar a todas las expresiones que las personas tienen como es la fe en algo que nos habla de un más allá”, dijo el padre Francisco Juárez.
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Para el sacerdote de la iglesia la Divina Providencia, en la colonia Emiliano Zapata, el tema de la santa muerte es un caso curioso donde la muerte se ve personalizada, o sea, la muerte es un hecho que en la religión católica la vemos como el paso a otra vida, no como un final, sino el paso a la otra vida, es un hecho, un momento de nuestra existencia y esta santa muerte no es más que un personaje donde la gente le pide favores.
“Como muestra de religiosidad pudiéramos decir que bueno que la gente tenga fe en algo más allá, de otra manera seríamos solamente materialistas, positivistas, en cambio, ese es un valor que se puede rescatar, pero que tenemos que educar y ese es el deber de la iglesia, de nosotros los cristianos. Tenemos que enseñarles que quienes hace los favores, no es la santa muerte sino Dios, que Dios es la fuente de todo bien y la muerte no es más que el momento del fin terreno para pasar a la gloria de Dios, no como una santa que da favores, hay que dirigirnos al único Dios, esa es la forma correcta de dirigir nuestra fe a aquello a que nos orienta las escrituras”, dijo.
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