Él sigue ahí, con su malla sombra, repleta de cocos

Para don Emigdio, las ganancias son pocas en la venta de cocos, pero suficientes para sobrevivir y ayudar a la familia

Martín Tamayo/El Sol de Sinaloa

  · sábado 26 de octubre de 2019

Culiacán Sin.- Para la gente que acostumbra visitar el centro de la ciudad y pasa por las calles Morelos y Ángel Flores, es normal ver una moto, con su malla sombra, más una caja grande que en su interior trae hielo y está repleta de cocos.



En los costados de la caja sobre la moto se despliegan a la vista de los caminantes las salsas, los limones, sal, klamato… en fin todo lo necesario para poner en marcha el negocio que lleva por nombre “Cocos El Canijo”.

Por más de 29 años, a un hombre le ha tocado ver, desde su puesto motorizado, la transformación de otros tantos negocios alrededor: edificios, cambio de letreros, paso de gente que va creciendo o envejeciendo: la tradición y la modernidad que se aprecia en el Centro Histórico de Culiacán.

Es ahí donde, desde la una de la tarde, don Emigdio Montoya Ruiz llega con su moto, se instala y empieza a atender a sus clientes, siempre con su mandil blanco, tratando de calmar la sed que provoca el cálido clima de la capital sinaloense.


¿Cómo se mira el centro durante 29 años desde un puesto de cocos?


Ves la transformación de tantas cosas, camiones, edificios, calles, hasta la misma gente, su vestimenta; ahora los estudiantes que antes te saludaban andan con el teléfono celular en mano; ves como se caen, chocan, y ves cómo los asaltantes se los quitan… antes mirabas más árboles por las avenidas, pero ahora no...

don Emigdio


¿Qué tanto ha visto don Emigdio en todos estos años desde ese mismo sitio?


Infinidad de cosas, buenas y malas.. Imagínate, ya 29 años de estar aquí, sería una lista interminable, pero lo que sí te digo es que cuando veo algo mal, trato de refugiarme en algún lugar, pero no voy a entrar en detalles

don Emigdio


¿Recuerda algo asombroso?, se le pregunta.

No me viene a la mente algo así, pero te puedo decir que balaceras, y entonces corro para asegurar mi vida, o algún choque trágico, son muchas cosas.

Su negocio le ha dado para vivir y levantar a su familia, y con mucha responsabilidad cumple con su deber. Él ya forma parte del centro, por eso no falta ningún día a seguir con su trabajo.


Soy feliz vendiendo cocos, es algo que me ha ayudado a sacar a mi familia adelante: ya mis hijos se recibieron, pudieron estudiar con ese apoyoMientras partía un coco.


Sin embargo, recuerda que cuando empezó compró un triciclo para empezar a vender en la colonia donde vivía, después al Mercado Garmendia, para luego estacionarse por más de 25 años en esa esquina que le ha dado muchos frutos.

Don Emigdio dice vender cocos para todos los gustos, porque le piden con camarón, cacahuates, coco-locos, productos a la exigencia del cliente, con una variedad de preparación, pero eso sí con la “fórmula secreta” de casa, que es una salsa que prepara su esposa y que para él es el toque mágico para tener más clientes.

A su vez, dijo que vende alrededor de 30 ó 40 de este fruto tropical, más o menos calcula lo que venderá, por ello se trae los 50 cocos diarios.


--¿Cuál es su motor para salir adelante día a día?

La salud, porque si usted está sin salud, aunque usted quiera, no puede hacer nada

Sus gestos expresan sinceridad


Don Emigdio es un hombre bastante optimista, se caracteriza por ser respetuoso y amable. Él compartió que ya tiene una clientela fija y que por mucho que algunos de sus clientes se hayan ido por años a Estados Unidos u otras ciudades, siempre acaban volviendo ahí.


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Él posee un inmenso corazón. La energía que desprende este hombre es perceptible y reconfortante, de ahí su éxito con sus clientes y seguramente por el mismo motivo su éxito con sus colegas del comercio.


29 Años

lleva vendiendo cocos ahí entre las calles Morelos y Ángel Flores.

Sustento familiar

Su trabajo ha permitido a Don Emigdio sacar a sus tres hijos adelante; uno es dentista, otro abogado y su hija es enfermera.


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