/ sábado 24 de agosto de 2019

Doña María, una mujer con vocación de servicio: es camarista de un hotel desde hace 18 años

Entre barrer, trapear, limpiar baños y habitaciones, María Ángela Silva realiza un trabajo que es clave para el funcionamiento del sector hotelero

Mazatlán, Sin. - Desde el piso siete del hotel Las Flores, ubicado en el corazón de la Zona Dorada de Mazatlán, María Ángela Silva realiza un trabajo que no es nada fácil, limpiar todos los días 10 cuartos en un lapso de 8 horas.

Hace 18 años, la mujer, de 54 años de edad, desempeña uno de los oficios más antiguos en el sector turismo, camarista de piso, labor que es esencial y una pieza clave para el funcionamiento del sector hotelero.

Es muy poco lo que los huéspedes saben de ella, cuando mucho la llegan a saludar al cruzarse en los pasillos. Su trabajo siempre lo realiza en silencio. Tampoco los turistas son conscientes de la dureza de su trabajo.

En temporada de vacaciones, cuando se alojan miles de turistas nacionales y extranjeros, el ritmo de trabajo en los hoteles es muy intenso, estresante, y siempre los empleados van contrarreloj, los huéspedes que llegan quieren su habitación cuanto antes y los que salen aprovechan hasta el último momento para entregarla.

Sin embargo, María Ángela comenta que no todas las habitaciones implican la misma dedicación, las salidas de los huéspedes obligan a hacer un trabajo más a fondo. Y como los turistas cada vez pasan menos días alojados, se incrementa la frecuencia.

La gente a la que realmente le gusta esto es la que aguanta, porque está muy pesadito. En mi área tengo 10 habitaciones asignadas, que son 20 camas, 10 baños que tienes que limpiar, barrer, trapear y sacudir en un horario de 9:00 a 17:00 horas. Es trabajar contra reloj.María Angela

Explicó que el departamento de Ama de Llaves es el más grande del hotel, la mayoría son mujeres, sólo hay dos hombres, el encargado de ropería y su ayudante, y donde el trato es cordial, de respeto, ayuda, amistad y cariño.

La madre de tres hijos, todos con su vida hecha, consideró que su carácter le ha ayudado a ser tolerante y paciente, y a no salir mal con nadie, aunque a veces se “acelere”, como todo ser humano.

Recuerda que para una temporada alta vio el anuncio en un periódico y llegó a pedir trabajo, la contrataron de manera eventual, pero ahí se quedó, cuando todavía laboraba en la cocina de un restaurante, de donde se salió porque comenzó a padecer dolores de espalda.

Al llegar al hotel me capacitaron tres días y de ahí me puse a trabajar sola, me gustó y aquí sigo, he aprendido de la rutina diaria, porque en esta actividad es lo mismo todos los días, meses, años, por lo que se debe estar preparado física y sicológicamente para cada temporada.María Angela Silva

Expuso que en esta parte del hotelería hay mucho movimiento de gente, en las temporadas de muchos visitantes contratan a muchas muchachas, pero lamentablemente no aguantan, se van porque es pesado el trabajo y se tiene que tener una gran responsabilidad.

“Hay veces que el huésped es muy exigente y nosotros tenemos que cumplir con lo que diga, viene y está pagando y hay que darle el servicio que se merece, y eso es lo que tenemos que hacer, dar lo mejor de nosotros, para que se vayan contentos.

María Ángela, originaria de Cacalotán, Rosario, compartió que recientemente una familia, al abandonar el hotel le dejaron una tarjeta donde le agradecían la atención y el servicio que recibieron durante su estancia en Mazatlán.

Y en agradecimiento le dejaron una muy buena propina, que claro que es importante para ella la gratificación económica, pero muchas veces el hecho de que te dejen un escrito en la tarjetita reconociendo tu trabajo.

Comenta que esos detalles la llenan de energía, fuerza y valor, pues se da cuenta que su trabajo sí vale y sí lo toman en cuenta; aunque también hay ocasiones en que los huéspedes la reportan porque no les gusta cómo se hacen las cosas.

Para doña Mari, el piso que tiene asignado desde hace varios años se ha convertido en su segunda casa, pues la mayor parte del tiempo se la pasa entre el pasillo y las habitaciones, su madurez la ha vivido metida en este lugar, pero feliz.

Admitió que a sus casi 55 años se cansa mucho, pero afortunadamente puede descansar en su casa para llegar al otro día relajada a su trabajo.

Trabajo para mí sola, no tengo esposo, vivo sola, pero conmigo vive un hijo y una bendecida mujer que es mi nuera y ellos se encargan de la casa, yo sólo me encargo de consentir a mi princesa, que es mi nietecita, sí les ayudo en la casa, pero en su gran mayoría ellos se encargan de la casa, expresó.

Doña Mari

Reveló que su meta es seguir en el hotel hasta pensionarse si Dios y su empresa se lo permiten.

En estos años, aquí he visto a muchos trabajadores que se van a los 60 o 65 porque se trabaja muy a gusto, te apoyan, en el caso de las supervisoras y la ama de llaves, te echan la mano cuando se te carga el trabajo, agarran una sábana y tienden camas, limpian, barren, trapean, le entran a todo.María Angela



Reiteró que en este oficio se requiere de mucha vocación de servicio, honestidad, discreción, respeto y paciencia, además de no tenerle miedo al trabajo.

“Las mujeres no le tenemos miedo a nada, somos fuertes y podemos con esto y más”.

DATOS

18 años tiene en el oficio de camarista.

10 habitaciones limpia al día.





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Mazatlán, Sin. - Desde el piso siete del hotel Las Flores, ubicado en el corazón de la Zona Dorada de Mazatlán, María Ángela Silva realiza un trabajo que no es nada fácil, limpiar todos los días 10 cuartos en un lapso de 8 horas.

Hace 18 años, la mujer, de 54 años de edad, desempeña uno de los oficios más antiguos en el sector turismo, camarista de piso, labor que es esencial y una pieza clave para el funcionamiento del sector hotelero.

Es muy poco lo que los huéspedes saben de ella, cuando mucho la llegan a saludar al cruzarse en los pasillos. Su trabajo siempre lo realiza en silencio. Tampoco los turistas son conscientes de la dureza de su trabajo.

En temporada de vacaciones, cuando se alojan miles de turistas nacionales y extranjeros, el ritmo de trabajo en los hoteles es muy intenso, estresante, y siempre los empleados van contrarreloj, los huéspedes que llegan quieren su habitación cuanto antes y los que salen aprovechan hasta el último momento para entregarla.

Sin embargo, María Ángela comenta que no todas las habitaciones implican la misma dedicación, las salidas de los huéspedes obligan a hacer un trabajo más a fondo. Y como los turistas cada vez pasan menos días alojados, se incrementa la frecuencia.

La gente a la que realmente le gusta esto es la que aguanta, porque está muy pesadito. En mi área tengo 10 habitaciones asignadas, que son 20 camas, 10 baños que tienes que limpiar, barrer, trapear y sacudir en un horario de 9:00 a 17:00 horas. Es trabajar contra reloj.María Angela

Explicó que el departamento de Ama de Llaves es el más grande del hotel, la mayoría son mujeres, sólo hay dos hombres, el encargado de ropería y su ayudante, y donde el trato es cordial, de respeto, ayuda, amistad y cariño.

La madre de tres hijos, todos con su vida hecha, consideró que su carácter le ha ayudado a ser tolerante y paciente, y a no salir mal con nadie, aunque a veces se “acelere”, como todo ser humano.

Recuerda que para una temporada alta vio el anuncio en un periódico y llegó a pedir trabajo, la contrataron de manera eventual, pero ahí se quedó, cuando todavía laboraba en la cocina de un restaurante, de donde se salió porque comenzó a padecer dolores de espalda.

Al llegar al hotel me capacitaron tres días y de ahí me puse a trabajar sola, me gustó y aquí sigo, he aprendido de la rutina diaria, porque en esta actividad es lo mismo todos los días, meses, años, por lo que se debe estar preparado física y sicológicamente para cada temporada.María Angela Silva

Expuso que en esta parte del hotelería hay mucho movimiento de gente, en las temporadas de muchos visitantes contratan a muchas muchachas, pero lamentablemente no aguantan, se van porque es pesado el trabajo y se tiene que tener una gran responsabilidad.

“Hay veces que el huésped es muy exigente y nosotros tenemos que cumplir con lo que diga, viene y está pagando y hay que darle el servicio que se merece, y eso es lo que tenemos que hacer, dar lo mejor de nosotros, para que se vayan contentos.

María Ángela, originaria de Cacalotán, Rosario, compartió que recientemente una familia, al abandonar el hotel le dejaron una tarjeta donde le agradecían la atención y el servicio que recibieron durante su estancia en Mazatlán.

Y en agradecimiento le dejaron una muy buena propina, que claro que es importante para ella la gratificación económica, pero muchas veces el hecho de que te dejen un escrito en la tarjetita reconociendo tu trabajo.

Comenta que esos detalles la llenan de energía, fuerza y valor, pues se da cuenta que su trabajo sí vale y sí lo toman en cuenta; aunque también hay ocasiones en que los huéspedes la reportan porque no les gusta cómo se hacen las cosas.

Para doña Mari, el piso que tiene asignado desde hace varios años se ha convertido en su segunda casa, pues la mayor parte del tiempo se la pasa entre el pasillo y las habitaciones, su madurez la ha vivido metida en este lugar, pero feliz.

Admitió que a sus casi 55 años se cansa mucho, pero afortunadamente puede descansar en su casa para llegar al otro día relajada a su trabajo.

Trabajo para mí sola, no tengo esposo, vivo sola, pero conmigo vive un hijo y una bendecida mujer que es mi nuera y ellos se encargan de la casa, yo sólo me encargo de consentir a mi princesa, que es mi nietecita, sí les ayudo en la casa, pero en su gran mayoría ellos se encargan de la casa, expresó.

Doña Mari

Reveló que su meta es seguir en el hotel hasta pensionarse si Dios y su empresa se lo permiten.

En estos años, aquí he visto a muchos trabajadores que se van a los 60 o 65 porque se trabaja muy a gusto, te apoyan, en el caso de las supervisoras y la ama de llaves, te echan la mano cuando se te carga el trabajo, agarran una sábana y tienden camas, limpian, barren, trapean, le entran a todo.María Angela



Reiteró que en este oficio se requiere de mucha vocación de servicio, honestidad, discreción, respeto y paciencia, además de no tenerle miedo al trabajo.

“Las mujeres no le tenemos miedo a nada, somos fuertes y podemos con esto y más”.

DATOS

18 años tiene en el oficio de camarista.

10 habitaciones limpia al día.





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