Culiacán, Sin.-Sin saber que era la primera persona que vacunaban contra el Covid-19 en el Centro Cívico Constitución, la señora, María Campos Sarabia, de 80 años, enfrentó sus nervios a la hora de la inyección y con devoción “por su Dios”, se persignó, en señal de haber recibido una bendición.
En silla de ruedas por problemas en su columna, la señora María llegó a las 7:00 horas al centro de vacunación en compañía de dos hermanos, el señor Amado Campos Sarabia de 68 años y la señora, Rosario Campos Sarabia de 77 años y de su cuñada, la señora, María Rita Gutiérrez Gaxiola, de 66 años.
En familia, todos fueron testigos de cómo la señora María era la primera en la fila y aunque era notorio que tenía un poco de preocupación por la inyección, minutos después compartía que se sentía bien, eso sí, en ese momento preguntó a la enfermera que medicina podía tomar por sí sentía molestias en su casa.
La rutina en su hogar, al igual que la de miles de adultos mayores ha sido la de estar en confinamiento en el último año, sólo una persona sale para el mandado y cuando regresa se hacen todos los protocolos sanitarios.
“Casi no salgo yo, y luego con el problema que tengo de mi columna que no puedo caminar, yo trabajaba en el gobierno, en el supremo y nomas me jubilé y empecé con problemas de columna y no he salido a ninguna parte en la pandemia”, compartió.
Atenta a la evolución de la señora María, estaba su cuñada Rita, quien también estaba ya en la fila de espera de la vacuna en una de las canchas del Centro Cívico Constitución.
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“Yo me siento muy contenta, porque principalmente por la edad de ella, me siento muy contenta de que ya recibieron la primera vacunación, gracias a Dios y que pudimos entrar sin ningún problema”, expresó.
Tras un año de confinamiento, de no ver a sus familiares y tener contacto sólo a través del teléfono, esta familia agradece que no se han infectado de coronavirus.
Para ellos, no importa de qué farmacéutica provenga la vacuna y aunque algunos temen por la de AstraZeneca, la cual recibieron en su primera dosis, confían en que todo estará bien.
“Dónde quiera está Dios y tenemos mucha fe que esto va a estar muy bien y si hasta ahorita Dios nos ha permitido que no nos hemos contagiado, eso es más grande, Dios es muy grande”, subrayó.
A cuatro lugares detrás de la señora María, estaba su hermana, María del Rosario, quien también en sillas de ruedas, su reacción una vez que la vacunaron fue persignarse y encomendarse a Dios.
“Ya la había estado esperando de mucho tiempo y ahora que llegó me siento muy bien”, reconoció.
Mientras esperaba a que pasaran los 30 minutos de observación, la señora María del Rosario, solo pensaba en que todo estuviera bien en su salud y que una vez que todo mejore, tenga la oportunidad de salir con más confianza y seguridad.
En los centros de vacunación de Sinaloa, se guardan historias de hermanos, padres y esposos que a pie o en silla de ruedas llegan juntos a recibir la inmunización contra el bicho que los ha privado de seguir con su rutina.
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